viernes, 8 de abril de 2022

RACIONALIZAR EL AMOR

 Por Joaquín Rivera Larios


El trovador mexicano Nicho Hinojosa canta con todo sentimiento “Así son ellas”: “No hay que comprenderlas, solamente amarlas…” Circula por doquier aquella frase de Blaise Pascal: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Hay quienes piensan que si te pones a filosofar, a buscarle la "lógica" al romanticismo o encuadrar un sentimiento como si fuera conocimiento, entonces deja un poco de ser amor para volverse reflexión. Parafraseando a Jacinto Benavente amar cuerdamente es no haber amado nunca.

Parece una tarea infructuosa amarrar la pasión, el sentimiento al entendimiento, a la inteligencia, para que la fuerza emotiva se canalice por cauces racionales. Al parecer así piensa la famosa cantante Shakira: “El amor y la razón son dos viajeros que nunca habitan juntos en el mismo albergue: cuando uno llega, el otro se va”.

Algunos consideran que cuando encontramos el amor, encontramos la razón, porque aquél le da sentido a la vida, nos proporciona un motivo, un propósito para luchar, sacrificarse, trabajar por esparcir dicha sobre el ser que nos cautiva.

                                                

Eduardo Galeano sostuvo que le gustaba la gente sentipensante, que piensa y siente a la vez, sin separar la cabeza del cuerpo, ni divorciar la emoción de la razón. Y en internet sale un meme que simula un pequeño manual de miles de páginas denominado “Cómo entender a las mujeres”.

La canción “Cada cosa en su lugar”, entonada por Guillermo Dávila en los ochenta, pone en el tapete de discusión esta dicotomía de razón vrs. emoción: “Por qué no esperas un momento/busquemos la razón/Por lo qué hoy tan solo hay dudas/en lugar de nuestro amor/tratemos de poner cada cosa en su lugar…” Alguien escribía en la red que el amor es un deporte extremo de alto riesgo. Y en efecto en un sentimiento que nos coloca en una situación equidistante del gozo y del dolor.

                                                


    

Como se advierte, se ha creído errónea y peligrosamente que el amor no hay entenderlo, solo sentirlo y disfrutarlo, y son justamente las creencias que tenemos sobre el amor las que nos generan sufrimiento, aquellas que indican que este sentimiento todo lo sufre, todo lo suporta, al no poder desprendernos o desligarnos cuando las otra persona no nos quiere bien.

Erich Fromm despoja al amor de sentimentalismos y de enfoques emotivos, para verlo como un arte que hay que cultivar, que demanda paciencia, concentración, fe, disciplina y hacer a un  lado el narcisismo. Sostiene que es una práctica, no un sentimiento.

No hay que perder la fe en el amor, aunque muchas veces, hallamos resultado mortificados en su búsqueda. No perdamos el optimismo que encontraremos ese ser complementario que sea capaz de iluminar nuestra existencia,  sin caer en esperas ilusas de amores utópicos, como relata   la historia de la Loca en el Muelle de San Blas, que inmortalizara el grupo Mana, en su famosa canción.        

En efecto, a veces emprendemos luchas infructuosas para revertir realidades irreversibles, como querer reconquistar al ser amado, desarticulamos o descuidamos nuestros proyectos de vida en un intento de complacer a quien no nos corresponde, o nos sumergimos en estados de depresión prolongados. Estas actitudes nos pueden llevar a empantanarnos en una relación tóxica, de la que saldremos más lastimados. No aceptes una cruz, si puedes elegir otro destino.

El sufrimiento que puede ser útil y fecundo es aquel que genera progreso interior, aquel que tiene un sentido trascendente, cuando el sufrimiento nos ayuda a encontrar un significado a nuestras vidas. Pero el dolor que genera el desamor puede ser caldo de cultivo para emociones como la ira, venganza, impotencia, tristeza, desesperación, devastación, incredulidad, negación, baja autoestima, delirios, alucinaciones que pueden malograr nuestra existencia.

Debemos focalizar todas nuestras fuerzas en construir amores racionales que sublimen los talentos del ser amado y se encaminen hacia una comunión en todos los aspectos con éste, buscando el bienestar integral de nuestra pareja. Si no se logra esto no hay amor. Puede haber pasión y ésta casi siempre está vinculada a la obsesión y ello puede en muchos casos distorsionar el sentimiento amoroso.

                                        


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