martes, 14 de mayo de 2019

TRAS LA HUELLA DE LAS ESTRELLAS DE CINE


Por Joaquín Rivera Larios




Gabriel García Márquez le atribuye a uno de sus personajes en “Cien Años de Soledad” una singular opinión: “El cine es una máquina de ilusión, que no merecía los desbordamientos del público”. El séptimo arte proyecta imágenes que pueden no ser reales, pero producen realidades. La industria de la ilusión es altamente lucrativa, modela conciencias e incide en el imaginario colectivo, generando impresiones imborrables.



San Francisco es una ciudad con espléndidos paisajes costeros, imponentes rascacielos, emporio de las artes y centro tecnológico. Simboliza un modelo de vida liberal que le ha granjeado el epíteto de “Verano del amor”, pero también ha sido escenario de verdaderos clásicos del séptimo arte que han constituido auténticos paradigmas para producciones sucesivas.



Gracias a la gentileza de Myrna y Dustin Pearson, he transitado algunos parajes que han recorrido las luminarias del espectáculo. Al pisar esas locaciones, se percibe un viento de luz tenue que nos remonta al momento en que fueron filmadas las escenas, aun se siente la fuerza expresiva de los actores en cada caracterización. Un halo de nostalgia se respira al echar de menos a algunas estrellas ahora desaparecidas.

                                    
En estas costas se filmó “Vértigo” (1958), dirigida por Alfred Hitchock y protagonizada por James Stewart y Kim Novak. Recorrí la orilla de la costa donde en un arranque suicida Medeleine Elster (Kim Novak) se lanza a las frías aguas que bordean el Golden Gate. Justo allí, a la par de lo que fue un fuerte militar, John Ferguson (Stewart) se lanza al océano en un arrebato de osadía para arrancar de las garras de la muerte a la bella desvanecida.




Aprecié el exterior de una casa de esquina, ubicada en la Calle Lombard Jones, donde se dramatizó una tórrida escena de amor de este clásico de suspenso psicológico; y recorrí el Palacio de Bellas Artes, con estilo romanesco, circundado por una laguna artificial, en cuyos alrededores se paseó la elegante pareja de protagonistas.



En el distrito Castro, que es un centro de confluencia de la comunidad homosexual, en el que flamean muchas banderas gay, visualice el Teatro del mismo nombre y el local donde operó la venta de cámaras Castro Camera, locaciones donde se filmó “Mi nombre es Harvey Milk” (2008), film estelarizado por Sean Penn que rinde tributo al activista de los derechos LGTBI que llegó a ser concejal de la Alcaldía de San Francisco, convirtiéndose en el primer funcionario abiertamente homosexual en ocupar un alto cargo en Estados Unidos.
                                        

Caminé los mismos pasillos y escalinatas del San Francisco City Hall (Palacio Municipal) que recorrió el 27 de noviembre de 1978 Dan White cuando se dirigía a asesinar al Alcalde George Moscone y al concejal Harvy Milk, episodio que también registra la película. Este monumental edificio, erigido en 1915, también fue testigo de la boda de Marilyn Monroe con el beisbolista Joe Dimaggio el 14 de enero de 1954.


                                

La prematura extinción de Marilyn Monroe el 5 de agosto de 1962, ha generado un duelo perenne y agigantado su mito. Cualquier paraje relevante en que su escultural estampa haya permanecido, reviste para sus fans un valor histórico y turístico incalculable. Así pude contemplar la fachada de una casa ubicada en el distrito de la Marina, donde habitó Marilyn con Dimaggio, durante su fugaz matrimonio que solo duro 9 meses.
                                          

 
        


Otro de los parajes que contemplé fue el exterior de una casa con largas gradas externas, ubicada en el vecindario West Portal, donde filmaron escenas de “Jamine Azul” (2013), dirigida por Woody Allen y estelarizada por Cate Blanchette y Alec Baldwin. El film retrata el ocaso de una mujer de la alta sociedad neoyorquina que a consecuencia del desmoronamiento de su estilo de vida de glamour y despilfarro, se ve en la necesidad de sumergirse en un mundillo de pobreza y vulgaridad en la Bahía de San Francisco.


Una noche recorrí el exclusivo vecindario Seacliff y en la calle El Camino del Mar, vi la casa que habitó el comediante Robin Williams con su familia, antes de trasladarse a vivir con su nueva esposa Susan Schneider, a la ciudad Tiburón, condado de Marin, donde se suicidó el 11 de agosto de 2014. También visité Pacific Hights, otro vecindario acaudalado, donde vi la fachada de una residencia que simboliza el legado cinematográfico de Robin Williams y es donde se filmó “Sra. Doubtfire, papa de por vida” (1993). Esta residencia fue colmada de ramos florales y cartas cuando el mundo se estremeció con la noticia del suicidio.


Además, tuve la fortuna de visitar los contornos de los edificios de Lucasfilm, propiedad de George Lucas, el creador de la saga La Guerra de las Galaxias, ubicado en el parque Presidio, donde aprecie 
una estatua del diminuto Maestro Yoda, en el centro del complejo. Y al interior de los edificios se observan esculturas de Dart Vader y de Storm Trooper. George Lucas al igual que Walt Disney ha construido un universo con sus personajes y aventuras, que le ha permitido producir también videojuegos y películas de animación.












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