martes, 10 de mayo de 2022

BIBY GAYTAN, "LA BARBIE MORENA"

Por Joaquín Rivera Larios

 


Pocas carreras han sido tan ascendentes y fugaces como la de Biby Gaytan que generó una fascinación superlativa a su paso por las bandas “Timbirichi”, “Muñecos de papel”, o bien cuando actuó como solista. La cámara se rindió a sus pies en novelas como “Baila conmigo”, “Más que alcanzar una estrella” y “Dos mujeres, un camino”. Basta que agitara los brazos, se desplazara de manera sensual sobre la playa, la piscina o el escenario, desplegara su cuerpo escultural sobre un aposento o diera un pasito de baile para que los espectadores entraran en shock y la ovacionaran.                                                         

                                                                 

   

Desde cualquier ángulo o pose que se le contemplara, Biby cautivaba. Tenía la gracia, el porte, la magia, la femineidad, el carisma, la sonrisa, la hirviente sensualidad, que la elevaron a la categoría de la Barbie morena, por sus peculiares y esplendentes rasgos físicos. La huella del ballet clásico se advertía en la prestancia, en sus fluidos y gráciles movimientos. Nada que ver con los prototipos más convencionales de bellezas anglosajonas que usualmente nos cautivan.
                                                                    


                                                                            
Nacida en Tapachula, Chiapas, el 27 de enero de 1972, el talento artístico con el que cautivo a sus fans hasta el delirio tiene raíces genéticas, al tiempo que se pulió y acrecentó en el ambiente familiar: es hija de la maestra de ballet clásico Silvia "Bibi" Barragán y del arquitecto Daniel Gaytán. Tiene cuatro hermanos que han figurado en el ambiente artístico, entre ellos, Gonzalo "Chacho" Gaytán, quien formó parte de los grupos musicales Gravedad Cero y de Sentidos Opuestos y hoy en día es uno de los compositores musicales más importantes de México;  Daniel "Mano" Gaytán, quien también fue parte de Gravedad Cero y el exitoso grupo Timbiriche. 

                                                                                                           
                                            

La única vez que Biby Gaytán paseó su curvilínea estampa en un escenario salvadoreño fue el 8 de diciembre de 1992, con motivo de la primera presentación de Siempre en Domingo en El Salvador, que tuvo lugar en el CIFCO, ocasión que hizo las delicias del público con dos temas que sonaron fuerte “Mucha mujer para ti” y “No me importa”. Para ella la sensualidad era una cuestión de actitud, no de maquillaje, peinados ni de ropa provocativa y esa concepción la proyectaba al contonear su esbelta silueta sobre la tarima, mientras el público absorto la observaba. 
                                                                    

                  

 
                            

Escudriñando en la red alguna otra conexión de la “Barbie morena” con nuestro terruño, me encuentro con un vídeo en YouTube titulado “Biby Gaytan en El Salvador” que data del 2011 relativo a una imitación de Biby que escenifica la modelo y conductora salvadoreña Celina Chanta en un programa matutino de variedades de Canal 12. Y las criticas que fluyen en la red en su mayoría son ácidas hacia Celina, y es que no es fácil calcar la peculiar capacidad de hacer suya una tonada, de inyectarle sentimiento y emotividad a la interpretación, es muy fatigoso  replicar  esa milagrosa habilidad de conectar con el público, hasta llevarlo al éxtasis, exclusiva de artistas ungidos.
                                                            
                                                

Siendo todavía un mozalbete, ver a Biby Gaytan recorrer la playa en el vídeo de la canción “Tan solo una mujer”, cuya letra es de Ricardo Arjona, me aceleraba el ritmo cardíaco, al tiempo que me hacía reflexionar sobre las apariencias y espejismos que suelen estremecer la vida de las estrellas del espectáculo: por un lado, bajo los reflectores despliegan su fulgurante presencia y concitan la admiración colectiva, pero en privado son seres apesadumbrados, carentes de amor y caricias emocionales.












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