jueves, 23 de abril de 2020

“DEVUELVEME A MI CHICA” DE HOMBRES G: EL MERITO DE LA ORIGINALIDAD

Por Joaquín Rivera Larios




El actor y director de cine, Thomas H. Ince, dijo: “La originalidad es solo el plagio no detectado”. Y quizá tenía razón, en el sentido que todo creativo echa mano de ideas, temas, vivencias y recursos que preexisten a su obra, quizá el mérito radica en cómo el artífice mezcla y proyecta esos elementos en su obra, cómo logra expresar o describir de manera no convencional, sorpresiva o inusual los pensamientos y emociones que se agitan en la conciencia humana.
                                                       
Quiero destacar en estas líneas el legado musical de una banda de rock española, el talento de su compositor y a su vez enaltecer algunos hallazgos de originalidad que advierto en su música. Pues bien, en 1985, me entretenía oyendo en las tardes un casete pirata de Supersonido, con los éxitos en español de ese año, sonaban fuerte “Como te va mi amor” (Pandora), “Este hombre no se toca” (Rocía Banquels), “Bazar” (Flans), entre estos temas se colaba una canción provocativa, desenfadada, innovadora en su lenguaje¨: “Devuelveme a mi chica”, de la banda española Hombres G.
 
                                                   
Una canción ingeniosa, desinhibida, también conocida como “Pica Pica” y “Sufre mamón” que alude a una experiencia devastadora por la que hemos pasado la mayoría de mortales, y es justamente el descenso al abismo que supone ver a la chica de nuestros sueños de la mano de otro que nos robó la posibilidad de concretar un noviazgo con ella.

Multiples canciones retratan la catástrofe sentimental que sobreviene a una ruptura, particularmente cuando la mujer amada encuentra cobijo en los brazos de otro, entre ellas “¿Ahora quien? ( Marc Antony), “Otro ocupa mi lugar” (Miguel Gallardo), “Donde estés, con quien estés ” (Camilo Sesto), todas con su carga de dramatismo, pero pocas composiciones pintan la debacle con pinceladas de buen humor y surrealismo.

                                            
   

Ese es el gran mérito de aquel joven llamado David Summers Rodríguez, voz líder de Hombres G, y letrista de ese tema, que supo desahogar su pena y su sed de venganza al filo de los veinte años, confeccionando una joya de la música juvenil de los ochenta: “Por el parque les veo pasar,/ cuando se besan lo paso fatal,/ voy a vengarme de ese marica,/voy a llenarle el cuello de Polvos pica pica./Sufre mamón devuelveme a mi chica,/ o te retorcerás/entre polvos pica pica…”



En la película “Devuélveme a mi chica” (1987), dirigida por el cineasta Mario Summers, padre de David, retrata fielmente los orígenes del grupo en avenidas céntricas de Madrid y la travesuras que fraguaban sus integrantes en colegios de la ciudad. El film devela las circunstancias reales que dieron vida a “Sufre mamón”, especialmente la ruptura de David con su ex novia llamada Macu. La historia, salvo eventos añadidos para darle mayor dramatización, es muy real, tanto en el ámbito emocional como en el musical. 

¿Cómo dí con “Pica Pica” de nuevo? En plena cuarentena encuentro en YouTube un concierto de covers del grupo mexicano Matute, denominado “Matute-Total rock en tu idioma ft Keny y Los Eléctricos” y me llama poderosamente la atención “El ataque de las chicas cocodrilo”, otra canción que desparrama ingenio y gracia, focalizada en las adolescentes que idolatraban al grupo y abarrotaban sus conciertos. Y al descubrir a los autores de ese tema, detecto que son Hombres G.                                                                              
                                                                               

                                                                                 
Hablamos de los ochenta del siglo pasado solo para ubicarnos en el tiempo, porque la música cuando tiene brillantez es intemporal, trasciende de generación en generación. En YouTube también encontré un concierto de los veteranos Hombres G de hoy, en la Plaza del Sol de México D. F. en marzo de 2017, alborotando a un publico joven que coreaba a todo pulmón sus canciones, demostrando que cuando las propuestas melódicas y armónicas son atractivas se pegan como calcomanías en el gusto del público sin distinción de edades.

                                            

                                          

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