domingo, 26 de enero de 2020

EL POR QUÉ DE PARCHES VERBALES

Por Joaquín Rivera Larios                  
                                              



Gabriel García Márquez, el inolvidable “Gabo”, escribió: “La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarla”. Ciertamente, hay una gran carga de subjetividad en todo lo que se escribe, no todos vemos lo mismo de la realidad que se presenta ante nuestros ojos, ni todos retenemos los mismos detalles. La forma cómo hacemos la radiografía psicológica de una persona o interpretamos los acontecimientos, depende mucho de nuestras creencias, de nuestro marco de referencias, de nuestros valores.

En tal sentido, procuro emitir opiniones no juicios, en el entendido que opinión es una valoración muy personal, una percepción, un punto de vista de una realidad, en cambio juicio es una evaluación concluyente de los sucesos o de las personas, como si fuese una verdad absoluta. Desde luego que busco en mis relatos aproximarme a la verdad real, sin aferrarme a pasiones ni mezquindades.

De tal modo que discurro intentando regirme por la moderación y la racionalidad, dejando entrever el amor al país y algunos de sus elementos representativos, partiendo de la premisa que no existen los hechos puros, en el entendido que todo relato está envuelto en conceptos, valoraciones ideológicas, morales, intereses, prejuicios del narrador que sufre desmemoria por los hechos que le son irrelevantes o no comprende. Todo es según el color del cristal con que se mira. Pablo Picasso dijo: “Si hubiera una única verdad no fuera posible pintar cientos de cuadros sobre el mismo tema”.

Ojalá logré cumplir, aunque sea mínimamente, una función pedagógica y moralizante, expandiendo una tenue luz en el entorno cercano y coadyuvar con este modesto aporte al progreso espiritual, sabedor que la cultura es una construcción colectiva y cada escritor aporta una losa o un ladrillo en esa edificación.

Trato de darle una lectura positiva a lo que he vivido, y apreciar el lado luminoso de personas que admiro y me han impactado favorablemente, sin pasar por alto que la vida de un ser humano es un claroscuro, ya que en todo espíritu virtuoso, suelen coexistir rasgos de maldad o tachas. Al respecto me remito nuevamente a Gabo: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado”.

Si no procesamos de manera optimistas las experiencias, el pasado se vuelve un pesado lastre que contamina y a la postre devora el presente y el futuro. De ahí que en las líneas subsiguientes aglutino algunas semblanzas sobre personajes representativos (mujeres y hombres), que han dejado huella en mi vida, comparto algunas reflexiones de carácter espiritual para encauzar nuestra existencia por mejores derroteros y desentrañar nuestro propósito en la tierra.

Reflexiono también sobre otros temas que han llenado mis horas de insomnio: memorias escolares, que aunque pase el vendaval del tiempo, están a flor de piel, ya que volamos con frecuencia a ese territorio añorado de la infancia y la adolescencia. En los recuerdos cual luces intermitentes brillan sobrecogedoras estampas familiares que al evocarlas nutren nuestro espíritu para sobrellevar la batalla. Al calor del cobijo familiar, recorrí preciosos parajes de San Francisco, California y me detuve a ver locaciones de obras maestras del séptimo arte.

Medito además sobre algunos temas jurídicos y sindicales, que despiertan controversias y que han formado parte de mis ocupaciones y luchas cotidianas. No podían faltar remembranzas de los inicios y peripecias de la PDDH, que ha sido mi segundo hogar por 30 años. Asimismo, dejo constancia que he seguido la huella de algunas celebridades que han pisado nuestro terruño.

La realidad es inmensa, inconmensurable, inabarcable para una memoria finita. Lo que el narrador alcanza a rescatar de las brumas del tiempo y del olvido, son pequeños trozos de sucesos, rasgos difusos del carácter de personajes representativos, o bien algunas moralejas o lecciones extraídas de vivencias memorables o cotidianas. En estas líneas presento un puñado de semblanzas, artículos y crónicas que han sido registrados por mi lente crítico y sobre los cuales discurro con la parcialidad que caracteriza a un observador selectivo que se embarca en la aventura de escribir.