La primera impresión que tengo de Dustin es la del niño de apenas ocho años, de carácter afectuoso y extrovertido, movido por una poderosa pasión por el séptimo arte, la que desde entonces lo lleva a bucear en la intrincada trama de las películas, a analizar detenidamente las tomas y la fotografía de cada film, a desentrañar los múltiples secretos que yacen detrás de las filmaciones. Con toda razón uno de sus profesores dijo respecto a Dustin que estaba dotado de un tercer ojo.
Recuerdo nítidamente el rostro perplejo de fascinación de
aquel niño de aspecto latino, cuando vio los estantes atiborrados de vídeos en
formato VHS, que ofrecía la extinta tienda Blockbuster Escalón en San Salvador.
Ya a finales de los noventa, se desvivía por la trilogía de Indiana Jones y su actor
predilecto era Harrison Ford.
Cuando cierra sus ojos y descansa, ve proyectarse en sus
mente las escenas que anhela filmar. Aunque hace algunos años se graduó en actuación de la Universidad Loyola Marymount de los Ángeles, California,
continúa entregándose en cuerpo y alma a su formación histriónica, al punto que
no escatima esfuerzos para conocer en persona a sus referentes
cinematográficos. Así fue como voló seis horas de San Francisco a Nueva York
para presenciar en primera fila la actuación de Tom Hanks en una obra de
teatro.
Cuando Dustin habla de cine, parece iluminado por una súbita
emoción. Su lenguaje gestual y corporal es muy efusivo y cuenta con fluido
español que mas alla del Golden Gate yace la casa donde se suicidó Robin
Williams, que él no tuvo el privilegio de verlo en persona, pero los vecinos
cuentan que veían al comediante recorriendo las calles de San Francisco en
bicicleta.
Con rumbo a un teatro en Barkeley, para presenciar el
monólogo “Historia Latinoamericana para idiotas”, del actor de Hollywood, John
Leguisamo, a nuestro paso por Oakland, Dustin me señala unas estructuras blancas
gigantescas que sirvieron de modelo a George Lucas para crear las bestias
mecánicas blancas que aparecieron en El Imperio Contraataca de la
Guerra de las Galaxias. Al regreso de Barkeley, justo cuando a lo lejos se ve
el Golden Gate entre la espesa niebla, me muestra en su celular fotos extraídas
de la película Vértigo (1958) de Alfred Hitchock, en la que se aprecia al actor
James Stewart, con el majestuoso puente de fondo.
Dustin abraza desde su temprana adolescencia, el sueño de
llevar a la pantalla grande, la efemérides que protagonizó a su abuelo paterno,
Paul L. Pearson, cuando al frente del batallón 740 defendió Bélgica de la
invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Por fortuna, su abuelo
escribió el libro "Into the Breach", bajo el sello de la editorial
Trafford que recoge las incidencias de aquella gesta, que servirá de valioso
insumo cuando el joven actor decida emprender el ansiado proyecto.
Es probable que pronto Dustin irrumpirá en Hollywood, la
capital mundial del cine, para buscar espacio en las mega producciones que
cautivan a millones de cinéfilos. Le es indiferente si sera como protagonista o
como actor de reparto. Lo importante es aportar su talento escénico a una
industria que demanda nuevas figuras para rejuvenecer el espectáculo y
satisfacer a un público ávido de novedades.
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