domingo, 22 de diciembre de 2024

NO DEBEMOS EJERCER UNA PROFESIÓN SIN DIOS

Por Joaquín Rivera Larios 


Lady Gaga, la cantante pop dijo: “Algunas mujeres eligen perseguir a los hombres y otras mujeres eligen perseguir sus sueños. Si te preguntas qué camino seguir, recuerda que tu carrera nunca se despertará y te dirá que ha dejado de quererte”. Desde mi perspectiva masculina  interprete esta  frase por un largo período como que el amor a una  mujer puede ser vano, ésta nos puede fallar o no corresponder, en cambio, el amor a una carrera siempre da frutos positivos. 

                                    


Pero cuando veo en los periódicos o en los tribunales tantas personas en problemas, por el ejercicio de un trabajo o profesión, a veces actuando de buena fe,  pienso que también el ejercicio profesional  nos puede hacer  una mala jugada. Lo que no queda es ejercer un oficio o una profesión pidiéndole, unción, revelación y dirección al Supremo Hacedor.  Y desde luego actuar como dijo Abraham Lincoln, en su discurso del 4 de marzo de 1865: “Sin malicia para nadie, con caridad para todos”.



Por los golpes que he sufrido y lo que he visto asumo que ejercer un oficio o profesión sin poner a Dios en el centro de nuestro quehacer, puede ser contraproducente. También he reflexionado en el tema ética profesional y honorarios, en lo concerniente a hacer un trabajo sin recibir una justa remuneración. Este punto me remite a Colosenses 3:23-25: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el señor y no para nadie en este mundo, conscientes que el señor los compensará con la herencia”.



Otro tema es la verdad en el ejercicio profesional, debemos ser veraces, no debemos falsear, no debemos fabular, la mentira tiene patas cortas. No debemos sobredimensionar los hechos ni envenenar los relatos. La verdad tarde o temprano sale a la luz, los pecados ocultos tarde o temprano se conocen. Marcos 4: 22 nos enseña: “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido y  salir a la luz”.  

     


Fui Juez de Paz y fui fiscal, ambos cargos fueron incomodos, no me sentía bien acusando o enviando a prisión a tantas personas, algunas probablemente inocentes. Aunque tuviese una investidura estatal, me sentía indigno de juzgar o acusar. Ahora viendo en retrospectiva aquellas experiencias, traigo  a cuenta Mateo 7: 1-2:  "No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos".



Una imagen martilla mi mente permanentemente es la de mi padre anciano leyendo en las madrugadas  y tomando apuntes de lo que leía, iluminado por una lampara en su tocador, desde luego leía libros seculares. Hoy estoy aquí, igual que mi padre, con algún texto de derecho, o expediente, pero también con la Biblia a un lado, porque ésta  ahuyenta el pecado, me permite edificar sobre la roca y  aferrado a ella, no pereceré.  



 
 

La vida es extenuante, los tropiezos y los obstáculos suelen volvernos pesimistas, el éxito supone ir en fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. La fe en Dios nos da una energía casi sobrenatural, para levantarnos después de cada caída y vencer el desánimo. Necesitamos mucha energía para apalancar nuestros proyectos, con el viento en contra. Las Sagradas escrituras nos enseñan : “Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas, correrán y no se fatigarán; caminarán y no se cansarán" (Isaías 40:31 NVI).      



Las asechanzas, las pruebas, los peligros están a la orden del día, podemos tener percances siguiendo los caminos del Señor, pero lejos de él, los peligros de tropezar se incrementan. Le pido a Dios que me transmita amor para compartir, aún a los que me desean el mal, pues como dice Romanos 3: 31: “Si Dios es con nosotros ¿Quién contra nosotros?”

Hace treinta y dos años mi sueño mientras deambulaba por los tribunales de San Salvador era ser un ligante, ganar casos en los estrados judiciales, hacer valer la justicia en situaciones particulares. Ahora, tras coronar 32 años en la función pública,  cobra nuevos brillos el mismo sueño de mi mocedad. La conexión con los tribunales viene desde que recorría el centro judicial de la mano de madre, que tenía una capacidad prodigiosa para discernir los procedimientos legales. Tengo en mente Romanos 8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien..."



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