viernes, 17 de junio de 2022

ALVARO TORRES, ARTIFICE Y PROMOTOR DEL ROMANTICISMO

Por Joaquín Rivera Larios

                        


Otras naciones con más tradición en el arte melódico, como México, Argentina, Venezuela, Colombia, Chile, tienen múltiples embajadores artísticos que transmiten la cultura y son referentes de la identidad de sus respectivos países, los salvadoreños solo tenemos un cantautor consolidado a lo largo y ancho de Latinoamérica y de Estados Unidos, donde goza de amplia aceptación con la comunidad hispana. Prueba de su éxito fue el ingresó al Salón de la Fama de los Cantautores Latinoamericanos en octubre de 2015. 
                                                    
     
                                                
No se puede aquilatar el talante artístico de Álvaro Torres, sin sopesar su procedencia de un país que no tiene relevancia en la industria musical a nivel internacional, sus orígenes rodeados de carencias materiales en su natal Concepción Batres (Usulután) junto a su madre, María del Carmen Torres, quien cortaba algodón, sus vivencias en el entonces semiurbano cantón San Luis Mariona, de la populosa ciudad de Mejicanos, de ahí que su ascenso al pináculo de la fama es doblemente meritorio.                                                 


Los recuerdos de su niñez, de su gente, de su terruño están prendidos en su memoria, y de alguna manera están plasmados en su canción “Reencuentro”. Álvaro describe su infancia en el área rural del país así: “el niño cortando algodón, llenando su tecomate de agua en el Río Lempa, persiguiendo un garrobo que se caía de los árboles de cedro, en aquellos ventarrones que habían, aquellos campos interminables blancos de algodón, el tren, el ferrocarril, aquellos viajes con mi madre a lo largo de todo el oriente, el miedo que me daba cuando yo lo veía de cerca, ver a los bichos corriendo”.
                                                                                                
Por aquello de los talentos innatos, hay que decir que la música corre por sus venas y arterias: su padre José German Ibarra era violinista en nuestro país del Mariachi Cuscatlán. Su progenitor al principio se opuso a su incursión en la música porque a su juicio los vicios que pululan en el medio artístico podían malbaratar la vida de su hijo. Al respecto es conmovedor el vídeo que se puede apreciar en YouTube, en el que don Francisco, el presentador chileno, tuvo la osadía de llevar a don German a Miami y presentarlo en su programa, para sorpresa de Álvaro, mientras éste promovía su disco El Ultimo Romántico en 1998.
                                                  

                                   
El primer recuerdo que tengo de Álvaro Torres es nebuloso y tuvo lugar el 2 de diciembre de 1978, cuando lo vi en televisión representando a El Salvador en el Festival OTI, con el tema “Gracias”, en el Teatro Municipal de Santiago, Chile, sintiéndome triste porque Álvaro solo obtuvo un punto en esta participación. La primera canción de su autoría que me cautivó fue  “Ángel de Ternura”, tema vibrante y pegajoso que resonaba en nuestras emisoras allá por 1981. En principio pensé que era una composición de Camilo Sesto.

Dos veces he tenido el privilegio de verlo actuar en vivo, la primera fue en el Estadio Jorge “Mágico” González, con motivo del Decimo Quinto Aniversario de los Acuerdos de Paz el 13 de enero de 2007 y la segunda fue el 28 de mayo de 2010, en los “Premios Nuestra Música”, auspiciados por radio YSKL La Poderosa, evento desarrollado en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO), acompañado por la Orquesta de Kiko Arteaga.      
                                                    
                                     
                                                            

Álvaro es sin duda es uno de los máximos exponentes del romanticismo, una especie de trovador nostálgico, que ha retratado y recreado diferentes facetas de lo que se suele llamar el amor de pareja, al tiempo que sabe describir complejos sentimientos, también ha sabido describir el erotismo más intenso. Ha escrito sobre el amor y el desamor, el encuentro y desencuentro, el miedo, la infidelidad, la felicidad y la desventura.
                                             
En esa dinámica creativa ha sabido describir y transmitir los más fluctuantes y azarosos sentimientos, como la pasión  más ferviente en la canción “De punta a punta”, la impotencia y la frustración de no poder entablar una relación de pareja en el tema “Solamente amigos”, a dúo con la extinta Selena Quintanilla.

                                                    
                                      
Narra el amor más puro e inspirador en “Mi amor por tí”, a dúo con Marisela, el desamor y la desolación en “Hazme olvidarla”, “De qué me sirve quererte” y “Mujer de nieve”. Retrata con maestría el amor filial hacia su hija en “Chiquilla mía”, la infidelidad en “Tres” y el temor en “Tengo miedo de amarte”. Del cariño al terruño da cuenta la canción “Reencuentro” o “Patria querida”, que ha adquirido en el imaginario colectivo la categoría de un segundo himno nacional.


Su universo creativo se ha extendido al campo de la música cristiana, impulsado por el hecho de haberse salvado de milagro de un accidente de transito ocurrido el 2 de agosto de 2008 cerca de la ciudad de Chalatenango, acercamiento con Dios que le granjeo en el 2010  una nominación  a los Latin Grammy como mejor disco en esa categoría  por el álbum "Muy Personal". 



En YouTube se aprecia el vídeo del tema "Tres", y allí encontré comentarios relativos a que las mafias de la televisión le cerraron las puertas en México a nuestro artista. Al respecto Álvaro expone en un documental sobre su vida artística producido por Meridiano 89 que no hubo química de parte del señor Raúl Velasco, presentador de “Siempre en Domingo” hacia él, lo que provocó que apareciera esporádicamente, no con la frecuencia que aparecían otros artistas. Sin embargo, sostuvo que su presencia en el programa fue trascendental.

La trascendencia de un artista es algo inconmensurable, nunca se puede saber a ciencia cierta que tanto puede influir en la vida y obra de sus seguidores. Álvaro Torres cuenta que un día lo aborda un muchacho que le dice: “Señor yo tengo que decirle esto, yo tengo que agradecerle a usted mi existencia, yo le acredito a usted mi paternidad, es que mis papás son cubanos y ellos se conocieron cuando usted grabo una canción que se llama ‘De punta a punta’, y con esa canción me hicieron a mí, así que usted tiene la culpa de mi existencia”. 





                                                                                                     
                                                            



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