lunes, 29 de septiembre de 2025

MASCARADAS DE VIRTUD

Por Joaquín Rivera Larios




Hay que pedirle protección al Supremo Hacedor, hay mucha maldad y manipulación disfrazada de belleza, bondad, filantropía y religiosidad. La trillada frase que "los caminos del infierno están empedrados de buenas intenciones" y la añeja fabula de Esopo "El lobo con piel de oveja" tienen perenne actualidad.

Debemos distinguir la verdad de las apariencias o maquillajes de virtud que suelen ser asechanzas para destruir al ingenuo. La Biblia en Pedro 7: 8 nos advierte: "Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."



Cuantos lobos con piel de ovejas se acercan a las personas necesitadas de ayuda espiritual o material, aparentemente con propósitos puros y nobles, pero detrás de la máscara de bondad y generosidad, ocultan perversas, egoístas o mezquinas intenciones.

“¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!”, nos advierte la Biblia en Jeremías 17:5, alertándonos de las consecuencias devastadoras de poner nuestra fe en algo falible y temporal, proclive al pecado, en lugar de Dios que es eterno, fiel y todopoderoso.


Esta cita bíblica me recuerda al carismático predicador  Jim Jones (1931-1978),  que con engaños e intimidación  ofreció a sus seguidores "el paraíso terrenal", es decir, una especie de sociedad ideal, un mundo más equitativo, pacífico y seguro para sus familias,  al punto que cuando empezó a ser investigado por malos tratos y abusos contra sus fieles, decidió  en junio de 1977 trasladarse junto a su congregación de San Francisco, California a Guyana, a quienes conminó el 18 de noviembre de 1978 al suicidio colectivo con cianuro, sumándose 914 víctimas en total, entre ellos 300 niños. 


 

Lo malo muchas veces viene envuelto en un bello envoltorio, el fraude muchas veces viene disfrazado de verdad. Me gustan mucho las palabras publicadas por el pastor Josué Rivera: “Lo falso no es lo visiblemente opuesto a la verdad, sino una copia lo más parecida a ella pero que siempre conduce al error”.

Hay muchas relaciones toxicas con un barniz de bondad, las mismas personas que nos provocan un bien con frecuencia nos hacen daño, nos sugestionan. A veces la pasión, la obsesión se oferta como amor, no es extraño que se quiera restringir la libertad hasta de conciencia del ser que decimos amar.

Censuramos, reprendemos y hasta culpamos a nuestro hijos, por que no logran los resultados o metas que esperamos. Pero con frecuencia no reparamos que los hijos tienen limitantes derivadas de los padres, y carencias producto de la estrechez material y emocional del entorno donde han crecido.




En este mundo materialista y artificial, donde muchas cosas no son lo que parecen, debemos cuidarnos del chantaje emocional. Esta manipulación psicológica se produce cuando que alguien usa la culpa, el miedo o la obligación para controlar a otra persona, haciéndose la víctima o provocando que otro dude de sus propias percepciones. Esta forma de sojuzgar a otro se produce tanto en relaciones de pareja como de familia, amistad o trabajo.




Resuenan constantemente en mi mente las palabras emotivas del pastor Misael Santamaría: ¡Cuídense de Dalila! la mujer que con su seducción hizo sucumbir a Sansón, el hombre físicamente más fuerte de la Biblia, lo hizo confesar lo que Dios le había dicho que debía cuidar, haciéndose así débil y presa fácil de sus enemigos.

A propósito de estas líneas recuerdo un poema, que retrata la hipocresía que anida en el sistema de justicia, la amistad aparente, la preponderancia del dinero en las relaciones humanas y es "Verdades amargas" del hondureño Ramón Ortega, cuya primera estrofa reza: "Yo no quiero mirar lo que he mirado/ a través del cristal de la experiencia,/el mundo es un mercado en que se compra/amor, voluntad y conciencia."




El término revelación aparece frecuentemente en el ámbito religioso para referirse al acceso a una verdad secreta u oculta, frecuentemente manifestada a algunos individuos por un ser sobrenatural. Ese don justamente es el que necesitamos para desentrañar tanta simulación con apariencia de verdad, para descubrir cuales son las causas reales de los hechos que afectan nuestra vida y no perdernos en espejismos.

Hay tanto fingimiento, simulación, hipocresía, que me parece valida una frase que deambula por la red: "Actúa como si confieras en la gente, pero no lo hagas". Terriblemente cierto, hay una crisis de valores y económica tan grande, que la deslealtad está a la orden del día. La persona en la que más confiamos de repente nos traiciona. Ser confiado es exponerse a riesgos enormes.


martes, 2 de septiembre de 2025

LA HUMILDAD ES LA LLAVE DEL ÉXITO

 

Por Joaquín Rivera Larios




La humildad es la llave del éxito, es la llave de las relaciones sociales, de la prosperidad, es la victoria en todas las contiendas. La clave para llevarse bien con todos, es aceptar a las personas tal cual son.



El grande debe inclinarse con bondad y amor hacia el más pequeño y saber apreciar su valor; sentirse emocionado por la debilidad y disponerse a defenderla. "Tengan un mismo sentir los unos para con los otros, sin complacerse en la altivez, atraídos más bien por lo humilde; no se complazcan en su propia sabiduría". (Romanos 12:16)

No se ganan las batallas con pleitos y contiendas, sino con humildad, el Altísimo resiste a los soberbios. Hay combates que hay  que librarlos  con las armas del silencio y la paciencia. 

Cuidado con utilizar tu posición para humillar, sujetar u oprimir personas. Los espacios donde tienes mando, no los utilices para defenestrar a otros. La soberbia es el enemigo público número uno de Dios, "porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." (Mateo 23: 12)



En un mundo materialista, donde prevalecen los valores aparentes: lujo, confort, estatus, productos de marcas caras, modas, autos, joyas de oro, fingimiento, hipocresía,  ánimo de competencia,  los deseos de figurar, así sea poniéndole la bota a otros, la humildad se torna un valor escaso, cuyo cultivo supone ir contra la corriente.  



La humildad es la verdad sobre nosotros mismos, es la virtud que nos aleja de la vanidad, la egolatría, el orgullo y los falsos afanes de grandeza; es ver al ser humano siempre como fin, nunca como medio. El falso orgullo nos conmina a vivir y morir en soledad. Se trata de saber escuchar, aprender y respetar.



Es una virtud que nos permite valorarnos con justicia, comprendiendo nuestras fortalezas y debilidades. La firmeza y la humildad son el fundamento de todas las virtudes. Es un ingrediente clave de la grandeza, ya que rápido sucumbe el que triunfa siendo arrogante. Dalai Lama dijo: “Si la humildad es nuestra compañera, todas  nuestras virtudes crecerán”.



En coincidencia con las ideas que anteceden,  Mahatma Gandhi (1869-1948), el Apóstol de la no violencia y líder espiritual de la India,  escribió: "La humildad es la raíz de todas las virtudes, y sin la humildad, todas las demás virtudes son solo show". Estas palabras nos recuerdan que este valor es el fundamento sobre el cual se edifican todas las demás cualidades.




La humildad es consustancial a la autenticidad, cualidad esta última que conlleva ser genuino, fiel a uno mismo, externar   la verdad sobre nosotros mismos, sin máscaras, simulaciones,  juegos de apariencias. Supone  expresar sin ambages  la propia identidad, las  creencias y valores sin temor al escrutinio público. Implica cultivar la sinceridad, la coherencia entre el pensamiento y la acción.



La humildad  falsa es un concepto que se refiere a la presentación de una modestia que no refleja la verdadera percepción de uno mismo. La falsa humildad promueve una aparente modestia, una proyección simulada de inferioridad,  para lograr aceptación y reconocimiento social.  A la base de la falsa humildad existe un propósito de manipulación de nuestro entorno.




Las tempestades desnudan nuestra vulnerable y falible condición humana y la humildad es el remanente que queda, después de una dura prueba, después de un fuerte sismo, de recorrer un árido desierto, de morder el polvo y tocar fondo, pero para los que creen en Dios, todas las cosas le vienen a bien y al final será mucho mejor lo que vendrá.

Nos permite tener empatía, es decir, aprender a ubicarnos en la situación del otro. Nos da paz interior, como resultado de la armonía espiritual. Como todas las virtudes, se nutre de la sabiduría y se enaltece con el sacrificio. Propicia una actitud perpetua de aprendizaje que nos mueve a justipreciar las potencialidades y dones de los demás, en quienes podemos descubrir nuevos horizontes y nuevas vías de perfeccionamiento.