Por Joaquín Rivera Larios
El trovador mexicano Nicho Hinojosa canta con todo sentimiento “Así son ellas”: “No hay que comprenderlas, solamente amarlas…” Circula por doquier aquella frase de Blaise Pascal: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Hay quienes piensan que si te pones a filosofar, a buscarle la "lógica" al romanticismo o encuadrar un sentimiento como si fuera conocimiento, entonces deja un poco de ser amor para volverse reflexión. Parafraseando a Jacinto Benavente amar cuerdamente es no haber amado nunca.
Parece una tarea infructuosa amarrar la pasión, el
sentimiento al entendimiento, a la inteligencia, para que la fuerza emotiva se
canalice por cauces racionales. Al parecer así piensa la famosa cantante
Shakira: “El amor y la razón son dos viajeros que nunca habitan juntos en el
mismo albergue: cuando uno llega, el otro se va”.
Algunos consideran que cuando encontramos el amor,
encontramos la razón, porque aquél le da sentido a la vida, nos proporciona un
motivo, un propósito para luchar, sacrificarse, trabajar por esparcir dicha
sobre el ser que nos cautiva.
Eduardo Galeano sostuvo que le gustaba la gente
sentipensante, que piensa y siente a la vez, sin separar la cabeza del cuerpo,
ni divorciar la emoción de la razón. Y en internet sale un meme que simula un
pequeño manual de miles de páginas denominado “Cómo entender a las mujeres”.
La canción “Cada cosa en su lugar”, entonada por Guillermo
Dávila en los ochenta, pone en el tapete de discusión esta dicotomía de razón
vrs. emoción: “Por qué no esperas un momento/busquemos la razón/Por lo qué hoy
tan solo hay dudas/en lugar de nuestro amor/tratemos de poner cada cosa en su
lugar…” Alguien escribía en la red que el amor es un deporte extremo de alto
riesgo. Y en efecto en un sentimiento que nos coloca en una situación
equidistante del gozo y del dolor.
Como se advierte, se ha creído errónea y peligrosamente que
el amor no hay entenderlo, solo sentirlo y disfrutarlo, y son justamente las
creencias que tenemos sobre el amor las que nos generan sufrimiento, aquellas
que indican que este sentimiento todo lo sufre, todo lo suporta, al no poder
desprendernos o desligarnos cuando las otra persona no nos quiere bien.
Erich Fromm despoja al amor de sentimentalismos y de enfoques
emotivos, para verlo como un arte que hay que cultivar, que demanda paciencia, concentración,
fe, disciplina y hacer a un lado el
narcisismo. Sostiene que es una práctica, no un sentimiento.
No hay que perder la fe en el amor, aunque muchas veces, hallamos resultado mortificados en su búsqueda. No perdamos el optimismo que
encontraremos ese ser complementario que sea capaz de iluminar nuestra
existencia, sin caer en esperas ilusas
de amores utópicos, como relata la historia de la Loca en el Muelle de San
Blas, que inmortalizara el grupo Mana, en su famosa canción.
En efecto, a veces emprendemos luchas infructuosas para
revertir realidades irreversibles, como querer reconquistar al ser amado,
desarticulamos o descuidamos nuestros proyectos de vida en un intento de
complacer a quien no nos corresponde, o nos sumergimos en estados de depresión
prolongados. Estas actitudes nos pueden llevar a empantanarnos en una relación
tóxica, de la que saldremos más lastimados. No aceptes una cruz, si puedes
elegir otro destino.
El sufrimiento que puede ser útil y fecundo es aquel que
genera progreso interior, aquel que tiene un sentido trascendente, cuando el
sufrimiento nos ayuda a encontrar un significado a nuestras vidas. Pero el
dolor que genera el desamor puede ser caldo de cultivo para emociones como la
ira, venganza, impotencia, tristeza, desesperación, devastación, incredulidad,
negación, baja autoestima, delirios, alucinaciones que pueden malograr nuestra
existencia.
Debemos focalizar todas nuestras fuerzas en construir amores
racionales que sublimen los talentos del ser amado y se encaminen hacia una
comunión en todos los aspectos con éste, buscando el bienestar integral de
nuestra pareja. Si no se logra esto no hay amor. Puede haber pasión y ésta casi
siempre está vinculada a la obsesión y ello puede en muchos casos distorsionar
el sentimiento amoroso.
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