domingo, 6 de octubre de 2019

LAS PUERTAS DEL FRACASO


Por Joaquín Rivera Larios

                                           



Un sermón del hermano Toby Jr. “Las puertas del Fracaso”, en YouTube, nos ilustra sobre los efectos perniciosos de ciertas taras: 1)del orgullo, 2) la altanería, 3) la soberbia, 4) la ignorancia, 5) la resistencia al cambio. Dice que el orgullo hace subir el furor, “es como el agua hirviendo, mientras la tienes contenida, está burbujeando, pero si la sueltas te destruye”.

                                                
Toby Jr. recalca que a la persona orgullosa le hace falta mucho por sufrir, el orgullo ciega el entendimiento y no le entrega un premio a nadie. Es el arma favorita de Satanás para romper ministerios, empresas, familias, noviazgos, amistades y proyectos. Mateo 23:12 nos enseña: "Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".
                        
                                               
El orgullo es síntoma del cáncer espiritual del egoísmo, es aliado de la tristeza. Te sumerge en la soledad y la incomprensión. Te impide pedir ayuda, aunque la necesites. Te autoimpone barreras, que te impiden tender puentes. Hace que tu ego aumente, te hace sentir que los sabes todo, que nadie tiene nada que enseñarte. Puedes sentirte mejor que los demás, pero eso no te hará feliz.

Hay un orgullo sano que emana de la satisfacción que se percibe por algo que se hace o se posee. El sentimiento se envenena cuando se desborda en un exceso de estimación propia y nos conduce a considerarnos superiores a otros por capacidad, apariencia, riqueza o posición social, influencias sociales. Transitando la senda del orgullo, llegaremos al destino de la derrota. A veces nos enorgullecemos de conductas incorrectas. La búsqueda de vanagloria y protagonismo produce muchos conflictos en el mundo.

                                                                

El adjetivo altanero se utiliza para calificar a la persona que es arrogante o vanidosa. La altanería, de este modo, se enlaza con la soberbia. La persona altiva no solo se considera superior a los demás, sino que es despectiva y hostil en su trato.

El individuo altanero busca subyugar a otros, ser el centro de la escena, creer que tiene el monopolio de la verdad o la razón, se dedica a ensalzar sus logros, se arroga el derecho de reprender a sus congéneres y de despreciar figuras de autoridad. Proverbios 16:5 “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune”.

La soberbia en lugar de ser una capacidad es una discapacidad y es otro vicio autodestructivo. Se ha dicho que el orgullo, la ignorancia y el poder son una combinación letal. Aquel que sin ascender por la senda del mérito, se encuentra con una lastimera cuota de poder, por acción u omisión puede provocar mucho daño. El poder mezclado con la ignorancia desborda en prepotencia. San Agustín decía: “La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano”.
                                            


La soberbia hermanada con la ignorancia, mata el talento y engendra una especie de necedad, de cerrazón de uno mismo. Hay que tener apertura al conocimiento, al aprendizaje, abrir nuestra alma al resplandor de un poder superior. El filósofo ecuatoriano Luis Alberto Costales escribió: 
"La soberbia crucifica la fe”.
                                                


El conocimiento del bien nos liberará del pecado, nos alejará de los poderes de las tinieblas, de la esclavitud de las bajas pasiones. En tal sentido, hay que buscar con humildad y ahínco la sabiduría que viene de lo alto. Juan 8: 1 nos enseña: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

La guerra espiritual supone cultivar valores como la sencillez, la humildad, la mansedumbre, que son las verdaderas llaves del éxito, para contrarrestar antivalores tan lesivos, como los expuestos, que arrastran tras de sí inflamaciones del ego y desprecio a la sabiduría. Efesios 4: 2 establece: “Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor”.

                                    

No solo la soberbia y la altanería son caldo de cultivo a la perdición. El hecho de vivir a nuestra manera sin observar  leyes, mandamientos, reglas, nos coloca a merced de grandes peligros, ya que tal como lo señala el Salmo 91 abundan las trampas y  las tentaciones  que nos pueden destruir. Los factores de riesgo están a la orden del día en el ejercicio profesional, en los negocios, en el cumplimiento de los roles familiares, en las relaciones amorosas. 

                                              


 

Un fracaso sentimental puede incidir en la quiebra de una empresa, en una adicción al alcohol o a las drogas, en un suicidio u homicidio, por eso debemos estar muy alertas y alimentar nuestra fe que puede ser nuestra mejor coraza. Suelo recordar al respecto aquel tema que canta Alejandra Guzman:  “Ten cuidado con el corazón,/ aquí abajo en este mundo material/ Te defiendes o te van a destrozar/Por nada”.                           

                                       

Me estremece recordar la desgarradora historia de la bella adolescente Dana Plato que protagonizara la comedia televisiva "Blanco y Negro", junto a Gary Coleman (Arnold) y Todd Bridges (Willis) e interiorizar cómo los fracasos amorosos, el agotador trabajo actoral, los vacíos  familiares, las incomodidades inherentes a la fama, pueden conducir a una estrella del espectáculo de la cima del éxito al camino de la autodestrucción, al extremo de morir  ahogada en un mar de drogas el 8 de mayo de 1999.       

El orgullo, la altanería, la soberbia, la ignorancia,  la desobediencia a las leyes espirituales,  pueden ser letales y conducirnos invariablemente a la derrota. Hay que cerrar las puertas a estos desvaríos y abrirles la puerta al Rey de Reyes, ya que como lo expone Proverbios 11:2: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría”.



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