martes, 22 de enero de 2019

LA EXCELENCIA CON AROMA DE MUJER


Por Joaquín Rivera Larios





Mi arribo al Colegio Bautista en febrero de 1985, específicamente al segundo año de bachillerato sección "B", estuvo marcado por sobresaltos. De las primeras impresiones que tuve fue la devoción hacia la fe cristiana, advertía una efervescencia por los temas de Dios, una de cuyas expresiones más visibles era un circulo de lectura bíblico muy concurrido que se daba cita los lunes al pie de un frondoso arbol que lindaba con la cancha de baloncesto.


Otro aspecto que me cegó fue una competencia arrolladora por los primeros lugares que se advertía desde los primeros laboratorios. Los dieces fluían a granel y no eran exclusivos de dos o tres estudiantes inspirados. El duelo era particularmente reñido entre Claudia Jeannette Jiménez y Claudia Susana Barahona. En aquellas aulas, en lo académico las mujeres superaban con creces a los hombres.

Había otro contingente de estudiantes que no siempre lograban la calificación perfecta, pero tenían un rendimiento a todas luces sobresaliente y eran: Jorge Meléndez, Mario Guerra, Mayra Miranda, San Peraza, Flora Peña Garay, Lorena Santamaria, Claudia Muñoz Swenson, Joseph Bayona. En los meses en que se inspiraba, también Samuel Gálvez, se sumaba a ese contingente de jovenes progresistas.

Ver desparramarse frente a mi tantas calificaciones excelentes, me hacía recordar quizá como consuelo la comedia 10 "La mujer perfecta", que protagonizara en los años setenta Bo Dereck. No era tan fácil predecir quien cerraría el año con el galardón del primer lugar.

Mi impresión fue tal que por momentos pensaba que ciertas compañeras eran infalibles, porque al igual que la Reina de la Gimnasia, Nadia Comenechi, que abrazó la perfección en sus rutinas, eran socias de la excelencia en trabajos ex aula, en exposiciones de grupo, laboratorios, exámenes trimestrales y en cuanta actividad escolar acometieran, fuese la materia que fuese.

Para tensionar más aun el panorama, las mejores hacían grupos de trabajo entre sí, y las oportunidades para los estudiantes con rendimiento medio eran escasas, porque los profesores y profesoras juzgaban el desempeño del resto con el alto estándar de rendimiento que fijaban quienes se colocaban en la cúspide del éxito escolar.

Quizá yo trato de ser un tibio y opaco reflejo de aquel intenso campo de energía en el que estuve inserto por aquellos azares del destino, de alguna manera me contagié con tanto espíritu de superación, cuyo remanente aun conservo. Cuando pienso desfallecer, abandonar el barco, aquellas memorias escolares de los ochenta me inspirar a seguir.

En respuesta a esta crónica publicada originalmente en Facebook  el 8 de noviembre de  2015, Claudia Jeannette Jiménez escribió:  "Nadie pudo decirlo y escribirlo mejor que tú Joaquín !El poeta, el orador ! Siempre te recuerdo por tu amplia capacidad para disertar... sin dejar de mencionar que tú también estabas en nuestro grupo de estudios. Hermosos años! Hermosos recuerdos. Fuertes lazos de amistad que se forjaron desde entonces. Me alegra tanto que te recuerdes de esos tiempos y que en una manera te inspiren hasta el día de hoy. Lo que más me emociona es que pudimos darte a conocer nuestra fe en Jesucristo a través de aquel grupo a los pies del inmenso Jacaranda. Eso es lo que cuenta y permanece para siempre..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario