martes, 15 de diciembre de 2020

DR.ARTURO ROMERO, EL HOMBRE SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN

Por Joaquín Rivera Larios




En la fase final del Martinato y en los años subsiguientes, mi progenitor fue seguidor del líder opositor, Arturo Romero López (1911-1965), médico oriundo de Tacuba, Ahuachapán, con estudios en la Universidad La Sorbona de París, Francia. De regreso a El Salvador en 1941, es nombrado jefe de una unidad en el Hospital Rosales y, al mismo tiempo, escribe en la prensa sobre temas sociales. Considerado “El hombre símbolo”, fundó en 1944  el Partido Unión Democrática (PUD). 

El doctor Romero adquirió el perfil de mártir cuando fue macheteado el 5 de abril de ese año en San Luis La Reina, Chalatenango, recibiendo varias heridas al momento de ser capturado, entre ellas una en la cara, cuando huía rumbo a Honduras, luego de erigirse en el líder civil del fallido golpe del 2 y 3 de abril 1944 contra el dictador, Maximiliano Hernández Martínez. 
          

El doctor Romero lideró un grupo de civiles que se tomaron las radios YSP y YSR, transmitiendo consignas a la población en apoyo a la revuelta.  Entre los que se tomaron la YSP figuraron dos mujeres Matilde Elena López y Maria Loucel y otras destacadas personalidades de la sociedad (médicos, periodistas, abogados y así por el estilo).                                                        
                                                           

Por este intento el doctor Romero fue condenado a muerte por un Consejo de Guerra el 10 de abril, junto con otras 43 personas, entre ellos  los militares general Alfonso Marroquin, coronel Tito Tomas Calvo, Tenientes Oscar Armando Cristales, Edgardo Chacón, Subteniente Miguel Angel Linares, Subteniente Ricardo Mancía Gonzalez, y los civiles, Agustín Alfaro Moran, Francisco Guillermo Pérez, los hermanos Tomas y Mario Calvo, entre otros.



Los epítetos que utilizó el fiscal, Tte. Cnel. Andrés Eulalio Castillo, en sus argumentos finales, fueron abundantes en  injurias contra el líder civil de la insurrección: "I-(sic) ese ente desconocido de ARTURO ROMERO...Oriundo de un pueblo de comunistas sin Dios ni Patria, era el hombre"; "hago  incapie (sic)en la culpabilidad de los civiles que al mando de ese ente demoníaco llamado ARTURO ROMERO, el otro tristemente celebre CHENCHO CASTELLANOS RIVAS y los demás...cuya sola mención de sus nombres cansa la lengua"; "héroes del infierno".  
  

Una vez sofocado el movimiento por la dictadura, los días 10 y 24 de abril siguiente se ejecutaron las sentencias de muerte para los demás rebeldes. En ambos rondas su fusilamiento la ejecución del doctor Romero  fue aplazada, posiblemente porque debido a su estado de salud se encontraba recibiendo asistencia en un hospital de San Miguel, hacerlo hubiera sido demasiado brutal. 

                                                                    


Un grupo de sus partidarios, entre ellos el estudiante de medicina, Fabio Castillo Figueroa, prepara un operativo para sacarlo del hospital donde se encontraba bajo custodia  y trasladarlo fuera del país, el cual no se lleva a efecto debido a que el general Hernández Martínez fue obligado a renunciar al poder, luego de la “Huelga de Brazos Caídos” y entrega la presidencia al general Andrés Ignacio Menéndez el 9 de mayo. Además, los fallos condenatorios que no se habían hecho efectivos quedaron sin efecto por la amnistía decretada ese día.                                                             

Posteriormente, el doctor Romero viaja a los Estados Unidos a tratar sus heridas y, a su regreso, es recibido multitudinariamente en San Salvador, figurando como una opción civil frente al régimen militar que llevaba ya trece años gobernando.                                                                                                                                 
Con la apertura democrática que dio el presidente interino, Andrés Ignacio Menéndez, quien decretó amnistía general para todos los presos políticos y abolió el estado de sitio, la oposición se reorganizó y cobró apogeo en los meses subsiguientes a la caída de Martínez.

Desde mayo de 1944, se inició una etapa de extraordinaria efervescencia política. Aparecieron varias organizaciones, entre ellas el mismo PUD, en cuya dirigencia figuraban muchos líderes de Acción Democrática Salvadoreña (ADS). Por otro lado estaba el Partido de Unificación Social Democrata (PUSD), cuyo líder era el general Salvador Castaneda Castro, a quien muchos consideraban una continuación del Martinato, pues había sido Director de la Escuela Militar y Ministro de Gobernación durante este período.                                                              

                                              
Pocas veces se ha producido en El Salvador un fenómeno tan grande de simpatía hacia una figura política, como el que suscitó el doctor Romero. Literalmente convocaba multitudes al grito de “¡Viva Romero!”. Gozó de especial popularidad entre las mujeres, por sus finos rasgos y elegante apariencia. De temperamento tranquilo y suave, se le veía pasar frecuentemente por las calles de San Salvador, del brazo de su esposa Coralia.

Con todo ese apoyo popular, se consideraba que Romero sería el próximo presidente de la República; proclamado candidato por el Partido Unión Democrática (PUD), lo que activa a sus detractores, entre ellos conservadores y los militares, por evitar su ascenso a la primera magistratura del país a toda costa. 






Así las cosas, el día 20 de octubre de 1944, el PUD realiza una numerosa concentración de sus partidarios en San Salvador. Este hecho fue la gota que rebasó la impaciencia golpista de los militares, que, al día siguiente, llevan a cabo un golpe militar contra el gobierno de Menéndez, y asume la presidencia provisional el coronel Osmín Aguirre y Salinas, quién suspende las elecciones que había programado el gobierno anterior, desatándose una gran represión contra los opositores, que los hizo desistir de participar en las elecciones de enero de 1945.

El 12 de diciembre un grupo de salvadoreños que habían emigrado a Guatemala, entre ellos el teniente Julio Adalberto Rivera, invaden El Salvador, para tratar de establecer un régimen democrático, pero después de dos días de combates, son derrotados. Para el doctor Arturo Romero que se encontraba en un campamento cerca de la frontera, significó su retirada de la vida pública.

El doctor Romero salió al exilio y en diciembre de ese año anunció su no participación en ese proceso a fines de diciembre de 1944, desapareciendo así del tinglado una de las figuras más carismáticas y queridas de la política salvadoreña.  


Cuando se celebraron las elecciones presidenciales de enero de 1945, tras retirarse las únicas candidaturas de oposición que habían quedado, las de Napoleón Viera Altamirano y del general Antonio Claramount Lucero, el general Salvador Castaneda Castro resultó ganador, tomando posesión el 1 de marzo de ese año.                   




El doctor Romero López se traslada a Costa Rica a inicios de 1945, ingresando a trabajar en el Hospital San Juan de Dios como médico asistente; posteriormente es nombrado jefe del Servicio de Dermatología y, luego, jefe del Servicio de Aislamiento. Tiempo después ejerció varios cargos en el Ministerio de Salubridad Pública, siendo el principal de ellos el de director del Departamento de Unidades Sanitarias del Ministerio de Salubridad Pública en donde se hizo cargo de un programa nuevo en el país, el de “Unidades Móviles”. Lo planeó, organizó y ejecutó en sus constantes visitas a los lugares más retirados de las áreas rurales del país.

Nombrado en la catedra de Salud de la Escuela de Pedagogía, después llamada de Educación, de la Universidad de Costa Rica. Escribe sobre dermatología tropical y enfermedades de transmisión sexual en revistas especializadas: Leishmaniosis tegumentaria en Costa Rica (Coautor, Revista Médica, 1946), “La esporotricosis en Costa Rica”, (Revista Médica, 1948), “El nuevo tratamiento de pacientes luéticos durante la estancia hospitalaria en el San Juan de Dios”. (Coautor, Revista Médica, 1954), etc. 

                                         

Fue un educador en materia de salud pública, fundador del Colegio Médico de El Salvador en 1943 y el mismo año de su muerte fue declarado por la Asamblea Legislativa de Costa Rica, el 28 de septiembre de 1965, como Ciudadano de Honor. 

En junio de 1959, la doctora Emma Gamboa Alvarado, en el acto de entrega del título de Profesor Honorario de la Facultad de Educación (Costa Rica), expresó:

“El doctor Arturo Romero dirigió en su Patria –El Salvador- una de las más puras luchas cívicas logradas en Centroamérica por el establecimiento de una auténtica democracia civil. Él fue elegido por el pueblo salvadoreño para regir el gobierno que habría de levantarse como movimiento nuevo sobre una tradición política militarista. A causa de ello fue perseguido y maltratado y Costa Rica, para bien nuestro, lo acogió con su ancha hospitalidad”. 




En junio de 1965 decide tomar unos días de vacaciones y acompaña a su esposa Coralia, quien viajaría en autobús a Honduras con sus alumnas de la academia de ballet. Salieron de San José el sábado 28; pasaron la noche en Nicaragua y reanudaron el viaje el domingo 29 para Tegucigalpa, en donde se presentarían en el Teatro Nacional Manuel Bonilla con el objeto de recaudar fondos a favor de la Liga Hondureña contra la Poliomielitis.

Con motivo de ese viaje, el domingo 29 de junio de 1965, el autobús en que se conducía se precipito en un abismo en Choluteca, Honduras, a la altura del Cerro Chinchayote, muriendo junto a 34 pasajeros, entre ellos su esposa Coralia Avila. Sobrevivieron únicamente 18 personas. El Auditórium de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica tiene en sus paredes una fotografía del Dr. Romero.



4 comentarios:

  1. excelente publicacion sobre nuestra historia.

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  2. Que gran istoria de la política de nuestro país en san luis dela reina ubo una señora que le dio diez sentabos y con los días el regreso y le regaló .bieticinco colones éso me contaba mi abuelo

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  3. Resumen muy claro y en mi opinión apegado a la verdad histórica. Trabajaremos para rescatar la memoria y los hechos históricos de tan importante personaje de la vida política de El Salvador

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