viernes, 8 de enero de 2021

SIEMPRE HAY ALGO MÁS

Por Joaquín Rivera Larios



Cuando era un mozalbete me inspiraba en algunas tonadas de la música popular “Siempre hay algo más” “A partir de mañana”, de Alberto Cortez y “Cantares” de Joan Manuel Serrat, entre otras, plagadas de filosofía de la vida que inyectan anhelos de superación. Como una predicción Cortez escribió “A partir de mañana”, justo cuando cumplió cuarenta años y estaba a la mitad de su vida, ya que murió cuando rozaba los ochenta años.

Cumplir años es una sensación agridulce: por un lado, paladear el privilegio de estar vivo, de despertar cada mañana con una ilusión, de sentirnos todavía pasajeros del globo terráqueo; y por otro, la sensación desgarradora que nos aproximamos inevitablemente a ese árido e insondable terreno de la vejez que trae consigo un descenso gradual de las facultades físicas y mentales y un aumento del riesgo de enfermedad. 


Cumplir años es interiorizar que en la cuenta regresiva cada día inevitablemente nos aproximamos al fin, pero también es una oportunidad de ser arquitectos de un nuevo destino. Cada día nos provee la oportunidad de volar otros cielos, de surcar nuevos mares, de reparar agravios, de trepar muros para ver el rostro del futuro. Cada día es un lienzo para colorear nuestra impronta personal, una oportunidad de consolidar el legado espiritual que nos permitirá trascender.

A los quince años leí "El hombre mediocre" de José Ingenieros y encontré pensamientos que me martillan a cada hora y que me han dado por igual penas y satisfacciones: “El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad…su característica pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios ”. En tanto, “el hombre superior …es precursor de nuevas formas de perfección, piensa mejor que el medio en que vive y puede sobreponer ideales suyos a las rutinas de los demás”.


La reflexión del poeta español Antonio Machado, que murió exiliado en Francia, inserta en la canción de Serrat de 1969 también me ha resonado como estribillo a lo largo de mi existencia: “…Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar…"






                                            
Algo que me marco también fue leer el libro los “Siete hábitos de las gente altamente efectiva”, en el su autor Stephen R. Covey, nos sugiere que para proyectar la personas que debemos ser, debemos imaginarnos nuestro funeral y pensar que quisieran que dijeran de nosotros frente al ataúd nuestra esposa, nuestros hijos, demás familiares, amigos y compañeros de trabajo, al hacer un recuento de la forma en que enriquecimos sus vidas. Covey nos invita a preguntarnos: ¿Qué carácter te gustaría que ellos hubieran visto en ti? ¿Qué aportaciones, qué logros te gustaría que recordasen? ¿Cómo te gustaría haber influido en sus vidas?
                                                        

                                                
Aunque quizá sea un postulado que he atropellado en mi trajinar también me dejó profunda huella el lema de la Universidad José Matías Delgado en la que estudié: “Omnia cum honore” (“Todo con honor”), esa actitud que nos mueve a actuar correctamente, a reconocer los méritos de los demás, a no obtener beneficios indebidos, a no atropellar la dignidad de la gente y tratarla con deferencia. En mis cavilaciones, traigo a cuenta frecuentemente esta frase: “Una reputación honorable es un segundo patrimonio”.



                                                

                                                    
Hay que analizar y vigilar el efecto de nuestros actos, algunos de los cuales seguirán surtiendo efectos después de nuestra muerte. Por el ejercicio del notariado, me ha correspondido oficiar muchos matrimonios. Hubo un momento en que vi el matrimonio como un acto rutinario más, hasta que comprendí la trascendencia benéfica que un matrimonio sólido, cimentado en valores puede tener para los hijos, la familia, la sociedad, inclusive para la economía del país, si la pareja logra prosperar sobre la base del trabajo honrado. 

Pensé que de esa unión podría desprenderse la felicidad de varias generaciones de descendientes, a partir de esta compresión trate de darle al acto toda la importancia y la solemnidad que un notario podía darle. Reflexioné que las fotos de esa boda serán un tesoro para los hijos que aún no han nacido.



La combinación de estos pensamientos me dio un ideario: por un lado, el deber de ser original, de luchar a mi manera muy peculiar contra esa lastre de la mediocridad, de erigir una personalidad acentuadamente diferente para enriquecer con mi unicidad el entorno y dejar un buen recuerdo, porque con el tiempo solo seremos una imagen que será recordada ; y por otro lado, la posibilidad de explorar nuevos mundos, de abrir sendas que otros puedan transitar.
                                            

La vida me ha dado una familia, un hijo que en mi mente adolescente dibujé, cuyos sueños yacen en otro territorio, cuyos ideales gravitan en otra galaxia inasible para mi entendimiento, pero pese a esa brecha entre su mundo y el mío, es una razón para luchar, para no desmayar, para soportar las pruebas, para buscar la luz al final del túnel. Me recuerda cada día que debo ponerle cimientos firmes a los castillos en el aire que tantas veces he construido.


En ocasiones hallo sosiego en tonadas de Alberto Cortez, el cantor de mi juventud, y vuelvo a escuchar con un dejo de nostalgia, pero con la misma emoción adolescente “Siempre hay algo más”. Este tema recuerda que siempre hay algo más, rosas para dar en lugar de espinas, un abrigo que dar al desvalido, algo que salvar de un naufragio, algo que rescatar de una causa perdida. Sobre todo luces que tener encendidas. Como sugiere el cantor, es imperativo crecer, aprender y madurar, porque siempre hay algo más, algo más allá de la propia muerte.


        

2 comentarios:

  1. Gracias por compartirlo Lic Rivera, es un gusto y un privilegio tenerlo como compañero, me agrada mucho su lectura

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  2. Que bueno que comparta ese pasajes de la vida

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