
Hay que pedirle protección al Supremo Hacedor, hay mucha maldad y manipulación disfrazada de belleza, bondad, filantropía y religiosidad. La trillada frase que "los caminos del infierno están empedrados de buenas intenciones" y la añeja fabula de Esopo "El lobo con piel de oveja" tienen perenne actualidad.
Debemos distinguir la verdad de las apariencias o maquillajes de virtud que suelen ser asechanzas para destruir al ingenuo. La Biblia en Pedro 7: 8 nos advierte: "Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."
Cuantos lobos con piel de ovejas se acercan a las personas necesitadas de ayuda espiritual o material, aparentemente con propósitos puros y nobles, pero detrás de la máscara de bondad y generosidad, ocultan perversas, egoístas o mezquinas intenciones.
Lo malo muchas veces viene envuelto en un bello envoltorio, el fraude muchas veces viene disfrazado de verdad. Me gustan mucho las palabras publicadas por el pastor Josué Rivera: “Lo falso no es lo visiblemente opuesto a la verdad, sino una copia lo más parecida a ella pero que siempre conduce al error”.
Hay muchas relaciones toxicas con un barniz de bondad, las mismas personas que nos provocan un bien con frecuencia nos hacen daño, nos sugestionan. A veces la pasión, la obsesión se oferta como amor, no es extraño que se quiera restringir la libertad hasta de conciencia del ser que decimos amar.
Censuramos, reprendemos y hasta culpamos a nuestro hijos, por que no logran los resultados o metas que esperamos. Pero con frecuencia no reparamos que los hijos tienen limitantes derivadas de los padres, y carencias producto de la estrechez material y emocional del entorno donde han crecido.
En este mundo materialista y artificial, donde muchas cosas no son lo que parecen, debemos cuidarnos del chantaje emocional. Esta manipulación psicológica se produce cuando que alguien usa la culpa, el miedo o la obligación para controlar a otra persona, haciéndose la víctima o provocando que otro dude de sus propias percepciones. Esta forma de sojuzgar a otro se produce tanto en relaciones de pareja como de familia, amistad o trabajo.
Resuenan constantemente en mi mente las palabras emotivas del pastor Misael Santamaría: ¡Cuidense de Dalila! la mujer que con su seducción hizo sucumbir a Sansón, el hombre fisicamente más fuerte de la Biblia, lo hizo confesar lo que Dios le había dicho que debía cuidar, haciéndose así débil y presa fácil de sus enemigos.
A propósito de estas líneas recuerdo un poema, que retrata la hipocresía que anida en el sistema de justicia, la amistad aparente, la preponderancia del dinero en las relaciones humanas y es "Verdades amargas" del hondureño Ramón Ortega, cuya primera estrofa reza: "Yo no quiero mirar lo que he mirado/ a través del cristal de la experiencia,/el mundo es un mercado en que se compra/amor, voluntad y conciencia."
El término revelación aparece frecuentemente en el ámbito religioso para referirse al acceso a una verdad secreta u oculta, frecuentemente manifestada a algunos individuos por un ser sobrenatural. Ese don justamente es el que necesitamos para desentrañar tanta simulación con apariencia de verdad, para descubrir cuales son las causas reales de los hechos que afectan nuestra vida y no perdernos en espejismos.
Hay tanto fingimiento, simulación, hipocresía, que me parece valida una frase que deambula por la red: "Actúa como si confieras en la gente, pero no lo hagas". Terriblemente cierto, hay una crisis de valores y económica tan grande, que la deslealtad está a la orden del día. La persona en la que más confiamos de repente nos traiciona. Ser confiado es exponerse a riesgos enormes.
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