domingo, 8 de septiembre de 2019

EL PODER VIVIFICADOR DE LA PALABRA

Por Joaquín Rivera Larios




El cristianismo es un estilo de vida, un esquema de pensamiento y acción que anida en lo más profundo de nuestro ser y condiciona nuestras respuesta a los estímulos del entorno. Es un sistema de pensamiento que nos lleva de ser creyentes a ser practicantes. Muy bien lo dice la Biblia: “La fe por si sola es insuficiente. La fe sin obras está muerta y es inútil”. (Santiago 2:17)




La Biblia puede despertar los grandes y nobles poderes de la mente y una mentalidad aguda es tan fuerte como un hacha afilada. Tiene un enorme poder vivificador, redentor, transformador, capaz de limpiar el corazón y modificar radicalmente la vida del ser humano. Saca la sensación de vacío y coloca llenura en tu alma. Te ayuda a poner en orden tus conceptos, tus valores, tus sentimientos, tus complejos.


El Libro Sagrado te mantendrá alejado del pecado, quitará tus cargas, guiará tus pasos, te traerá gozo, te guiará a la sabiduría, te dará paz, te traerá de vuelta a Dios. Es un idioma de seguridad, de servicio, de constancia, de prosperidad. El Salmo 1: 3 nos enseña:  "El buen cristiano es como el árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará".



Más que un libro que asusta, lleno de mandatos y prohibiciones, más que un catálogo que tipifica pecados, la Biblia es el manual de la prosperidad, de la felicidad, de la supervivencia. Pero los mandatos bíblicos no son camisones de fuerza para oprimirte, si no que son cercos de protección, para que el ser humano no se malogre, no se precipite en un abismo en este valle de sombra y de muerte.

En una vida social distorsionada, en la que los valores están de cabeza, el mal se ha expandido y diversificado, prácticamente está en la palma de la mano, no es fácil sobrellevar una existencia rectilínea, alejada de las asechanzas y de propósitos perversos. Con frecuencia la maldad es una corriente seguida por la mayoría, cuesta tener fuerza de voluntad para elegir otra senda.




La vida cristiana no es camino ancho, fácil de recorrer, las piedras de tropiezo están a la orden del día. Vivimos en un mundo donde la honestidad es sinónimo de torpeza. Pero el que con valentía vence la tentación, logra llegar a la tierra prometida, un espacio de solaz y descanso para nuestro corazón. Lo tortuoso de la senda espiritual, lo menciona el cantante y músico dominicano Juan Luis Guerra: “No es fácil ser cristiano, la verdad es muy difícil, pero es mucho más difícil la vida sin Dios".






En Juan 10:10, Jesús dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Pero más que a una abundancia material, rodeada de oro y plata, Jesús ofrece abundancia espiritual, marcada por el amor, el gozo, la benevolencia, la benignidad, el crecimiento, la madurez, la paz, la gratitud. 

Zambullirse en la Biblia supone adentrarse a  un campo de poder que ejerce un efecto  transformador inmenso. Las Sagradas Escrituras son un escudo protector, comunican sabiduría, sacian necesidades, plantean promesas que se cumplen, abren las puertas a los milagros. Son fuente de verdad, bendición, crecimiento, de poder,  de guía. Sobre esto último Salmos 119: 105 nos enseña: “Lámpara es a mi pies tu palabra, y lumbrera a  mi camino”.  

                                

La escritora Elena G. White nos dice: "No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que estudio de la Santa Escrituras. Ningún libro es tan potente para elevar los pensamientos, como las grandes y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito que raramente pueden verse en estos tiempos."

El expresidente estadounidense Theodore Roosevelt dijo: "Un amplio conocimiento de la Biblia vale más que una carrera universitaria". Y Thomas Jefferson, otro expresidente y autor de la Declaración de Independencia estadounidense, expresó: "Siempre he dicho y siempre diré que la lectura cuidadosa y diligente del Libro Sagrado produce mejores ciudadanos. La Biblia produce las mejores personas del mundo".



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