sábado, 9 de agosto de 2025

LA MUSICA ¿UN VEHICULO DE EVASIÓN DE LA REALIDAD?



Por Joaquín Rivera Larios


Los amigos me molestan con las musas, que merodean mis pensamientos, y a la par de ellas las melodías románticas que las enaltecen y renombran. Algunas canciones están asociadas como calcomanías con beldades específicas, como "María bonita" de Agustín Lara y otras con figuras femeninas abstractas, por ejemplo "Susana" de Menudo, “Eh Lupe” de los Apson.

El telón de fondo de nuestra adolescencia fue turbulento, tenebroso, de milagro emergimos ilesos fisicamente del baño de plomo fratricida de los ochenta, pero cargando a cuestas un dolor colectivo que nos mantiene con las heridas a flor de piel. La violencia política a partir de los Acuerdos de Paz se transmutó en violencia social. Quizá porque soy un iluso incorregible, para mi pesan más los recuerdos musicales.

Paradójicamente como una catarsis para exorcizar tanto evento traumático, en las urbes alejadas de los principales teatros de guerra, algunos adictos al lenguaje sonoro recordamos aquellos años aciagos más por temas musicales de películas, telenovelas que tarareamos o por bailes que practicamos (Lambada, punta, salsa) que por holocausto que estremeció nuestro terruño, marcado por el horror de mortandades como la del Mozote, el Calabozo, Las Hojas.

Ciertamente, la música también puede servir como cortina de humo para apartar la atención de graves problemas nacionales. A principios de los ochenta, justo al cierre del sexenio de José López Portillo, México estaba sumido en una severa crisis económica que redundó en una drástica la devaluación del peso, la caída de los precios del petróleo, la deuda externa se disparó y se volvió impagable, mientras tanto se dio un hecho insólito: el nacimiento en el Zoológico de Chapultepec del primer oso panda ocurrido en cautiverio, fuera de China.

A tal evento, todo el aparataje mediático, liderado por TELEVISA, le dio tintes de espectacularidad, millones abarrotaron el parque para ver al crío y se lanzó toda una campaña mercadológica que tuvo como punta de lanza la canción “El pequeño panda de Chapultepec”, interpretada por una juvenil y encantadora Yuri.

Además de que puede ser un vehículo de evasión de la realidad, la música romántica encierra peligros, si no tomamos salvaguardas, nos podemos quedar prisioneros en el oscuro sótano de la melancolía. Las tonadas sobre desamor pueden alimentar un proceso depresivo, como la clásica "Navidad sin ti" de Marco Antonio Solis que suele ensombrecer una época llamada a ser ser festiva: "Llegó navidad y yo sin si tí/ en esta soledad/recuerdo el día en que te perdí..."



En 1971 el ex Beatle  John Lennon (1940-1980) lanzó el mayor éxito de su carrera en solitario: la incónica canción "Imagine" que nos invita a fantasear con un mundo libre de fronteras, divisiones religiosas o políticas, y exento de conflictos. Su mensaje principal proyecta esperanza y exhorta a la unidad, enarbolando un ideal de paz y fraternidad entre los seres humanos. John Lennon censura la organización social y el comportamiento egoísta, sugiriendo que  la abolición de la religión, los países y la propiedad privada podría conducir a un mundo más justo y armonioso.



Tengo una sensación agridulce cuando escucho temas ochenteros como “Quien piensa en ti” de Gonzalo, “Te quiero más y más y más”, de Antonio de Jesús, “Por olvidarme de ti”, de Mario Castelli, y aun se me eriza la piel cuando oigo “Suavemente”, “No me pregunte por él” o “La hora más triste del día”, interpretadas por la arrulladora voz de Crystal. Y se me enciende el ánimo cuando escucho la cumbia “Fuiste mi vida”, en la icónica voz de Francisco Lemus, del sonsonateco grupo "Coco".







Cada beldad de nuestro entorno, a la que no podemos acceder, se vuelve un adorable tormento. Su presencia nos deleita e inspira, pero paralelamente al no poder interactuar con ella, sobreviene un sufrimiento inevitable, entonces invocó automáticamente "Como quisiera que no existieras", del dueto Rucks-Parker, una de las mejores baladas en la historia de la música salvadoreña. Quizá como una solución mágica a esa atracción no correspondida, se vuelve bálsamo esa entrañable tonada: "Como quisiera que no existieras/que te borraras de la faz de la tierra/y no tener que pensarte tanto/como quisiera que no existieras".






Vivi eufóricamente la clasificación de El Salvador al Mundial de España 82, mi admiración a "Mágico" González se acrecentó, veo pasar en mi mente continuamente la jugada maestra de Mágico que desembocó en el gol a México en la Hexagonal de Honduras, pero todo ese jubilo se empañó cuando Hungría nos vapuleó 10-1 en el nuevo Estadio de Elche el 15 de junio de 1982. Una herida perenne en el corazón de los salvadoreños se produjo ese día de duelo nacional. Pero la fantástica canción del grupo Friguey "Uno: la historia de un gol", que destaca el mérito del único gol de Luis Baltazar "Pele" Zapata, ha contribuido a mitigar ese dolor colectivo.






A veces reflexiono en el lucro cesante que me ha generado albergar tantas meditaciones románticas y que ese espíritu soñador no rentable debo suplantarlo por un espíritu emprendedor que me permita saciar las apremiantes exigencias económicas. Pero entonces recuerdo aquella entrañable canción de Diego Verdaguer (1951-2022) que enuncia: “ Dame la mano, dame una copa, /yo quiero que me beses en la boca/…Le pido pocas cosas a la vida/las que puedan ir conmigo/cuando parta sin destino…le pido pocas cosas a la vida/las que no compra el dinero son las cosas que yo quiero”.



lunes, 4 de agosto de 2025

JUAN FRANCISCO BARRAZA: GLORIA DEL FUTBOL SALVADOREÑO

Por Joaquín Rivera Larios



 

Juan Francisco “Cariota” Barraza, uno de los mejores futbolistas que ha dado el país, nació en el barrio La Merced de  la ciudad de San Miguel el 12 de marzo de 1935.  Estudió primaria en la Escuela “Dr. Antonio Rosales”, ubicada en el mismo barrio. Fueron sus padres  María de la Cruz Barraza y Juan de Dios Flores.

Desde pequeño su afición y dotes futbolísticas fueron evidentes. En especial los de su pierna izquierda que le valieron para ser apodado con el mote  de “El Catedrático de la zurda”, y es  que los testigos presenciales de sus juegos cuentan que la pierna izquierda de “Cariota” daba miedo por su potencia y precisión.



Marvin Galeas en una semblanza sobre "Cariota" relata: “En 1935, nacieron Mario Galeas, Roque Dalton y Juan Francisco Barraza. El primero me dio vida; el segundo, poesía, y el tercero, fútbol. Fútbol y poesía, dos grandes emociones en mi vida. Mi padre me llevó  al estadio  de San Miguel a ver a Cariota Barraza”.

Con “Cariota”, me pasó lo mismo que con Juan Ramón “Mon” Martinez, el héroe que nos dio la clasificación a México 1970 con su gol providencial de cabeza ante Haití en Kinston, Jamaica,  no tuve el privilegio de verlos jugar. Pero por la vox populi sus hazañas resonaban, me imaginaba los griteríos en las gradas de los vetustos estadios por sus jugadas maestras,  escuchaba que hacía goles desde el medio campo, que rompía las redes con sus potentes disparos.



"Cariota" es un sobrenombre que heredó de su padre. Durante una pastorela su padre actuó como Judas Iscariote, pero un señor de avanzada edad no podía pronunciar la palabra Iscariote, llamándolo Cariota. Este apodo que le quedó al padre luego lo heredó su hijo. 

   

INICIOS DE UNA LEYENDA

Todo comenzó en la cancha Charlaix de San Miguel, donde se reunía junto a un grupo de jóvenes de su edad para practicar el deporte de sus amores, que por muchos años practicó descalzo. Comenzó en la categoría menores del Club Deportivo Corona, a los 8 años de edad. En el año 1950 participa con sus hermanos en el equipo mayor del “Corona”.



Pero su vida no se limitaba a las canchas, también trabajaba en zapatería como ayudante del propietario del taller y aprendiz del oficio. De esa manera, mientras combinaba su vida entre canchas y suelas, se le presentó la oportunidad de jugar en Club Deportivo Dragón. Para ello debía ser calzado  y no estaba acostumbrado.



Así que le pidió un par de zapatos al dueño del taller y este le respondió que si quería “tacos” los tenía que elaborar el mismo.  Lo hizo, y necesito quince días para adaptarse. En el estreno de sus zapatos le metió dos goles a Luis Angel Firpo, de Usulután.

SU CARRERA GLORIOSA EN CD AGUILA   

Luego de pasar cinco temporadas jugando con el equipo “escupe fuego” de Dragón, con el cual obtuvo el campeonato en 1953 y el liderazgo de goleo, en 1958 llegan los doctores Leopoldo PazMiguel Charlaix a buscarlo para inscribirlo en un nuevo equipo migueleño, se trataba del Club Deportivo Aguila, máximo representante deportivo de San Miguel, club que aprovecharía el torrente de virtudes de "Cariota".



Su paso por el equipo naranja y negro estuvo marcado por el triunfo y el prodigio, comenzando un glorioso vuelo que ha sumado diecisiete coronas en la liga nacional, desde su ascenso a la primera división en 1959.  

Fue miembro de la plantilla titular de su cuadro el año que este se estrenaba en la Liga Mayor, en 1959, junto a Juan Antonio "Maquinita" Merlos, René "Pando" Mena, Luis "Catuta" López, Raúl Corcio  Zavaleta y Rodolfo "Fito Gato" Fuentes. Ese mismo año, Barraza encabeza a sus compañeros en la vuelta olímpica, tras haber conquistado el primer titulo en la historia de los emplumados.



Junto a ese título vendrían de la mano de “Cariota” y otros grandes de la época  dorada del futbol nacional sendos campeonatos en las temporadas de 1960-1961, 1963-1964 y 1964-1965, 1967-1968, en esta última temporada participó el campeón mundial brasileño Zózimo (1932-1977) como jugador y entrenador del cuadro oriental. El dominio aguilucho era innegable, igual que la calidad de Juan Francisco.



En una fascinante crónica sobre las hazañas de “Cariota”, Marvin Galeas menciona que le hizo una entrevista mientras la gloria del futbol conducía un taxi en el centro de la ciudad, acribillándolo a preguntas sin grabadora ni micrófono, aprovechó la ocasión para interrogarlo sobre el famoso gol desde la media cancha:

 “Dice mi papá que usted metió un gol de media cancha. Cuénteme cómo fue”. Me miró por el espejo y comenzó el relato. “Estábamos en el estadio de San Miguel. Iba a comenzar el partido. ‘Máquina’ Merlos tenía que repartir la pelota. En eso vi a (Mauricio)  ‘Tarzán’ Alvarenga, que se había salido bastante de la portería. El árbitro no había pitado todavía el inicio. Entonces, le dije a ‘Máquina’, disimulado como quien no quiere la cosa, (Juan Antonio) ‘Máquina’, mirá a Tarzán cómo está... pasámela suavecita la pelota tal vez la meto desde aquí”.

El árbitro pitó,  “Máquinita Merlos, me la pasó suavecito. Yo le di, desde el centro de la cancha,  un mameyazo a la pelota así como venía, directo a la portería”. “Tarzán Alvarenga corrió para atrás, para atrás, para atrás, levantó las manos, arañó el aire, pero ya no pudo y la pelota entró bombeadita”



Vale mencionar, que “Cariota” Barraza junto a Juan Antonio “Maquinita” Merlos (San Miguel 1941- Santiago de María, 2014),  formaron  una dupla letal durante los años sesenta, colmando de orgullo y jubilo a la afición, en especial a la aguilucha.



TRAYECTORIA EN LA SELECCIÓN

Juan Francisco Barraza vistió por primera vez los colores nacionales el 15 de febrero de 1953 contra el equipo Palermo, que estaba constituido por extranjeros residentes en Guatemala. El partido se realizó en el estadio Flor Banca de San Salvador.

De esa manera comenzó el trajinar de Barraza, por los senderos de la selección, que vieron su máximo logro en 1954, cuando  la oncena cuscatleca logró la Medalla de Oro en los VII Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en México.

Ese fue el triunfo más grande del futbol salvadoreño, antes de la clasificación a México 70. Esa gesta fue inolvidable, porque le ganaron el juego decisivo a México 3-2 el 13 de marzo en el Estadio Olímpico de la Universidad Autónoma (UNAM), con anotaciones de Mario “Marilet” Montoya (2) y Ricardo “Chilenito” Valencia.



La oncena cuscatleca ganó invicta esa justa. Aparte del aztecazo ante la selección local, los resultados de ese torneo fueron los siguientes: empate 2-2 con Colombia (09/03/54), triunfo 3-1 sobre Cuba (12/03/54),  victoria 1-0 sobre Panamá (17/03/54).  Barraza anotó tres goles, uno ante Colombia, otro contra Cuba y el que selló la medalla de oro ante Panamá.   


Miguel Blandino en una crónica titulada “Hace 70 años: el golazo de Cariota contra Panamá” publicada el 20/03/2024 en el periódico virtual el Independiente relata: “Mi tío Mauricio acababa de graduarse en la Facultad de Medicina de la UNAM y estaba haciendo su especialidad de pediatría en el Hospital Infantil. Estuvo en cada partido y cuando recordaba aquel golazo de Francisco «Cariota» Barraza, sus ojos se volvían a poner llorosos y la voz le cambiaba”.




Los protagonistas de la histórica hazaña en tierras aztecas fueron: Manuel “Tamalón” Garay, Oliverio Gómez, Ricardo “Chilenito” Valencia, Calulo Hernández, Armando Larín, Yohalmo Aurora, Armando Moreno, Luís “el Loco” Regalado, Ramón Chávez, José Hernández, Fernando Barrios, Juan Francisco “Cariota” Barraza, Alfredo Ruano, Conrado Miranda,  y Mario Montoya. Todos dirigidos por Carbilio Tomasino.



Así como sucedió en los VII Juegos Centroamericano y del Caribe, en muchas otras ocasiones "Cariota" guío a los nuestros en tardes y faenas gloriosas sobre los engramados de la región. Al final de su carrera como seleccionado, el 8 de junio de 1969 en el histórico partido que perdimos 1-0 contra Honduras en Tegucigalpa rumbo al Mundial de México 70, Barraza había jugado 40 partidos y anotado 19 goles. 



El periódico virtual elsalvador.com el  9 de marzo de 2023 bajo el encabezado “Un día como hoy ‘Cariota’ Barraza arrodilló a Nicaragua” dio cuenta que el 1 de marzo de 1961, "Cariota", la mejor zurda de la historia del futbol cuscatleco,  le anotaba  cuatro goles a la selección nicaragüense. La Selecta en aquella ocasión ganó por marcador 10-2.




Bajo la dirección del entrenador argentino, Gregorio Bundio (1928-2015),  con motivo de las eliminatorias al Mundial de México 70, “Cariota” jugo cuatro partidos que sumaron tres victorias y una derrota: 6-0 contra Surinam (1/12/68) en San Salvador,  1-0 contra  y 2-1  contra Curazao los días 12 y 15 de diciembre de 1968 en San Salvador,  y la derrota de 1-0 contra Honduras el 8/06/69 en Tegucigalpa, mientras sonaban tambores de guerra. Anotó dos goles: uno contra Surinam y uno contra Curazao.

  


Por todo ello en 1982  el estadio de San Miguel inaugurado el 15 de noviembre de 1959, fue bautizado como “Juan Francisco Barraza”, en honor al más grande futbolista que ha dado la ciudad oriental. 



REFUERZO DEL SAO PAULO

Varios de esos engramados  más allá de nuestros fronteras “Cariota”  los visitó como jugador del Sao Paulo de Brasil en enero y febrero de 1964, que después de ver la calidad de Barraza lo incluyó en su plantel para dos giras, una en México y otra en San Salvador.




El periódico virtual elsalvador.com publicó el 08/10/2020   una crónica  bajo el título  “A más de cinco décadas del paso de Juan Francisco Barraza por el Sao Paulo brasileño”, en la que relata que días antes de salir jugo un amistoso con Águila ante el Slovan Bratislava de la otrora Checoslovaquia, donde lo anotó el único gol de los emplumados al considerado mejor portero del mundo de aquella época, Viliam Schroif (1931-2007), subcampeón mundial en Chile 1962.  





Y es que de acuerdo a las crónicas de años 60, fue parte de una gira que realizó el conjunto paulista en México en 1964, para ser parte del I Torneo Hexagonal de Fútbol en el Estadio Olímpico Universitario de la capital mexicana del 16 de enero al 13 de febrero.



En ese torneo el “Catedrático de la Zurda” vio minutos ante las Chivas de Guadalajara, Necaxa, Partizán de Belgrado, América y la selección nacional de Moscú, que se coronó campeona del hexagonal, si bien no pudo anotar en ese torneo, su participación fue aprobada por el equipo y los acompañó a la segunda parte de la gira, en San Salvador.





Ese segundo torneo era una triangular que se realizó para recolectar fondos que servirían para la construcción de la Feria Internacional, ahora Hospital El Salvador. Los partidos fueron en el Estadio Nacional Flor Blanca, ahora Jorge “Mágico” González. Los equipos participantes fueron Sao Paulo, Racing de Avellaneda y Nacional de Montevideo.




En el primer partido, ante el Nacional, el 16 de febrero de 1964, “Cariota” Barraza fue la gran figura al anotar el gol de la ventaja parcial sobre los nueve minutos, “fue producto de una bien hilvanada combinación surgida de la volantía, recibiendo seguidamente Faustino, quien cedió a Bené y este pasó la pelota a Barraza, que ni corto ni perezoso remató en las propias barbas del portero Sosa”, consigna El Diario de Hoy del día siguiente. El empate fue anotado por Roberto Mirabelli en el 39’.



"Cariota" pudo fichar finalmente con Sao Paulo, pero desistió de esa oportunidad que habría dado un viraje a su historia. Según versiones de los periodistas de la época, Barraza no se veía cambiar de ambiente, para recalar en un balompié que le era desconocido.  



TRIUNFOS COMO ENTRENADOR

Tras su época de jugador, se reinventó como entrenador, y formó al gran Águila campeón de liga 1972 y subcampeón centroamericano 1973. En 1972 el coronel Arturo Armando Molina candidato. Golpe de Estado frustrado en marzo. La golpiza al lider opositor José Napoleón Duarte   y su posterior exilio a  Venezuela. Pero “Cariota” Barraza estaba muy ocupado entrenando a un grupo de cipotes desde el año anterior.

El kínder de Barraza, le decían al equipo integrado por promesas que dejarían su impronta en el futbol criollo: Luis Abraham “el Muñeco”  Coreas, Baltazar Ramírez “el Pele” Zapata, Juan José “JJ” Polío,  Luis “el Capi” Rivas, Felix "Garrobita" Pineda,  José Ismael “Cisco” Díaz ... y fueron campeones. Después le ganó al Saprissa allá, en Costa Rica. Con FAS fue campeón en 1981 y dos años después, logró  su último título como entrenador  con Águila.

             

MUERTE

“Cariota” murió en  el Hospital Zacamil, jurisdicción de Mejicanos,  el 27 de diciembre de 1997, tras sufrir una crisis cardíaca. Barraza nunca dejó de ser una leyenda,  pero las nuevas generaciones no lo ven como una estrella. 



De las proezas de Barraza en los engramados no quedaron videos ni documentales, ni novelas. Solo quedaron  fotos color sepia, reportajes en  periódicos archivados en empolvadas hemerotecas  y vivencias fantásticas que se trasmitían de viva voz por quienes tuvieron el privilegio de verlo. El peso de "Cariota" Barraza se aprecia en su contexto.




No lo conocían ni en el estadio Barraza, donde le cobraban la entrada  y murió a los 62 años  bajo una pesada y censurable indiferencia pública.  Sin embargo,   por su entrega, sacrificio, virtuosismo técnico, patriotismo y perenne humildad, seguirá viviendo en el corazón de los salvadoreños que atesoran su recuerdo, como una de las máximas glorias del balompié cuscatleco.