domingo, 16 de junio de 2024

EL MULTIFÁCETICO ABOGADO ERNESTO ALFONZO BUITRAGO

Por Joaquín Rivera Larios




Conocí al doctor Ernesto Alfonzo Buitrago, cuando fungió como Jefe de la Unidad de Resoluciones y Seguimiento de la PDDH(1995-1998), durante el mandato de la Procuradora Victoria Marina Velásquez de Avilés. Recuerdo que era inquieto, muy dado a debatir temas jurídicos y con una gran inclinación a la docencia. Entre bromas y risas, se destacaban a nivel de vox populi sus ímpetus don juanescos y su estilo noviero. Desconozco si este curioso aspecto de su chispeante personalidad es mito o realidad.

                                            



El doctor Buitrago tenía temple, proyección social, sentido de humor, una innata habilidad para el sarcasmo y le gustaba tomar la palabra en eventos. Cuando murió la compañera Erlinda Mojica, del Departamento de Denuncias de la PDDH, allá por el año 2000, quien creo fue alumna suya en la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer (USAM), a la par del féretro tomó la palabra en el camposanto ante una multitudinaria concurrencia y enalteció las cualidades de la fallecida, enfundado en un impecable traje negro, camisa blanca y corbata negra. Sabía ser solemne en sus intervenciones.
                                    


Como una singular muestra de su aguda inteligencia, recuerdo haber visto un memorándum que dirigió a sus colaboradores de la Unidad de Resoluciones y Seguimiento, en el que hacía un escrupuloso diagnóstico de las inconsistencias y vacíos que advertía en los proyectos de resolución, señalaba que se copiaban modelos de casos que no eran aplicables y no se adecuaban al hecho objeto de la resolución. Analizaba la calidad y la congruencia de la motivación que advertía en los proyectos, al tiempo que hacía recomendaciones muy puntuales para mejorar el trabajo.

                                


Aparte de las dotes oratorias y las habilidades histriónicas de las que el entonces bachiller Buitrago hacía gala en las vistas publicas, una edición de Diario El Mundo que data de 1970, bajo el encabezado “El José José de la Fiscalía”, da cuenta de otra cualidad del futuro abogado penalista, el don para el canto, publicando su foto mientras entonaba en una sala de audiencias “La nave del olvido”, icónica tonada del “Príncipe de la canción”, cuya entonación adecuada demanda una buena técnica vocal.

ABOGADO PENALISTA

En los años setenta, ochenta y noventa se labró un nombre en litigios penales, se le solía ver presuroso en los corrillos de los juzgados y tuvo presencia en casos de relevancia mediática. No era extraño que el doctor Buitrago oscilara en situaciones extremas: por un lado, era capaz de tener intervenciones geniales en litigios, bien sea verbalmente o por escrito; y por otro, incurrir en olvidos o errores que no le ocurren a un litigante con meridiana capacidad. Pero era alguien que se entregaba con pasión a su oficio de abogado penalista y no pasaba inadvertido.
                                    


Cuando ejerció la jefatura en la PDDH se le vinculaba a la defensa del caso INSEPRO-FINSEPRO, la mayor defraudación financiera en la historia del país hasta esa época, en la que se vio involucrado Roberto Mahies Hill, en ese tiempo representante del sector empresarial de ARENA, escandalo legal que estalló en julio de 1997 y desembocó en un veredicto absolutorio el 8 de junio de 2001. 

ESTUDIOS Y TRAYECTORIA PROFESIONAL

Abogado y Notario, graduado el 2 de julio de 1971 de la Universidad de El Salvador, su tesis versó sobre “La tradición del dominio y demás derechos”, con estudios superiores en Teoría Jurídica del Delito, Derecho Procesal Penal y Casación Penal. Fue Ponente en el Primer Congreso de Estudiantes de Derecho de El Salvador; en el Panel “Proceso de Paz en El Salvador; Informe de la Comisión de la Verdad, Aspectos Penales”, organizado por la UCA; en “la Primera Jornada de Estudios de la Abogados de El Salvador”

                                    

Docente de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal en las Universidades de El Salvador, José Simeón Cañas (UCA), Doctor José Matías Delgado, Salvadoreña Alberto Masferrer, Nueva San Salvador, en la que fue Decano de la Facultad de Derecho. En esta última universidad fue designado para que constituyera y formalizara los Planes de Estudios y por ende la fundación de dicha Escuela de Derecho.

En la producción jurídica, ha sido co-autor, juntamente con los juristas españoles Beatriz González Sánchez y Eduardo López Palomo, del texto ROL DEL DEFENSOR PÚBLICO EN EL NUEVO PROCESO PENAL SALVADOREÑO, patrocinado por la Procuraduría General de la República, bajo patrocinio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

CUENTOS DE ABOGADOS

En el 2006 Ernesto Alfonzo Buitrago, nos premió con sus famosos “Cuentos de Abogados”, gracias a una publicación de la Dirección de Comunicaciones de la Corte Suprema de Justicia, en la que relata de forma jocosa e ingeniosa vivencias que tuvo como estudiante de la Universidad de El Salvador, Fiscal, Juez Quinto de lo Penal de San Salvador y como abogado en el libre ejercicio de la profesión.



Veía el libro en los estantes de los Juzgados de Paz que como juez suplente me tocaba cubrir, y lo hojeaba con avidez. Posteriormente lo obtuve préstamo interbibliotecario gracias a una valiosa gestión de la licenciada Blanquita Ramírez, Jefe de la Biblioteca de PDDH, que lo requirió a la biblioteca del Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ), apreciando como reliquia la dedicación que hace el autor del libro a David Gonzalo Cabezas (QDDG), entonces Presidente del CNJ.

Me deleitó la agudeza y picardía con que relata las anécdotas de los procesos penales y las vistas públicas, especialmente las narraciones concernientes a delitos sexuales, con la intervención de los memorables jurados. Son particularmente jocosos los cuentos “La cuádruple violación” y “El violador que escondió el arma”.
                                                    

Me impacto como relaciona la obra de Oscar Wilde “El Retrato de Dorian Grey” (1891) en el cuento “El inglés Dorian Grey en el foro salvadoreño”, cuando asocia el personaje literario con un adolescente chalateco de tez blanca, tranquilos ojos claros  y bien parecido a quien le toco acusar por un abominable homicidio. Al final su talente adolescente y buena pinta, le ayudaron a que se dejara sin efecto la condena, por haber sido declarado menor de edad.  


Buitrago pone en evidencia en sus amenos relatos que los jurados de antaño, además de sobornables, eran especialmente proclives a sucumbir ante ardides y a ser impresionados con discursos chocarreros que buscaban despertar lástima por el imputado como lo narra en “La viejita alquilada” y “El Preso que no fue maje”, ya que con frecuencia daban veredictos basados en aspectos subjetivos o extralegales.


En sus cuentos “La confesión en los tiempos de Conciliación” y “Los logros de la Confesión” censura el uso abusivo de la confesión obtenida por tortura que se utilizaba como la prueba por excelencia para obtener veredictos condenatorios, sin realizar una investigación exhaustiva del delito en los tiempos en que gobernaban los militares bajo la egida del Partido de Conciliación Nacional (PCN).

En el acápite “En cumplimiento de una Judicatura”, relata las experiencia que tuvo cuando asumió el Juzgado Quinto de lo Penal, a requerimiento del doctor José Roberto Oliva, entonces Magistrado de la CSJ, la cual era presidida por el doctor Miguel Antonio Granillo (1979-1982), aunque no menciona la fecha por los sucesos que relata y los personajes que involucra, se entiende que fue en 1980, cuando muchos jueces que venían de los gobiernos pecenistas fueron destituidos y reemplazados por abogados jóvenes que se suponía tenían pensamiento progresista.





Estando de juez le toco abordar la detención de Juan Chacón, del Bloque Popular Revolucionario, quien a su juicio fue consignado a su tribunal sin evidencia que respaldaran la acusación y de los insurgentes que se tomaron el local del Partido Demócrata Cristiano (hecho que fue perpetrado el 29 de enero de 1980 por las Ligas Populares 28 de Febrero), mostrándose defensora en ambos casos Marianela García Villas, quien fue su vecina en la infancia y adolescencia en un tranquilo barrio de San Salvador, donde juntos crecieron.
                                                

Narra que también le fue consignada en su Tribunal Norma Fidelina Guevara, a la sazón directiva del partido Unión Democrática Nacionalista, UDN, y posteriormente miembro prominente del FMLN, quien como muchos otros salvadoreños valientes, a juicio del autor, habían salido a la palestra política con reclamos al gobierno y participaciones populares en contra de éste, por lo cual le acumularon el delito de distribución de propaganda subversiva que no se probó, lo que motivó que no tuviese problemas para emitir su respectiva resolución de libertad.

En el acápite “Amenazas a un juez”, narra sin especificar la fecha ni el presidente de la República que ordenó la ocupación de la Universidad de El Salvador en julio de 1972, su indignación por la destrucción del patrimonio, pues con la ocupación se destruyeron innecesaria y bestialmente las bibliotecas, laboratorios, equipos médicos, odontológicos, farmaceúticos, archivos académicos, etc.

Además, refiere  literalmente que las fuerzas de ocupación  se robaron muebles y equipos de toda índole y que los invasores llegaron al extremo de rasgar con las ballonetas cuadros pictóricos de celebres personajes de la cultura salvadoreña, entre otros, el de Alberto Masferrer, Francisco Gavidia, etc.
                                                

En la presentación del libro que figura en la contraportada, el expresidente de la CSJ ,ex Ministro de Relaciones Exteriores y literato, Alfredo Martínez Moreno (1923-2021),  destaca el elemento moralizador y cívico que realza el valor narrativo de la obra, al atreverse el doctor Ernesto Alfonzo Buitrago a dar a conocer un conjunto de pensamientos y máximas de su autoría, que dignifican aún más esta respetable irradiación de su intelecto.

DECESO

Según una página web de la Asamblea Legislativa, en la Plenaria 22 celebrada el 18 de octubre de 2012, se tributó un Minuto de silencio por el fallecimiento del doctor Buitrago, destacado abogado, esposo de la doctora Anita Calderón de Buitrago, ex Magistrada de la Corte Suprema de Justicia (1994-2003), ex Procuradora General de la República, y ex Viceministra de Trabajo, junto al Arquitecto Bernardo Pohl, padre de la licenciada Lina Dolores Pohl Alfaro, entonces Viceministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Ambos connotados profesionales fallecieron el 13 de octubre de 2012.








                            
Al morir le sobrevivieron su esposa Anita Calderón de Buitrago y sus tres hijos: Ernesto Buitrago Calderón, Pablo Gabriel Buitrago Calderón y Rebeca Beatriz Buitrago de Estrada. De sus hijos he conocido y tratado a Ernesto, quien es excelente musico en el área de percusión (congas), actualmente incorporado al “Proyecto Acústico” que ejecuta Jazz latino.

Llama la atención que la licenciada Rebeca Beatriz Buitrago de Estrada es la autora del sugestivo dibujo que aparece portada del libro “Cuentos de Abogados”, en el que figura un joven togado Ernesto Alfonzo Buitrago, defendiendo a muchacho apesadumbrado, atrás de ambos la diosa de la justicia, Temis, encarnación del orden divino, el derecho y las buenas costumbres.




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