Ariadna Thalía Sodi Miranda conocida artísticamente como Thalía nació en el Hospital Español de la ciudad de México el 26 de agosto de 1971 con el talento inserto en su código genético. Su padre fue un reconocido científico y criminólogo Ernesto Sodi Pallares (1919-1977), de origen italiano; su madre, la pintora y empresaria, Yolanda Miranda (1935-2011), de raíces francesas, combinación de culturas que moldearon a la artista y expandieron sus horizontes.
La cantante relata en su libro autobiográfico “Cada día más fuerte”(2011) el shock que le provocó el deceso de su padre, que la dejó sin habla por un año. Refiere que su papá usaba un lenguaje poético y hermoso para comunicarse con ella. Hablaba en verso todo el tiempo. Fue su padre el que le enseñó a ser visual, a siempre pedir detalles de todo y a prestar atención a lo más simple, aquello que muchas veces parece irrelevante para otras personas. A estos estímulos debemos la fluidez verbal de la que hace gala Thalía en cada interacción con el público.
Su madre era una mujer talentosa, de buen gusto y elegancia, con una personalidad fuerte y segura, que irradiaba a todos la mejor energía. Estudió para ser pintora y era amante del mundo griego, fruto de ese amor surgió el nombre de Thalía. Fue un pilar en la vida de la artista, la acompañó a varias grabaciones, lanzamientos, encuentros y la apoyó cuando decidió lanzarse a crear su propia línea de ropa. Le demostró la importancia de la independencia económica para las mujeres, una postura muy avanzada para su época.
NOBLE ABOLENGO
Su familia ha interactuado en las élites políticas y culturales de México, no es casual que aparezca en la red un video que data de 1970 en el que Sodi Pallares entrevista al final del sexenio al entonces presidente azteca Gustavo Diaz Ordaz, que póstumamente sería suegro de la diva. Ha sido tan influyente la familia Sodi, de origen italiano, asentada en Oaxaca, cuyo patriarca es Carlos Sodi, que una semblanza de ella aparece en Wikipedia.
Su abuelo paterno, Demetrio Sodi (1866-1934), fue un connotado escritor, periodista, jurista y político que ocupo la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la Secretaría de Justicia en la época del General Porfirio Diaz, defendió en 1928 a José de León Toral, el asesino confeso del presidente electo de México, Álvaro Obregón. Su tío paterno, Demetrio Sodi Pallares (1913-2003), fue uno de los más grandes cardiólogos que ha dado la tierra azteca al mundo.
Sus hermanas también han adquirido celebridad: Laura Zapata, actriz y productora de teatro; Federica, Arqueóloga y antropóloga; Gabriela, pintora, profesora e historiadora; Ernestina Sodi, historiadora del arte, escritora, periodista, ex modelo. En el clan femenino Sodi Miranda el genio es un bien de familia. Bajo esos altos estándares de calidad profesional y artística se forjó Thalía.
FULGURANTE CARRERA
Thalía dejó impresa con tinta imborrable en la juventud de las ochenta y noventa una imágenes de mechón blanco y flores, que la asemejaba con Marilyn Monroe. Proyectó una perfecta mezcla de candidez adolescente, chispa, vivacidad, de fina habilidad y astucia en el manejo de la seducción. De bello semblante, destilaba coquetería, gracia y dulzura en su timbre de voz y gestos, su esbelta silueta y curvilínea figura arrancaban profundos suspiros.
Una chica precoz en grado superlativo, quizá como síntoma del vacío paterno que sufrió desde la temprana infancia, cultivó tórridos romances con personas mayores que cimentaron su sorprendente ascenso a la cumbre del espectáculo, entre ellos el productor musical Alfredo Díaz Ordaz (hijo del mencionado ex presidente Díaz Ordaz), quien ejerció el efecto Pigmalión sobre ella y Tommy Motolla, el magnate estadounidense de Sony Music.
Me gustó lo que dijo en una entrevista, a propósito de sus elecciones amorosas, que se inclinaba por la atracción intelectual, que se enamoraba de la mente, la inteligencia y la madurez de un hombre.
En 1981, a los nueve años de edad, Thalía se incorporó como vocalista de un grupo infantil llamado Pac Man, el cual acababa de integrarse con el fin de participar en el festival de canto “Juguemos a cantar” de Televisa. Posteriormente, Pac Man cambió su nombre a Din-Din, y con dicho grupo la cantante se presentó en fiestas y en eventos ocasionales, llegando a grabar cuatro discos entre 1982 y 1983, entre ellos “Recordando el Rock and Roll” y “Somos alguien muy especial”.
En 1986 recaló en el grupo Timbiriche, en sustitución de Sasha Sokol, donde disputó protagonismo con la rubia dorada, Paulina Rubio. La andadura con esta banda significo la grabación de tres álbumes de estudio: Timbiriche VII (1987), el disco doble Timbiriche VIII y IX (1988) y Los clásicos de Timbiriche (1989). En 1989 dejó atrás la banda y se embarcó en la aventura de construir su propia marca en el firmamento musical.
A finales de 1989 inició su formación en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), tomó clases de inglés, baile, canto y actuación. Aprendió a tocar el bajo y saxofón con el compositor estadounidense Dave Boruff.
Tomando distancia de su imagen de niña inocente que cautivo al público en la telenovela “Quinceañera”, al lado de Adela Noriega, aun desafiando la censura, se cinceló un nombre como solista con un estilo insinuante, atrevido, rebelde, interpretando temas sugestivos como “Saliva”, “Un pacto entre los dos”, “Amarillo azul”.
Alcanzó el clímax del estrellato con “Piel Morena” que forma parte del album en “En extasis” (1995) y el mega éxito “Amor a la mexicana” (1997), de la mano del genial productor Emilio Estefan y el compositor Kike Santander. El portal de internet Terra ubicó a «Amor a la mexicana» en el primer lugar en su listado de «Las 50 mejores canciones latinas». El tabloide británico The Sun la clasificó como número 25 entre las “50 cantantes que nunca serán olvidadas” en la historia musical.
Inspirada en las actuaciones teatrales de su hermana Laura Zapata, del canto saltó a las telenovelas, suscribiendo para tal efecto el contrato más oneroso que Televisa haya contraído con una actriz, rompiendo todos los récord de audiencia en su trilogía “María Mercedes”(1992), “Marimar” (1994), “María la del Barrio”(1995), todas basadas en el cuento de la Cenicienta que cobró notoriedad en la versión de los Hermanos Grimm.
Su bello rostro se paseó en las pantallas chicas de Asia, Europa, ya no digamos de Hispanoamérica, erigiéndose en una especie de reina azteca, concitando multitudes en remotos países como Filipinas, donde sus fans la idolatraban.
LEGADO LITERARIO
No solo ha sido prolífica como actriz y cantante, si no que también ha dejado a su paso un legado literario, siguiendo los pasos de su abuelo, el jurista Demetrio Sodi y de su hermana Ernestina. De su talento han brotado cuatro libros. El primero salió a luz en 2007, bajo el título Thalía: “¡Belleza! Lecciones sobre el lápiz labial y la felicidad”, el cual escribió en colaboración con Belén Aranda-Alvarado. La obra aborda consejos de la artista para mujeres sobre el cuidado de la piel, cabello, maquillaje y belleza interior, con fotografías que explican paso a paso cómo lucir esplendida.
Inspirada en su maternidad, dos años después salió a la venta su segundo libro, Thalía: “¡Radiante! Guía para un embarazo fabuloso”, donde en colaboración con el doctor Andrew Kramer, obstetra y ginecólogo del hospital Mt. Sinai de Nueva York, da consejos a las madres sobre el embarazo, los dolores de parto, la nutrición.
Su tercer libro se lanzó al mercado en 2011, en el cual, titulado “Cada día más fuerte”, Thalía habla de experiencias personales de su vida y de sus éxitos y tragedias, como fue el secuestro de sus hermanas Laura Zapata y Ernestina Sodi, ocurrido el 2002, el padecimiento de la enfermedad de Lyme, el fallecimiento de su padre, cuando ella tenía seis años de edad, así como la muerte de su madre Yolanda Miranda Mange (semanas antes de la publicación del libro) y parte de su trayectoria artística.
En 2013, Thalía da a luz su primer libro infantil, llamado “Chupi: el Binky que regresó a su hogar”. La escritora creó Binkylandia, un país encantado donde viven los binkies, y al lugar donde regresarán algún día, para leer a sus pequeños a la hora de dormir. Con colores vivos y llamativos, esta divertida historia procura ayudar a los niños a afrontar el difícil momento de dejar el chupete. Todos los libros han sido publicados también en inglés.
MOMENTOS DE EXTASIS
Al menos en dos ocasiones Thalía ha premiado a los fans salvadoreños con su presencia. La primera cuando integraba Timbiriche causó revuelo junto a sus compañeros en el Hotel Presidente el 11 de noviembre de 1988, justo un año antes de la ofensiva final.
Casi cinco años después, ya como solista incluyó a El Salvador en su gira Tour Love y el sábado 25 de septiembre de 1993 estremeció al Gimnasio Nacional con sus coreografías, vestuario, juego de luces de cada una de sus interpretaciones. Ya para esa época era una cantante muy cotizada, al punto que cables internacionales informaron que Thalía había cobrado 35, 000 dólares por su única presentación en nuestro terruño.
En una crónica publicada en este blog denominada “Thalía y la huelga de salud” doy testimonio de la pesadumbre que me embarga desde septiembre de 1993, por haberme perdido tan excelente recital, dado que me vi conminado a verificar como Delegado de la PDDH una huelga en los hospitales públicos de la zona paracentral del país (Cuscatlán, La Paz, San Vicente, Cabañas), mediando con los sindicalistas y médicos para que atendieran las emergencias.
En nuestra vivencia como fans de una artista, se experimentan momentos de éxtasis, en el que quedamos boquiabiertos, estupefactos, casi sin aliento y sin duda uno de ellos fue contemplar a Thalía con su típico ramillete de flores en su sentida interpretación del tema “Pienso en ti": “¿Qué es lo que queda cuando tú no estás?/¿A quién acudo para amar?/ Quiero decirte que me hiciste mal,/ si te quiero amar o te quiero olvidar/Pienso en ti, que tus manos me acarician/Pienso en ti, cada instante de mi vida,/pienso en ti,/ porque eres todavía, mi amor”.
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