sábado, 5 de diciembre de 2020

NOVIAZGO CON LA SOLEDAD

Por Joaquín Rivera Larios




La soledad es un espacio propicio para la reflexión, para el auto conocimiento, para descifrar los intrincados sentimientos que brotan del corazón que es sumamente engañoso e impredecible. El escritor uruguayo José Enrique Rodó dijo: “Ayúdate de la soledad y el silencio”.

Es la ocasión perfecta para meditar en silencio, a fin de discernir lo aparente de lo real, lo falso de lo verdadero, lo correcto de lo desviado. Es la oportunidad de navegar de la incertidumbre a la certidumbre. El espacio perfecto para descubrir tu yo oculto, tu yo perdido, tu propósito en la vida.

La soledad tiene un lado amable y aleccionador, pues proporciona una oportunidad para perdernos, pero también para encontrarnos, para desentrañar el sentido de nuestra existencia, procurar la unión con el yo perdido, de cara a sentar los cimientos de un proyecto de vida noble y útil. Provee una plataforma para luchar contra la timidez, el sufrimiento y la vanidad.

Al leer y escribir ahuyentarás la sensación de estar solo, mediante la conexión con almas del pasado y del presente que desconocías, a quienes podrás escuchar con los ojos, al tiempo que irás develando los misterios del universo.

Las personas son cambiantes, fatuas, incomprensibles, fluctúan conforme varían las emociones y los intereses, depender del afecto y la comprensión de una compañía, es colocar la dicha bajo los designios de un juego de azar. 





Con las malas experiencias, los desengaños y deslealtades, va menguando el espíritu de sociabilidad. Las expectativas sobre las personas tienden a reducirse, así como el instinto sexual y la atracción hacia el sexo complementario empieza verse desde una óptica más racional y menos emotiva. 

No compres compañías vanas que a la postre vaciarán tu vida, drenarán tus energías, te llenarán de decepción. No llenes la soledad de espíritus mezquinos que te harán sentir más incomprendido. 


Si no puedes ser feliz en soledad, muy probablemente tampoco lo serás en pareja, congeniar con otra persona requiere tolerancia, paciencia y amplio criterio. Cuando la soledad es gravosa, es casi seguro que la compañía también lo será. No tengas expectativas de las personas ni esperes reciprocidad por tus buenas acciones, para no decepcionarte.

El desamor devasta como peste y es necesario fortalecernos internamente para conjurar las asechanzas de un entorno hostil e indiferente a nuestras necesidades afectivas.

                                                



Con frecuencia cuesta aguantarse uno mismo, con los hábitos molestos, manías, el infaltable cargamento de recuerdos perturbadores. Hay que extraer las virtudes de la soledad y luego practicarles en la vida social. Cultiva la paz interior y tu senda se iluminará, que la envidia, la traición, la maledicencia que te asechan, no envenenen tus sentimientos. 

La meditación, el silencio, la lecturas edificantes, los buenos sermones, la música positiva, nos abren la puerta para sanar las heridas, las ulceras, los arañazos, de tantos gritos, vituperios, blasfemias que nos han perseguido desde la infancia y que han causado estragos en nuestra autoestima.

Procura que los recuerdos que pueblan tus horas solitarias sean nobles, positivos y profundos, para que puedas disfrutar de estos periodos. Intenta rodearte de personas que energicen y enriquezcan tu vida. Arthur Shopenahuer escribió: “La soledad es la suerte de todos los espíritus destacados: a veces se lamentarán de ella; pero siempre la eligen como el menor de dos males”. 




Debemos descubrir el placer de estar con uno mismo. Saborear ese dialogo interior e íntimo que en un principio nos permita auscultar las malas emociones (los traumas, los resentimientos, los rencores) y luego contrarrestarlos con determinación, porque los sentimientos negativos nos revuelcan como cerdos en el fango de la miseria.

Con el vuelo del tiempo y a fuerza de reveses, estamos menos expuesto a la engaño, la vida se vuelve más predecible. Y el proceso que llevan los acontecimientos que antes veíamos nublado, lo vislumbramos con más claridad. El aislamiento y el trato consigo mismo se vuelven costumbre.

                                    

                                        
Busca un sentido a tu existencia, algo grande por lo que valga la pena vivir e inclusive morir. Hay que alimentar la memoria selectiva de vivencias exitosas y positivas, cultivar la amnesia de las anécdotas tormentosas. Hay que ensanchar nuestro lado luminoso, robándole terreno al lado oscuro que nos hunde en la codicia y el egoísmo.

Las quimeras que arden en tu mente y abrazas en tu corazón te hacen sentir acompañado, aunque estés solo. Los sueños bien administrados pueden iluminar tu soledad, recargar tus baterías, darle alas a los buenos pensamientos, alimentar tu creatividad y recuperar la fe en el amor, aunque a veces te haya herido.





No hay comentarios:

Publicar un comentario