sábado, 7 de diciembre de 2024

LA AVENTURA MUSICAL DE MI HIJO

Por Joaquín Rivera Larios




Cuando veía a mi hijo en el umbral de la adolescencia, involucrado en el arte musical, volvía a envidiar el cariño y el aprecio que gozan los artistas. Generalmente no es una ocupación muy rentable, pero genera ganancias emocionales que no tienen precio. 




A veces pensaba que alentar esa vocación, lo podía conminar a la pobreza material, pero confíaba que adquiriría el maravilloso poder de tocar sentimientos y con ello ayudaría a rescatar la alegría y mitigar el dolor en su entorno cercano, además le sería útil como herramienta de socialización y le servirá de terapia para relajarse o sosegarse, mediante la liberación de las tensiones, el mal humor y las malas emociones.



                                                     

A través del esfuerzo que desplegaba Joaquín Eduardo, reconfirmé que la música como cualquier otro arte, más que chispazos de genialidad, son horas de esfuerzo en solitario procurando capturar los ritmos y armonías apropiados. Si bien el artista sale al mundo a recolectar insumos, motivos de inspiración, pule sus destrezas, confecciona y perfecciona su obra en el aislamiento y la separación del mundanal ruido.
                                                


REFERENTES ARTÍSTICOS

La primera vez que le mostré a Joaquín Eduardo un vídeo de Los Beatles, habrá tenido unos seis años, me dijo que no le agradaban, que su vestuario era ridículo, que parecían mariachis, ejecutando rock. Unos años más tarde lo vi con su MP4, oyendo “Yesterday”, “Let it be”, “Something”. Una de las múltiples ocasiones que lo llevé a clases de teclado, le pregunté si no soñaba con llegar a ser como Paul McCartney, me contestó que era muy difícil cantar y tocar como los grandes maestros, pero que haría lo posible.

Mientras acompañaba a Joaquín Eduardo, en sus clases de guitarra y teclado, dos anécdotas de figuras trascendentales de la música martillaban mi mente: el lleno del Zócalo de México que logró Paul McCartney el 10 de mayo de 2012, donde se congregaron doscientos mil personas en un concierto gratuito, en el que alzando la bandera tricolor mexicana grito ¡Viva México, Cabrones! Es increíble cómo un artista puede mantenerse vigente por sesenta años en la cumbre del éxito e impactar seis o siete generaciones con su obra.
                                                


Me asaltaba el temor que se fuese apasionar tanto por la música y desistiera de estudiar una profesión convencional, y en ese sentido resonaban en mi las lapidarias palabras que le dijo la tía Mimi Smith (1906-1991) al adolescente John Lennon (1940-1980) cuando le recrimino que pasaba largas horas tocando el instrumento de las seis cuerdas en lugar de estudiar: “No creas que vas a vivir de la guitarra.”

FORMACIÓN MUSICAL

En noviembre de 2007 inició clases de teclado en Academia CEDARES y los continuó en noviembre de 2012 en la Academia Cal pipil, donde su primera sesión fue de estiramiento y agilización de dedos, luego práctica de la postura y de la escala de sonidos en el teclado.

Comenzó los estudios de guitarra en febrero de 2010 en la Casa de la Cultura de San Jacinto, clase a cargo del profesor Jorge Rivas. La primera lección fue ejercicios de estiramiento y agilización de los dedos. En la segunda clase aprendió “El Jinete” de Enrique Bunburi, por tener acordes básicos y ritmos simples. En diciembre de 2010 y enero de 2011, cursó vocalización en la Academia Musical Beethoven.

                                


Durante 2011 y principios de 2012, continuó su formación en guitarra con César Roldan, quien fue alumno de Cándido Morales (1912-2002), uno de los discípulos del gran guitarrista paraguayo Agustín Barrios Mangoré (1885-1944). Roldán, a quien apodan “Jimmy Page”  por el legendario músico de la banda de rock inglesa Led Zeppelin (1968-1980), le decía que si quería ejecutar con maestría el instrumento tenía que despertarse y acostarse con la guitarra, que la teoría debe acompañarse de la práctica constante, pues ésta es la que provee el dominio de técnicas y el desarrollo de destrezas que hacen que el músico haga ver fácil la ejecución de una pieza difícil.

                    

    
        

Auxiliado de tutoriales, cuadraturas, que se pueden obtener en internet, lo he visto batallar por tocar con la mayor fidelidad posible canciones muy conocidas como “Let it be”, “Yesterday”, “Something”, There´s a kind of hush (conocida en español como “Murmullo de amor”), “Imagine”, “Popotito”, “La bamba”, “A puro dolor”, “Niña bonita”, “Intocable”, “Por amarte así”, “Colgando en tus manos”, “Fuiste tú”, “Creo en ti”. Lo que más se le ha dificultado es la ejecución algunos “intros” y “solos”.




Al ver tanto despliegue de paciencia y sacrificio, para reproducir fielmente las melodías hasta el último sonido, he terminado de ver las tonadas como animales bravíos que no se dejan domesticar. Cada pieza musical aprendida, la veo como una batalla ganada.

SU PRIMERA CANCIÓN 

Solía decirle que a algunos compositores les había bastado una canción para dejar impreso su nombre en el imaginario colectivo. Le comentaba que la genialidad de ponerle arreglos de rock a La Bamba, una añeja canción tradicional mexicana que pertenece al género jarocho, fue prácticamente el pasaporte a la inmortalidad para Ritchie Valens (1941-1959), cuando solo tenía diecisiete años.

Quizá como una reacción a mis comentarios, una tarde al filo de cumplir los diez años, lo vi absorto, guitarra en mano, escribiendo acordes en un papel. Estábamos en presencia del preámbulo de su primera canción: “Hombre Z”, un tema que relata la historia de un ser dotado de insólitos poderes con enorme capacidad para cautivar a las chicas. En su manuscrito se advierte que cada frase está acompañada del acorde respectivo. Como muchos creativos, luego desdeñó su composición, supongo que para evitar críticas, burlas o el tan trillado bullying.

PRESENTACIONES

En 2011 tuvo su debut artístico en la Escuela Cristiana Maranatha: con su guitarra eléctrica ejecutó la canción “Tómalo”, de Hillsong United, y sus compañeros de cuarto grado hacían el coro, después como solista interpretó “Todo poderoso”, de Danilo Montero. En el Colegio El Espíritu Santo cantó en el aula, acompañado de su guitarra “Noviembre sin ti” de la banda Reik.




En 2012, participó en diferentes actividades escolares evaluadas: en El Festival de Inglés ejecutó con su guitarra electroacústica “Dust in the wind”, del grupo Kansas y los compañeros de sexto grado hicieron el coro; en un laboratorio de la clase de inglés en El Colegio Bautista personificó a Paul McCartney e interpretó "Yesterday"; en clases de artística y lenguaje ha tenido intervenciones musicales.

El 14 de diciembre de 2012, tuvo su primera presentación cantando y ejecutando en teclado “Imagine” de John Lennon en la Iglesia Bautista Emmanuel, con motivo de la clausura del curso de música. En el marco de una noche espléndida, el 24 de octubre de 2015 en el Círculo Militar, Joaquín Eduardo, fue emisario de la alegría, evocando a los genios de Liverpool, trayendo al presente tonadas inolvidables "Something" y "Let it be".

En las conversaciones cotidianas, le recalcaba que lo importante es ser fiel a los dones, incrementarlos, compartirlos y disfrutarlos. Justo el día de una actuación le escribí en su muro de Facebook:

A MERCED DE SU MAJESTAD: EL PÚBLICO

El artista práctica, ensaya en la soledad, se empapa de la obra, la abraza con pasión, pero al final es el público el que da su sentencia final: si la interpretación o la ejecución de una pieza musical deleita, gusta, horada los sentimientos o pasa de largo. Solo pararse en el escenario reclama entereza, carácter, saber que vamos a un escrutinio. Gustar es el otro gran desafío. Hijo, esta noche tienes un gran reto, confío en Dios que lo sabrás sobrellevar con éxito. Recuerda la grandeza que acompañó a los músicos de Liverpool, cuyas composiciones vas a interpretar y ten autoconfianza en tus potencialidades. ¡Animo, tú puedes!

La última presentación pública tuvo lugar la madrugada del 28 de mayo de 2016, con motivo de una vigilia de la Iglesia Tierra de Bendición, interpretando la alabanza “A los pies de Cristo”, original de la banda guatemalteca Miel San Marcos, un canto que nos exhorta a adquirir el carácter del Salvador, a postrarse a su voluntad, a cultivar los dones que permitan estar en comunión con él.

ANÉCDOTAS 


Una fría noche del 14 de febrero de 2012, en uno de esos acogedores restaurantes del Paseo El Carmen, Santa Tecla, se presentó el cantautor salvadoreño Tato Henríquez, con todo su repertorio de canciones originales. Algunos meses atrás, Joaquín Eduardo, había subido a YouTube un vídeo suyo, en el que interpretaba con su guitarra eléctrica “Sigo amando el rock and roll”, uno de los más emblemáticos temas de Tato.

Y para mi sorpresa el cantautor tuvo la gentileza presentar al niño que estaba entre el público, y mencionarlo como el que había interpretado una de sus canciones y las había subido a la web. Y la representante de Tato también tuvo frases de estímulo: le dijo a Joaquín que era su fans y que había visto todos sus videos en YouTube.



Me llama la atención la perspicacia de Joaquín Eduardo, cuando disfruta un concierto, porque no se limita a deleitarse con una ejecución musical, sino que también ve el espectáculo desde el punto de vista de los detalles técnicos y logísticos que exige su montaje y desarrollo. En octubre de 2012, se presentaron en el Teatro Presidente los “Tres Alfaros”, la “Orquesta de Kiko Arteaga” y Rafael Alfaro, ex integrante del grupo OVNI, participo como artista invitado, en un estupendo concierto en homenaje a “Los Beatles”.

Al finalizar el show, Joaquín Eduardo me pidió que subiéramos al escenario. Allí saludó a Rafael Alfaro y le dijo que lo felicitaba porque había cantado en tonos altos que eran difíciles de alcanzar y le preguntó sobre los años que tenía de carrera artística, sobre calidad y marca de los instrumentos, de los amplificadores, consola de sonido, luces, y otros detalles técnicos, a su vez le pidió que le recomendara marcas de guitarras electroacústicas.

Una de las frases que más resuenan en mis sentidos la pronunció el escritor Jorge Luis Borges (1899-1986), quien dijo: “Siempre imagine que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Pues bien, una de las tantas veces que fui con mi hijo a Electrónica 2001, una reconocida venta de instrumentos ubicada en la Calle Arce, a comprar uñetas, afinadores , cuerdas, estuches para guitarra, aquel jovenzuelo me dijo que estar rodeado de semejante surtido de instrumentos era como estar en el paraíso. Desde aquel momento conecto esta vivencia con la famosa frase de Borges.

 

ESTIMULACIÓN POSITIVA

Con el auxilio del libro “El Hombre Mediocre” (1913), de José Ingenieros (1877-1926), he tratado de inculcarle que debe luchar por edificar una personalidad en la medida de lo posible original, con criterio propio, con plena disposición de ánimo para buscar el saber y rendir tributo al mérito, que procure no ser una sombra arrastrada por la multitud, y le he insistido que sin ser ofensivo, debe tratar de no ser uno más. Le recuerdo una frase Kurt Cobain: “Todos se ríen de mí, por ser diferente, pero yo me río de ellos, porque son iguales”.




Le insisto que debe descubrir sus potencialidades, cultivar y explotar sus dones al máximo, que él que no lo hace se traiciona a sí mismo y a los suyos. Le recalco lo que dijo Michael Jackson: “Para mí el pecado más grande es tener un don y no cultivarlo para que crezca, ya que el talento es un regalo divino.”





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