Saltan a la vista en la vida cotidiana los ejemplos que la falta de control de la ira pueden arrastrar la ruina del individuo, pero hay múltiples ejemplos en el mundo del espectáculo que por el alto perfil mediático de las víctimas han causado especial conmoción social. María Félix
El individuo iracundo se asemeja a un volcán en erupción, cuya lava arrasa relaciones de pareja, familiares, laborales, que están en su círculo de influencia. Esta emoción es una explosión, una tormenta, o un trueno que se gesta al interior de un individuo y desata su fuerza destructiva de manera incontrolada en el exterior, causando estragos tanto en el agresor como en los agraviados.
Un ego a flor de piel y mal administrado, puede hacer que las frustraciones y remordimientos que nos aquejan, se desborden en estallidos de rabia al menor atisbo de ofensa. Es importante controlar el ego y así como debemos tomar medidas de precaución frente a la adulación y la manipulación, construyamos una coraza o un vallado frente a estímulos que puedan lesionarnos emocionalmente.
Es tan destructiva esta emoción que Jesucristo equiparo a la ira con el homicidio: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. (Mateo: 5:22).
Son varios los versículos de la Biblia que abordan efectos perniciosos de la ira: “No te alteres, que eso empeora las cosas” (Salmos 37:8). “En las muchas palabras no falta el pecado; el que es prudente refrena sus labios “(Proverbios 10:19). “Los justos sólo abrigan buenos deseos; la esperanza de los impíos es el enojo” (Proverbios 11:23). “Enojo lento, gran inteligencia; espíritu impaciente, demasiada necedad “(Proverbios 14:29). “Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad” (Proverbios 16:32).
Retrato de Pita Amor
Vienen a mi memoria dos celebridades mexicanas: la poetisa, actriz, modelo y declamadora, Pita Amor (1918-2000) y la actriz hollywoodense, Lupe Vélez (1908- 1944), ambas tuvieron finales calamitosos, derivados de no controlar sus fulminantes emociones.
Pita Amor tenía una personalidad explosiva, insolente, arrebatada, avasalladora, que no se dejaba dominar por nadie, denominada por amigos “la loca más cuerda”, otros la consideraban “un huracán difícil de aguantar”. Sus dotes excepcionales de escritora que revelaron la influencia de Sor Juan Inés de La Cruz, la inmortalizaron. No obstante, sus claroscuros eran extremos, en los oscuros era violenta y borrascosa, en los claros era radiante
y encantadora. Murió rozando la locura y en condiciones de pobreza, auxiliada por amigos del mundo del espectáculo.
Lupe Vélez
Lupe Vélez en su féretro observada por Mario Moreno Cantinflas y Jorge Negrete
Lupe Vélez, conocida por sobrenombres como “la dinamita mexicana”, encarnó en la pantalla grande y en la vida real a la mujer latina temperamental, explosiva, revoltosa e insolente, condimentando su carácter con un acento latino muy marcado, lo que le granjeó gran popularidad entre los cinéfilos. Sus arrebatos la llevaron a intentos de homicidio, hasta que la madrugada 14 de diciembre de 1944 se inmoló mediante la ingesta de un coctel de barbitúricos, luego de una fiesta. Murió sin lograr someter su carácter turbulento.
Lupe Vélez, conocida por sobrenombres como “la dinamita mexicana”, encarnó en la pantalla grande y en la vida real a la mujer latina temperamental, explosiva, revoltosa e insolente, condimentando su carácter con un acento latino muy marcado, lo que le granjeó gran popularidad entre los cinéfilos. Sus arrebatos la llevaron a intentos de homicidio, hasta que la madrugada 14 de diciembre de 1944 se inmoló mediante la ingesta de un coctel de barbitúricos, luego de una fiesta. Murió sin lograr someter su carácter turbulento.
Leyendo la vida de otra actriz de la época de oro del cine azteca, Alma Delia Fuentes, revela lo que sufrió al lado del mimo Cantinflas, durante el rodaje de la película “El Extra” (1964), quien dado su carácter irascible, la hacía llorar. Cantinflas desplegaba gran carisma y humanismo en la pantalla grande, pero según han contado quienes lo conocieron, en la calle, con sus compañeros artistas o en los sitios que frecuentaba, el actor se mostraba frío, hostil y soberbio.
Aunque muchos consideran que María Félix (1914-2002) no fue una buena actriz, su belleza
arrolladora y su presencia escénica inigualable, la mantuvieron en el
estrellato hasta convertirla en mito y fue un caso en que si bien su conducta
desdeñosa, altiva, soberbia, limitó muy probablemente su expansión artística, al punto de ser calificada como déspota y
grosera por otras actrices, entre ellas Katy Jurado, Silvia Pinal, Irma
Serrano, Dolores del Río, Columba Domínguez. Sin embargo, tal exceso al parecer no malbarató
su existencia, pues murió a los 88 años
provista de una cuantiosa fortuna.
Retrato de Pita Amor
El individuo iracundo se asemeja a un volcán en erupción, cuya lava arrasa relaciones de pareja, familiares, laborales, que están en su círculo de influencia. Esta emoción es una explosión, una tormenta, o un trueno que se gesta al interior de un individuo y desata su fuerza destructiva de manera incontrolada en el exterior, causando estragos tanto en el agresor como en los agraviados.
La ira es una pestilencia que suele arrastrar deshonra, vergüenza y desgracia a quien se deja llevar por ella. Puede hundir sus raíces en situaciones extremas que se remontan a aprendizajes erróneos de la niñez: por un lado, el niño que ha sufrido graves carencias afectivas: desamor, rechazo, menosprecio, y por otro lado, el que fue demasiado mimado, que suele convertirse en un verdadero tirano, cuando no lo complacen sus caprichos. El iracundo pareciera no tener válvulas adecuadas de escape, y no al poder expresar sus sentimientos y necesidades de manera adecuada, responde con un estallido de furia.
Entre los rasgos que definen la personalidad del iracundo figuran: baja autoestima, inseguridad, egocentrismo, soberbia, orgullo, falta de perdón, diversas formas de apego, irrespeto a la diversidad, timidez, inmadurez emocional. Este mal suele arrastrar otras secuelas: culpa, miedo, soledad, deseos de dominio, de venganza, de cambiar a otros, intolerancia a la crítica, necedad (creer siempre estar en posesión de la verdad).
Entre los rasgos que definen la personalidad del iracundo figuran: baja autoestima, inseguridad, egocentrismo, soberbia, orgullo, falta de perdón, diversas formas de apego, irrespeto a la diversidad, timidez, inmadurez emocional. Este mal suele arrastrar otras secuelas: culpa, miedo, soledad, deseos de dominio, de venganza, de cambiar a otros, intolerancia a la crítica, necedad (creer siempre estar en posesión de la verdad).
Un ego a flor de piel y mal administrado, puede hacer que las frustraciones y remordimientos que nos aquejan, se desborden en estallidos de rabia al menor atisbo de ofensa. Es importante controlar el ego y así como debemos tomar medidas de precaución frente a la adulación y la manipulación, construyamos una coraza o un vallado frente a estímulos que puedan lesionarnos emocionalmente.
Cantinflas con Alma Delia Fuentes
Así como contamina el espíritu y anula el buen juicio, lo que impide abordar de manera asertiva y edificante las circunstancias adversas, la ira puede socavar el cuerpo a través de diversas afecciones, a saber: Hipertensión, dolores de cabeza, depresión, problemas en el sistema gastrointestinal, estreñimiento o diarrea, problemas respiratorios, glaucoma.
Así como contamina el espíritu y anula el buen juicio, lo que impide abordar de manera asertiva y edificante las circunstancias adversas, la ira puede socavar el cuerpo a través de diversas afecciones, a saber: Hipertensión, dolores de cabeza, depresión, problemas en el sistema gastrointestinal, estreñimiento o diarrea, problemas respiratorios, glaucoma.
Es tan destructiva esta emoción que Jesucristo equiparo a la ira con el homicidio: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. (Mateo: 5:22).
Son varios los versículos de la Biblia que abordan efectos perniciosos de la ira: “No te alteres, que eso empeora las cosas” (Salmos 37:8). “En las muchas palabras no falta el pecado; el que es prudente refrena sus labios “(Proverbios 10:19). “Los justos sólo abrigan buenos deseos; la esperanza de los impíos es el enojo” (Proverbios 11:23). “Enojo lento, gran inteligencia; espíritu impaciente, demasiada necedad “(Proverbios 14:29). “Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad” (Proverbios 16:32).
Retrato de Pita Amor
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