domingo, 10 de noviembre de 2024

REMINISCENCIAS MUSICALES DEL COLEGIO

Por Joaquín Rivera Larios




En 1985 tuve el privilegio de ingresar al Colegio Bautista de San Salvador y alternar con una pléyade de jóvenes progresistas. Todo marchaba bien hasta que me reencontré con una pesadilla llamada matemáticas. Afortunadamente una compañera que no era un prototipo clásico de belleza, -pero también distaba mucho de ser la Mujer que no soñé que describe Arjona en su famosa rola-, al verme atribulado, se conmiseró de mí y en recreos y horas libres dispuso explicarme con pasmosa paciencia los indescifrables ejercicios.




Respondía al nombre de Susana y era un verdadero portento de inteligencia y buena conducta, lo que a la postre la llevó a ser la Alumna Integral de nuestra promoción. Desde que la veía llegar al colegio, sonreír y recorrer los pasillos en los recreos, en mi mente resonaba aquella inolvidable canción del grupo Menudo: “Susana te veo cada mañana/con tu falda azul marino/con cara de colegio sonríe al destino/Melena, de puro color platino…”

RECUERDOS CON TRASFONDO MUSICAL 

Sin duda los recuerdos más sentidos suelen tener trasfondo musical. Veía a mis compañeras de bachillerato más galantes en el Colegio Bautista y de inmediato recordaba “Cómo te va mi amor” (1985), el tema insignia del trio mexicano Pandora,  escrito por el cantautor nicaragüense Hernaldo Zúñiga, mas creo que no hubo adolescente en aquellos aciagos años que cuando contemplaba una chica, apreciaba sus gestos, la candencia de su caminar, se deleitaba con su mirada, se guardaba un suspiro, echaba a volar sus sueños y entre nubes de algodón no escuchara a lo lejos esa entrañable tonada: “Como te va mi amor, cómo te va/era en silencio la pregunta entre tu yo/eres feliz mi bien, sin engañar/porque a mi puerta el amor nunca volvió”.




 

Ciertamente, la adolescencia es una época crucial de cambios físicos, psicológicos y además es el período propicio para el romanticismo idílico, y el trío mexicano Pandora que emergió en escena en 1985 con fuerza telúrica, apadrinado por el tenor continental Pedro Vargas, de manera formidable nos obsequiaron los temas, las tonadas para dar cuerpo y forma a nuestros enamoramiento platónicos.





En la agitada, ilusa y febril mente de un adolescente la devoción por las actrices, cantantes que nos arrancan suspiros, se entrecruza con la admiración por figuras del entorno cercano en la que vemos reflejadas algunos dones o rasgos físicos o de personalidad que proyectan las luminarias del espectáculo. 



Y las bellas y carismáticas vocalistas de Pandora (las hermanas Isabel y Mayte Lascurain, junto con su prima Fernanda Meade) fueron un símbolo y un referente que alimentaba e inspiraba el romanticismo en aquellos turbulentos años.

EL ENCUENTRO CON JOHN FRANK 

En el colegio alterné con un contingente de jóvenes entusiastas y visionarios, entre ellos  figuraba un compañero con una enorme retentiva, Juan Francisco Segura, autodenominado John Frank, oriundo de San Juan Nonualco, departamento de La Paz, con admirable facilidad para las matemáticas, así como para escribir y hablar el inglés y por si eso fuera poco, una innata capacidad para la música: de manera autodidacta había aprendido a tocar guitarra y teclado, destrezas que lo volvieron el protagonista por excelencia de las veladas y actos escolares. No era extraño que participara en más de un número en una velada.




Pues bien, el contacto de primera mano con la música, fue cuando conocí a John Frank. Antes de John percibía la música como un espectador pasivo que se solazaba oyendo una melodía; gracias a él, comprendí las dificultades que encierran la creación y la ejecución musicales. Juntos tuvimos innumerables conversaciones sobre los modelos ideales de belleza femenina, fútbol, literatura, política, religión, música, guerra popular prolongada, familiares y amigos. Juntos compusimos algunas canciones y desahogamos nuestras penas y alegrías juveniles al son de una guitarra, ansiando atraer a las chicas que capturaban nuestra admiración.




En un convivio de nuestra Sección (Tercer Año B), se dio una de las puntadas musicales protagonizadas por John, en la que acompañado de su guitarra, y con los acordes de Casas de cartón, del grupo Guaraguao, musicalizó algunas vivencias escolares, dejando entrever que la entonces Directora no comprendía a los jóvenes de la sección.




TERCEROS EN DESCONCIERTO

El momento de mayor frenesí sobrevino de la mano del show “Terceros en Desconcierto”, que último año de bachillerato ofrecía como despedida al resto de compañeros. En el Colegio Bautista de San Salvador, era costumbre que los terceros años ofrecían show de despedida. El de nuestra promoción tuvo lugar en 1986 y se llamó “Terceros en Desconcierto”. Fue sin duda un momento de frenesí al calor de parodias, humor, sátiras, fono mímicas, dramatizaciones, coreografías de tonadas de moda, llamativos vestuarios, entre otros atractivos.
                                    


Aquella cálida mañana en el salón de actos el aire estaba saturado de energía y el ánimo colmado de emotividad, las luces multicolores brillaban con intermitencia y en medio del sonido estridente, que se apaciguaba cuando aparecían los animadores Jorge Portillo y María José Peresantos, se iban sucediendo las diferentes actuaciones.

Abrió el telón Eugenia de Lourdes Artiaga (Gema), personificando a una artista de hermosas facciones, espigada figura y cabello largo, Daniela Romo, con la versión en español del súper éxito “Yo no te pido la luna”, un tema que en italiano interpretó Fiordaliso.




Acto seguido irrumpió en escena Lenev Pérez, enfundándose el traje de Billy Ocean, con el tema, “When the Going Gets Tough, the Tough Get Going”, que fue el fondo musical de la película La Joya del Nilo, auxiliado en los coros por Mirna López, Jorge Meléndez y Rubén Regalado.
                                                    


Para personificar fielmente a James Brown, el Rey Soul, Agustín González se vio obligado a teñirse el rostro de negro, a gesticular como Brown y desplegar la coreografía que se aprecia en el vídeo de “Living in América”, un tema que formó parte de la banda sonora del film Rocky IV de 1985.
                                    


Lorena Zelaya, Gloria Renee y Patricia Orellana, arrancaron aplausos llevando de manera precisa el ritmo y los movimientos del despampanante trío de color Pointer Sister con el éxito "Jump", mientras Lorena Vigil hizo saltar al salón de actos emulando la presencia escénica y el lenguaje gestual de Whitney Houston en el vídeo del tema “How Will I Know”.

Mario Guerra hizo una fono mímica de Steve Wonders, con todo su grupo, estrella no vidente que cuando le tocó bajar del escenario no encontraba la salida; Juan Francisco Segura (John Frank) y Beatriz Guzmán, flanqueados por bailarines y bailarinas, hicieron lo suyo con “Caribe”, popular rola de salsa que cantaban Ángela Carrasco y Willie Chirino a mediados de los ochenta.




Pero la actuación más memorable fue la que protagonizó Odir Ruiz, el de más baja estatura de la promoción, con Sonia Mirna Osegueda Martínez, la chica más alta, en la que el primero cantaba “Pienso en ti”, de Fernando Ubiergo. El estruendo de las sonrisas de oreja a oreja dominó el salón de actos, y al bajar del escenario el cómico protagonista pasó a llamarse “Odir Ubiergo”.
                                              

 


Por cierto el mismo “Ubiergo”, cerró con broche de oro la velada, haciéndole de árbitro en una parodia sobre Rocky Balboa, que dio comienzo con la clásica música. Samuel Gálvez interpretó a Rocky y Francisco Cerna Castillo, encarnó a Iván Drago, el boxeador ruso. Así en medio de desaforadas carcajadas se cerró uno de los capítulos escolares más memorables.

No todo fue color de rosa, la velada musical trastabilló cuando por poco no pasa la férrea censura de la señora Directora, quien detectó contenidos que a su juicio reñían con la moral y aparente desorden en los ensayos. Por fortuna ese impasse fue superado por la feliz mediación de la Presidenta de la sección A, Ivanova Vaquerano y otros compañeros, y fue así como "Terceros en desconcierto" se constituyó en una de las páginas más renombradas de aquella fase colegial.


EL GRUPO DE ALABANZA 

Días después de “Terceros en desconcierto”, gracias a un préstamo de instrumentos que hizo la Iglesia Nazareth de San Salvador, los músicos de Tercero año “B” armaron un grupo de alabanza (entonaban entre otros cánticos el Salmo 113), figurando en los coros Claudia Jeannette Jiménez, Claudia Georgina Muñoz y Roxana Yanira Ayala, John Frank tocaba la guitarra, Samuel Gálvez la batería y Sandra Peraza el teclado. Ensayaban en la Iglesia Nazareth, pero la vida de esta agrupación fue fugaz.

Con mucha expectación la agrupación actuó en el auditórium del Colegio Bautista de Santa Ana, mi persona como maestro de ceremonias tuvo el honor de hacer una emotiva presentación, pero para sorpresa de todos, los escasos asistentes que estaban al inicio del concierto se fueron retirando poco a poco. Al final el recital solo lo escucharon tres o cuatro alumnos del colegio santaneco. Siempre recordaré con cierta tristeza aquel auditórium vacío, como una muestra de la indiferencia, displicencia y hasta del rechazo que suele sufrir el artista que con tanto esfuerzo prepara su obra.




El rechazo no termino allí. A mediados de 1986 yo mataba el ocio escuchando en una vieja radio casetera a “Runaround sue” (Leif Garret), “el Tigre” (Cesar Costa), “Buen rock and roll esta noche” ( Enrique Guzman y Los Tin Tops). En 1982 mi hermano César Edmundo (1949-2021) grabó “el Tigre” en un disco de vinilo 45 revoluciones y yo abrigaba la esperanza de entonar ese tema en una velada escolar, cuya versión original en inglés “Tiger” fue grabada por el cantante estadounidense Fabian en 1959. 

Insistí con John Frank, para lograr el acompañamiento de los músicos que integraban el grupo de alabanza, pero al final John me confesó que aquellos no querían, aduciendo que yo carecía de métrica y desentonaba. Así se abortó la tentativa más relevante que tuve de pararme en un escenario y cantar frente a un público.




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