miércoles, 16 de octubre de 2019

LA EDUCACIÓN SINDICAL DEBE SER LIBERADORA Y TRANSFORMADORA

Por Joaquín Rivera Larios 



Gracias a una gentil cortesía de mis compañeras Lucenia Polanco, Yeny Acosta y Diana Gómez, asistí al emotivo e ilustrativo acto de Clausura del Diplomado en Liderazgo Sindical, denominado "II Taller de Formación de Promotores (as) en educación sindical 2014", impartido por la Universidad de El Salvador que tuvo lugar el 27 de diciembre de 2014. Todas las participaciones de los expositores estuvieron saturadas de sabiduría, practica y cognitiva. 

Entre las frases célebres que se dispararon a granel en dicha clausura, hubo muchas de Paulo Freire, sobre educación liberadora y transformadora, pero me llamó mucho la atención un pensamiento de la profesora de arte clásico inglés, Sorcha Carey: “No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir”. La sabiduría y conocimiento son cualidades imprescindibles para conducir con acierto la lucha sindical. 
                                                        

                        
                                                                
Una educación que empodere a los habitantes en la defensa de un nivel de vida digno no conviene a los grupos de poder, en ese sentido me estremeció un pensamiento del comediante y actor estadounidense George Carlin que se citó en el evento: “Los gobiernos no quieren gente informada, bien educada, capaces de pensamiento crítico. Eso va en contra de su interés. Quieren trabajadores obedientes, personas que solo sean inteligentes para hacer funcionar las máquinas y hacer papeleo. Gente pasiva y sumisa.” 
                                                                    

Los empleados y empleadas somos personas que vendemos nuestra fuerza de trabajo, sea física o intelectual, por ende carecemos de medios de producción. Tenemos intereses sociales y económicos comunes que defender. Enfrentamos un sistema político y económico adverso dominado por la globalización, que genera una gran movilidad de capitales, y por lo tanto inestabilidad en los empleos y trabajos no decentes.

Es preciso contar con una sociedad bien informada, capaz de cultivar un pensamiento crítico que permita apalancar los cambios sociales que nuestro país demanda. Solo a través de la educación se puede lograr un movimiento sindical unido, bien organizado, que actúe con profesionalismo y ética. 

Debemos procurar no solo conquistas materiales, sino también la elevación cultural, profesional y social de nuestros sindicatos y consecuentemente mejorar sustancialmente su capacidad propositiva.  En otras palabras, la lucha no debe limitarse a incrementar salarios u otras prestaciones, si no a procurar el desarrollo integral del ser humano y a mejorar los servicios que prestan las instituciones.      



La educación sindical contribuye a fortalecer nuestras organizaciones y éstas con su accionar contribuyen a lograr la igualdad social, la igualdad de oportunidades, el Estado de bienestar, aminorar la pobreza, mejorar distribución de la renta, asegurar la vigencia de los derechos laborales, etc.

La educación y la cultura deben masificarse y propender al cambio social, a transformar un orden injusto que propicia inequidad y pobreza. Los derechos sindicales tienen avances y retrocesos. En el sector privado el sindicalismo es sumamente débil, en algunos sectores de la economía es inexistente y esa carencia de organización se ve reflejada  en las magras prestaciones que perciben estos segmentos de trabajadores. 

                                                                        



Hay que potenciar la formación de las bases y la preparación de nuevos dirigentes, porque uno de los grandes debilidades es la falta de cohesión de las bases y su falta de compromiso con los ideales y de involucramiento en la lucha.  Es menester fomentar la conciencia social,  que se entiende como la capacidad que tenemos  para percibir, reconocer y comprender los problemas y las necesidades que tienen las personas de nuestra comunidad, entidad o grupo social.

El sindicalismo es una herramienta para mejorar las condiciones de vida de grupos desfavorecidos y vulnerables, pero tenemos que buscar  organizaciones más democráticas, participativas e incluyentes,  profundizar la ética sindical para que eche raíces en la conciencia colectiva, aprender a construir una visión compartida que posibilite la unidad de acción. En tal sentido, la educación sindical es una vía que nos puede conducir a la justicia social.

                                                        
       
                                                                       
Debe enseñar a pensar, a construir conocimiento no solo a reproducir, debe estimular los sueños y esperanzas y debe apalancar la liberación del ser humano de diversas formas de servidumbre que impiden su plena autorrealización. El educador brasileño  Paulo Freire escribió: “Enseñar no es transferir conocimiento es crear la posibilidad de producirlo”.
                                                              

                                                                             

La lucha sindical es imperiosa, sin ella no hay cambios que dignifiquen a la clase trabajadora. Debemos actuar con conocimiento, inteligencia y firmeza, conscientes que estamos defendiendo derechos adquiridos. Para defender adecuadamente los derechos hay que estudiar detenidamente su contenido, sus alcances y los procedimientos que hay que activar cuando son conculcados. Aferrados a la ignorancia es imposible hacer un trabajo sindical efectivo. Incluso promover reformas a leyes, reglamentos, instructivos injustos que tienden a restringir o transgredir los derechos de la clase trabajadora, consagrados en la Constitución y Tratados Internacionales.                                                                                
                                                                             
                                                              
La lucha requiere preparación, organización, táctica, persistencia, pero sobre todo hay que tener sed de victoria. Interiorizar que vamos a una batalla y que la victoria no tiene sustituto. Necesitamos articular un equipo que comparta esos valores, y que sepa convertirse en la esperanza de nuestros afiliados y afiliadas que anhelan profundamente un minimum vital.

Una de las mejores formas de superarse es la autoformación, y hay que ver los grandes referentes del sindicalismo, como el argentino Agustín “el Gringo” Tosco(1930-1975), ávido lector, incansable luchador, líder del Sindicato Luz y Fuerza de Córdova, Argentina. Uno de los autores que más lo influenció fue el escritor positivista José Ingenieros, autor de “El Hombre Mediocre y “Fuerzas Morales”.   
                         
  
                                             
                                                Tosco dio gran importancia  a la búsqueda de la autosuperación, siendo una de sus más célebres frases que «las victorias más importantes y valiosas son las que se obtienen sobre las propias debilidades». "El gringo", denunciaba lo que él llamaba "burocracia sindical", refiriéndose a los sindicalistas que hacen alianzas con quienes detentan el poder y viven de los privilegios y prebendas que éstos les dan, renunciando a la verdadera lucha por la dignificación de la clase trabajadora.

Solo educación crítica, liberadora, transformadora, que parta del análisis de los problemas que nos aquejan y de propuestas de solución a los mismos,  puede asegurar un movimiento sindical fuerte, unido, profesional, ético, bien encauzado, que tenga el poder para enfrentar al sistema injusto que nos gobierna y que impone a los trabajadores y trabajadoras reglas del juego adversas. Al respecto Paulo Freire dijo: "Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer".




No hay comentarios:

Publicar un comentario