sábado, 27 de noviembre de 2021

RONALD REAGAN: EL GRAN COMUNICADOR

 Por Joaquín Rivera Larios 


                             

Aunque provenía de un origen muy humilde, mi padre era un hombre de derecha, acérrimo adversario a todo lo que olía a izquierda. Fiel a sus creencias fue un admirador de la lucha que libraba Ronald Reagan (1911-2004) contra el avance del comunismo en América Latina y en el mundo. La última muerte de un personaje celebre que vi lamentar a mi padre fue justamente la de Reagan, ocurrida el 5 de junio de 2004.

El autor de mis días no atendía los señalamientos que se le endilgan al ex gobernante estadounidense en el sentido que auspició el terrorismo de Estado en la lucha contra insurgente, patrocinando una guerra atroz en Centroamérica, con las consecuentes masacres de personas inocentes.
                                   

                          

Mi progenitor se centraba en el aura carismática del ex gobernante, ex actor de Hollywood, conocido como “el último cowboy”, cuya apuesta por la carrera armamentista le permitió ganar la guerra fría y contener la expansión del “Imperio del Mal”, como Reagan solía denominar a la Unión Soviética, que a la postre se desmoronó.

Me acuerdo que mi padre vio atentamente en televisión las escenas del sepelio de Reagan: el ataúd cubierto con la bandera estadounidense trasladado en carroza, halada por caballos, a través de las zonas residenciales de Maryland y Virginia hasta el Capitolio de Estados Unidos, con todo el glamour de un desfile militar. Los discursos de homenaje a cargo de George W. Bush, Margareth Thatcher, ex Primera Ministra Británica y Mibrian Mulroney ex Primer Ministro canadiense, entre otros distinguidos asistentes. En el recinto destacaba la presencia del Príncipe Carlos y del último líder soviético, Mijail Gorbachov.                                                                         
                                                            
                                                                                                  

                    
El mandato de Reagan coincidió con el de otro gran comunicador, su homologo salvadoreño, José Napoleón Duarte (1925-1990), un político que se opuso al régimen militar en los setenta, ingeniero civil de profesión, graduado en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, EE. UU. y que concitaba multitudes en la plaza pública, a las que electrizaba con su vibrante oratoria. Duarte por su mote de mártir de la dictadura militar que lo flageló en 1972, fue pieza fundamental del engranaje contrainsurgente impulsado en los ochenta por el país de las barras y las estrellas. 

Más allá de la polémica que rodea a Reagan y que lo liga a excesos en la guerra contra la expansión soviética, fue un fino cultor del sarcasmo, la ironía, el sentido de humor, aunado a su inigualable carisma, lo que le permitió inyectarle sabor y pimienta a sus discursos y conferencias, haciendo claramente la diferencia en un mundo plagado de políticos grises y monótonos. Por algo se le erigen monumentos en Hungría e Inglaterra, pese a la controversia histórica que rodea su legado político, muy marcado por el escándalo Irán-Contras, el financiamiento con dinero sucio de la contra nicaragüense, bombardeos a la Libia de Muamar el Gadafi.                
                                               
                                                                      
Ronald Reagan, decía: "El gobierno no resuelve problemas, el gobierno es el problema", y también dijo: "El gobierno es como un bebe. Un canal alimenticio con gran apetito en un extremo y ningún sentido de responsabilidad en el otro". En otras palabras, solo los esfuerzos articulados y bien direccionados de  la sociedad civil  pueden impedir que los órganos de gobierno continúen siendo parte del problema y no de la solución.

Siempre he creído que existe una conexión entre la fe cristiana, la iglesia protestante y el poderío imperial estadounidense,  iglesia que en EE. UU. tiene 163 millones de fieles, en esa línea me llama la atención un discurso que pronunció “el gran comunicador”, por cierto hijo de una predicadora presbiteriana,  en la Asociación Evangélica de su país y que puede apreciarse en YouTube bajo el título “Ronald Reagan, un Presidente pro vida y familia”, elocución en la que expresó a los asistentes que necesitaba de su ayuda para estar al tanto de los principios que lo llevaron a participar en la vida pública. 

Puntualizó que la base de esas ideas y principios es la libertad individual, los cuales se fundamentan en el hecho de que la libertad prospera solo cuando las bendiciones de Dios son ávidamente buscadas y humildemente aceptadas.

Reagan citó en esa intervención un ramillete de frases célebres, entre ellas una máxima de William Penn: “Si no somos gobernados por Dios, entonces seremos gobernados por tiranos”. Hace alusión que Thomas Jefferson al explicar los derechos inalienables dijo: “Cuando Dios nos dio vida nos dio a su vez libertad”. Trajo a cuenta a George Washington quien dijo: “De todos los elementos que llevan a la prosperidad política, la religión y la moral son apoyos indispensables”.                                             



 Aludió a su vez a uno de los mejores observadores de la democracia, Alexis Tocqueville, quien al indagar sobre la causa de la grandeza y el genio americano de manera elocuente dice: “Hasta que no vaya a las iglesias de EE. UU. y escuché sus pulpitos hablar, jamás podré comprender la grandeza de los EE.UU”. Finalmente, el longevo gobernante sentenció: “Norteamérica es buena, pero si algún día dejara de serlo, perderá su grandeza”.                                                                  



A la luz de la desconfianza con que solemos apreciar los discursos políticos, pareciera a primera vista que las expresiones vertidas por Reagan no son sinceras, que solamente buscaban incrementar su aceptación entre los fieles de la iglesia protestante, ya que que pesar de ser un Estado oficialmente laico, la religión es omnipresente en Estados Unidos. La influencia de las iglesias evangélicas es enorme.



Pero he encontrado al menos cuatro razones para creer que Ronald Reagan era un hombre de fe: 1) Se congregó hasta sus últimos días en la iglesia Bell Air Presbyterian; 2) El evangelista de fama mundial, Billy Graham afirmó al morir el ex gobernante, que su fe era evidente; 3) Su madre, Nelle Wilson Reagan (1883-1962), perteneció a la Iglesia los Discípulos de Cristo, dirigía reuniones de oración, daba clases en la escuela dominical y según personas que la conocieron tenía el don de sanación; 4) El politólogo Paul Kengor escribió el libro “Dios y Ronald Reagan: una vida espiritual”.



domingo, 21 de noviembre de 2021

HAY QUE CAMBIARLE LOS PAÑALES AL DOLOR

Por Joaquín Rivera Larios
                                      
                                   
                                                             
El dolor es una sensación inevitable, buscando felicidad tropezamos con el sufrimiento. Lo peor es que nos condiciona negativamente a no atrevernos a tomar una decisión, a no asumir riesgos, a no decir un sí frente a una propuesta, por esquivar el dolor. Pero ocurre que el dolor y la dicha son eslabones de la misma cadena. Sin haber experimentado el escarnio del dolor no podemos saborear el manjar de la dicha.

El dolor nos hace valorar la dicha y el placer, tiene un valor purificador y aleccionador enorme. El valor de una persona se puede medir por la forma en que ha enfrentado los infortunios, dolores y pesares. Nuestros detractores con sus criticas hirientes deben ayudarnos a ser mejores, los dardos de odio que nos arrojan deben hacer surgir los tesoros que tenemos ocultos.                    
                                                                                                                                             

                                                                   
Pese a la injusticia, el rechazo, el abandono, la traición, hay que cultivar el arte de ser uno mismo, evitando hacer sufrir a ningún ser viviente. Ser uno mismo tiene costos, pero es una aventura que puede darte satisfacciones en el plano interior. Basta analizar la fórmula la aporta Martin Luther King Jr.: “Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra, basta con decir lo que se piensa“.

Para llegar a la tierra prometida, tenemos que cruzar un árido desierto, donde no hay ríos ni manantiales. Hay que arroparnos con una armadura interior e ir hacia el frente como guerreros, para salir del lago profundo de dolor y angustia. Esa travesía nos dará madurez, fortaleza, autoconfianza, músculo espiritual. Debemos descubrir el propósito en esta vida, ello nos va a permitir encontrar el "cómo" salir del escollo. 
                      
 
                                                         
 
Si queremos disfrutar la fragancia y la belleza de la rosa tenemos que lidiar con las lacerantes espinas. Es virtualmente imposible cortar solo la flor y conquistar solamente lo mejor de cada instante, sin pagar los cuantiosos costos. Como dijo Marilyn Monroe, la máxima diva de Hollywood: “Si no puedes lidiar conmigo en mi peor momento, definitivamente no me mereces en el mejor”.

Disponemos de tiempo y espacio limitados para materializar nuestra existencia, y el dolor será un compañero perenne, tenemos que aprender a lidiar con él sin desfallecer. Hay que administrar bien nuestros talentos y no olvidar que todos los instantes tienen un sentido de eternidad. Recuerdo aquella frase típica de un líder: “Pensé rendirme, pero luego noté que alguien seguía mis pasos”. 

                                                                             
                   
No permitas que el dolor se convierta en tristeza y ésta se desborde en ira que al echar raíces te robe la sonrisa. Cuando no podemos cambiar las situaciones que nos hacen sufrir, debemos elegir la mejor actitud para enfrentarlas. Lo que determinan quienes somos no son las condiciones, si no nuestras decisiones que deben regirse por principios y valores.

El éxito lo consigue el que sabe resistir la adversidad, soportar las caídas, no es solo un resultado, conlleva un proceso, marcado por el esfuerzo, privaciones, sinsabores, disciplina, perseverancia, inteligencia. Nos enamoramos de los resultados, pero no del proceso del que emanan. Los errores y tropiezos del pasado debidamente analizados, te aportan sabiduría en el presente. 
                                                                          



 
                            
Hay que romper el determinismo que nos hace pensar que no podemos trocar el sufrimiento en momentos prolongados de solaz y de deleite que dejen huellas imperecederas. Todo lo que ocurre en el mundo material, primero ocurre en el mundo espiritual. La ilusión es el hilo conductor que hábilmente direccionado puede guiarnos a transformar la realidad. Si la ilusión no es efímera y volátil, y va impregnada de fuerza, voluntad y brújula nos puede guiar a la cima de la autorrealización.

La ilusión es el mejor antídoto para contrarrestar esta pesadilla llamada realidad que nos estrangula, ya que nos hace vislumbrar un horizonte en medio de la penumbra, una luz al final del túnel, que nos anuncia que luego de un tortuoso pasado de desamor, podemos construir el amor, extrayendo y procesando la moraleja de cada experiencia tormentosa.
                                                            





sábado, 20 de noviembre de 2021

LA ÉTICA EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA



Por Joaquín Rivera Larios

Es imperioso moralizar la administración de justicia. La vida tribunalicia no está exenta de argucias, fraudes, malos tratos a empleados y usuarios, retardaciones, no respuesta a peticiones, acciones alevosas, tráficos de influencias, resoluciones incongruentes, infundadas o ilógicamente motivadas, condenas severas sobre la base de un acervo probatorio mínimo que contravienen la presunción de inocencia y el principio indubio pro reo.

A veces la perversidad se ve en la manera de interpretar la ley y en la parcialidad o sesgo con que se valoran las evidencias o se construyen los argumentos, con frecuencia apartándose de los principios y garantías que rigen el derecho penal y procesal penal. Recuerdo una frase que encontré en la red: “Un buen abogado conoce la ley. Un abogado mejor conoce al juez. Pero el mejor abogado conoce la amante del Juez”.

                                                                     

El Salvador no ha estado exento de casos de corrupción en el Órgano Judicial. El 24 de febrero de 2017 la Fiscalía General de la República divulgó en una de sus páginas  “Condenan a exjueces del oriente del país por recibir dinero para ayudar a delincuentes”. Reseña la nota que el Tribunal Tercero de Sentencia dictaminó culpabilidad en contra  tres exjueces por los delitos de Cohecho Propio (solicitar dinero para favorecer casos) y Cohecho Impropio, (aceptar dadivas para incidir a favor o en contra de una persona).



En 1999 el doctor Jorge Eduardo Tenorio, Presidente de la Corte Suprema de Justicia en el trienio 1997-2000, recogió en un libro denominado “La hora de la justicia” una serie de discursos y de artículos de prensa de su autoría, en los cuales se plasman algunas ideas sobre lo que debería ser nuestro Sistema de Justicia, la enseñanza del Derecho, la ética judicial y administrativa, el combate a la delincuencia y una consecuente política criminal, así como otros temas de importancia.

                                                        

Sus propuestas para mejorar la justicia incluyen fortalecer los mecanismos de control, entre ellos la Fiscalía General de la República, la Corte de Cuentas de la República y fortalecer los esquemas de investigación de jueces, combatir la corrupción, mejorar la enseñanza del derecho, la transparencia, la generación de un nuevo sistema educativo para los salvadoreños. Enfatiza que en nuestro país existe una crisis generalizada de valores y que la ausencia de los mismos afecta la credibilidad de las instituciones.


  
   
En Introducción al Estudio del Derecho estudiábamos que el derecho es externo, coercible, coactivo y la moral es interna, incoercible, pero la Ley de Ética Gubernamental (LEG), vigente en El Salvador desde el 2006, tiende a ir disipando la frontera entre ambas ramas del saber y la actividad humana.

                                                

Las normas de la LEG, en su integridad son aplicables al rol de Magistrado/a, juez/a, empezando porque el Juzgador es un funcionario público y ejerce por ende una función que vincula al Estado al integrar uno de los tres órganos fundamentales del gobierno, cuyas atribución esencial es juzgar y hacer ejecutar lo juzgado en diversas materias el Art. 172 de la Constitución. 
                                                            

   
                                                                                        
El inciso tercero del artículo 172 de la Constitución salvadoreña establece que los Magistrados y Jueces en lo referente al ejercicio de su función son independientes y están sometidos exclusivamente a la Constitución y las leyes, entre ellas la Ley de Ética Gubernamental (LEG).



                                        


La observancia de principios éticos como probidad, no discriminación, imparcialidad, transparencia, confidencialidad, responsabilidad, disciplina, legalidad, lealtad, decoro, eficiencia y eficacia, contemplados en el artículo 6 de la Ley de Ética Gubernamental, permite cumplir plenamente las atribuciones que establecen a los Magistrados y Jueces los artículos 57 y 58 de la Ley Orgánica Judicial.
                                                                         

   
        
Estos principios y deberes desarrollados de manera general en la Ley de Ética Gubernamental, están consignados de forma más pormenorizada en el Código de Ética Judicial de El Salvador, publicado en el Diario Oficial No.45, Tomo 402 del 6 de febrero de 2014, el cual establece  en el artículo 5 deberes para los operadores del sistema de justicia (Magistrados, jueces, secretarios, resolutores), como el conocimiento y capacitación, integridad, transparencia, prudencia, responsabilidad institucional, cortesía, diligencia, fortaleza, motivación, decoro, sensibilidad social, no discriminación, secreto profesional, aseguramiento del acceso a la justicia.
                                                            


En claro detrimento de los derechos de los justiciables (en particular imputados), una de las garantías más vilipendiadas históricamente es la independencia e imparcialidad judicial, que suele quebrantarse bajo los vaivenes de grupos de poder (político, económico, social, religioso), garantía que esta desarrollada en los artículos 13, 15, 172 de la Constitución, 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, 4 del Código Procesal Penal, 7 y 8 del Código de Ética Judicial de El Salvador, entre otras disposiciones.   



En contraposición a la publicidad de los actos procesales y a la transparencia con la que los tribunales  deberían actuar por regla general, a partir del régimen de excepción vigente desde el 27 de marzo de 2022, cada vez se hace un uso más recurrente de la reserva total, lo que dificulta hacer un escrutinio de la ética judicial.   El Art. 307 del Código Procesal Penal prescribe: “Por regla general los actos del proceso penal serán públicos, pero el juez podrá ordenar por resolución fundada la reserva parcial o total cuando la moral pública, la intimidad, la seguridad nacional, o el orden público lo exijan o esté previsto en una norma específica”.



El cumplimiento de principios éticos, permite prevenir la comisión de faltas leves, graves y muy graves, contempladas en los artículos 50, 51 y 52 de la Ley de la Carrera Judicial (LCJ). Hay faltas que conectan claramente con incumplimiento de principios éticos, para el caso, la faltas de las letras a), b) y e) del artículo 50 del LCJ que se refieren en su orden a proferir expresiones irrespetuosas, no asistir a labores ordinarias sin causa justificada, no atender al público con el debido respeto y diligencia, están relacionados con la inobservancia de principios como la responsabilidad, la disciplina, el decoro, eficiencia y eficacia.
                                                            



Los principios, las prohibiciones y los deberes éticos, normas sobre dádivas y favores, son plenamente aplicables en el ámbito judicial y coinciden con postulados el acápite de ética judicial del Estatuto del Juez Iberoamericano, establecen el derecho al debido proceso (Art. 39), Limitaciones a la averiguación de la verdad (Art. 40), motivación de las sentencias (Art. 42). Resoluciones en plazo razonable (43) que aluden al derecho a una pronta y cumplida justicia.

                                                                                  

Para hacer efectivo el principio de no discriminación, existen las Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de personas en condición de vulnerabilidad (mujeres, niñas y niños, adultos mayores, indígenas, personas con discapacidad, LGTBI), que establecen normas específicas sobre tutela de estos grupos. El principio de no discriminación está implícito en el principio de igualdad contemplado en el Art. 4 letra c) LEG.

                                                

El tema de las dádivas y favores, aparte de afectar la probidad, daña la garantía de un Tribunal competente, independiente e imparcial, contemplado en los artículos 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, porque con las dádivas se trata de inclinar la balanza a favor de una de las partes, impidiendo a los justiciable ser tratados por igual, sin ningún tipo de preferencias o consideraciones especiales. 
                                                                                


Es importante afianzar la independencia e imparcialidad de los juzgadores, evitando que éstos se reúnan a solas con los litigantes o las partes, conducta prohibida en los artículo 8 letra E y 27 letra C del Código de Ética citado, disposiciones en su orden  relativas a la imparcialidad y a la relación de los jueces y juezas con abogados, abogadas y justiciables.     

Explicado muy simplemente, el proceso judicial es un método dialectico concebido para permitir que el juez pueda tomar su decisión tras haber oído a ambas partes desde una posición de imparcialidad. Una de sus principales garantías consiste en que el juez, para formar su decisión, solamente tenga en cuenta lo que sucede en el proceso, como mecanismo para aislarlo de otras influencias que frustrarían las posibilidades de defensa de las partes o, lo que es peor, de una de las partes.

La reunión a solas con una parte material o procesal puede parecer una acción muy transparente, democrática, aperturista, etc., pero en realidad da lugar a una actuación cubierta por la más absoluta clandestinidad, porque la contraparte no se entera de nada de lo sucedido. Es absurdo pensar que lo conversado no puede influir al juez o, aún peor, que el mismo puede tener suficiente criterio objetivo para decidir si le ha influido o no o para aislarse de la influencia. 


                                                                            

    
                                                        

Como recuerda el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en materia de imparcialidad hasta las apariencias cuentan, y aquí la apariencia juega claramente en contra del juez que se reúne privadamente con una sola de las partes. Y una vez que ha llevado a cabo esa actuación a espaldas de la otra parte, asumamos que reconocer su influencia en el proceso le puede ser poco menos que imposible. La Psicología cognitiva lo explica a la perfección.


                                                        
Hay otros instrumentos nacionales e internacionales que nos ilustran sobre la ética en la administración de justicia, tales son: Principios Básicos de la Independencia de la Judicatura, Reglamento de la Ley de Ética Gubernamental, Código de Ética Judicial de la República de El Salvador su respectivo prólogo, Principios de Bangalore sobre conducta judicial (aprobados por la resolución del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas 2006/23), la Carta de derechos de la Persona ante la justicia en el espacio judicial iberoamericano, Código Modelo Iberoamericano de Ética Judicial.




martes, 2 de noviembre de 2021

MARTA LILIAN GALVEZ: GUERRERA DE LA FE Y LOS NEGOCIOS

Por Joaquín Rivera Larios


Es muy triste tener que interiorizar la partida de seres entrañables. El sábado 11 de septiembre de 2021 marchó a la eternidad Marta Lilian Gálvez Duarte (1956-2021), luego de batallar de treinta días contra esta pandemia que devasta y aterroriza al mundo. Marta Lilian nació el 6 de marzo de 1956, en la Colonia Manzano, Barrio San Jacinto de San Salvador, en el hogar formado por Mauricio Gálvez y Lilian Duarte. 



Su padre fue gerente de una sucursal de Ferreterías Sagrera, su madre secretaria y su abuelo materno, Encarnación Duarte, violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional, quien por cierto acompañó en Colombia conciertos de Sarita Montiel. 




Mi hermano Eduardo relata que la conoció en la Iglesia Misión Centroamericana cuando ella tenía quince años. Habrá sido allá por 1971. Estudio en el Colegio Bautista de San Salvador, el Espíritu Santo, coronando el bachillerato en 1974 en el Liceo Cristiano central que después pasó a llamarse Juan Bueno. 

                                        


Esta formación en la fe y la palabra desde las aulas escolares, le permitió adquirir cierta madurez de la que carecen otros líderes del evangelio, para ayudar con genuina empatía a almas inmersas  en la desesperanza. Sabía plenamente que el crecimiento espiritual con frecuencia no es líneal, si no que tiene altas y bajas, caídas y recaídas. Consciente que los frutos del trabajo espiritual no se ven a la vuelta de la esquina y que las iglesias son hospitales de almas,  tenía  mucha paciencia con los grupos que dirigía.                        

        

 

Marta Lilian quien fue un ángel de la guarda para muchos seres ávidos de apoyo, incluyéndome a mi, alguien que llevó el altar de Cristo a muchos fieles, trabajando como lideresa de Casa de Paz de la Iglesia Nueva Familia, con sede en Ciudad Merliot. Al abrazar la fe cristiana a temprana edad, adquirió pasión por las almas y procuró llevar apoyo material y espiritual a personas atribuladas de su entorno. 



En algunas ocasiones me llamó a mi celular para que estudiara versículos concretos de la Biblia, en especial el libro Hechos de los Apóstoles y venía a traerme a mi domicilio y a dejar para que fuera a la Casa de Paz que ella inauguró  el 11 de febrero de 2009 y  dirigió hasta junio de 2017 en los Multifamiliares de  Monserrat, siendo los anfitriones  los hermanos Enma de Peña y Jesús Alfonso Peña (QDDG). Para ello,  Marta Lilian   viajaba de noche desde Residencial Pasatiempo en Lourdes, Colón, llevando en su vehículo a otros fieles, trasladándolos luego  a sus respectivos lugares de habitación.                                          
                                                    

Existe la creencia que a los hijos hay que darles un apoyo dosificado, restringido, para que ellos sepan lo que cuestan los bienes que se les proveen. Marta Lilian pensaba lo contrario, que a los hijos había que darles lo más que un padre pudiera: la educación en las mejores universidades, viajes al exterior, capacitación en música e idiomas, generarles una condición de abundancia no de escasez, para que se apuntalaran en la vida, sobre la mejor plataforma posible. En esa línea de pensamiento y acción, sus hijos Josué y Deborah estudiaron en su orden Química y Farmacia en la Universidad Alberto Masferrer y Economía y Negocios en en la Escuela Superior de Economía y Negocios.

                                                        

                                                        
Partiendo de un pequeño puesto de venta de medicinas en el centro de San Salvador, instalado en 1988, muy pronto incursionaría con éxito en la rama farmaceútica, llegando a distribuir productos  propios (Omni-Toss, Call-ion, Gluta-Phos, Haima-Vit, Oscall) en todo el país y exportar a Honduras y Estados Unidos. Hacia el 2010 estableció una pequeña cadena de farmacias con sucursales en Sonsonate, Juayúa y Santa Ana.



Gracias a ella, al frente de la Farmacia Regina varios vendedores de medicinas por cuenta propia tuvieron acceso al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), los carnetizó, los capacitaba en el Colegio de Químico Farmacéuticos, con el auxilio de los doctores Mauricio René Lara y Alba Estela Polanco de Lara, propietarios de Laboratorio Tecnoquímica. Y así generó demanda para sus productos en todo el país. Algunos de estos vendedores reconocen como Marta Lilian dignificó su labor y les abrió las puertas del conocimiento para comercializar sus productos con mayor éxito.

                                        
Bajo la sombra de Farmacias Regina y de la Sociedad Rivera Galvez Sociedad Anónima de Capital Variable, que se abrevia RIGAL S.A. de C.V., que Marta Lilian fundó junto a sus hijos en septiembre de 2004, mi persona incursionó en la inscripción de marcas y Registros sanitarios, me familiarice con contratos de suministros, de fabricación de productos farmacéuticos, compraventas de farmacias,  marcas de fábrica y de comercio y trámites en el Consejo Superior de Salud Pública y en el Departamento Nacional de Medicamentos.






Cuenta la señora Sandra Maribel Sánchez, contadora de Farmacia Regina, que en el 2012 doña Lilian asignó un día para ella, Sandra Aquino y Sandra  López, vendedoras, para leer el libro cristiano  "Cómo pastorear el corazón de su hijo", cuyo autor es Tedd Tripp, que trata sobre la educación de niños y jóvenes, a través de la ministración de su corazón. Las invitaba a desayunar en un Pollo Campero y luego leían la obra, discutían algunos puntos y el abordaje de casos del momento que vivían con sus vástagos.




No era egoísta y se gozaba del éxito de otros empresarios, especialmente si profesaban la fe cristiana. Animada por ese espíritu solidario compartió la formula de su negocio con Maria Celina Castillo, fundadora de PRONAVID S.A. de C.V., que fue pionera en la legalización de productos farmacéuticos naturales en el Consejo Superior de Salud Pública. María Celina que ahora tiene oficinas en San Salvador y Tegucigalpa, era maestra y en sus ratos libres vendía manzanas en el centro. Una vez desconsolada porque la habían despedido del colegio donde trabajaba, un alma generosa la puso en contacto con Marta Lilian, quién le dio crédito e inició así su ruta ascendente en el marcado de los medicamentos, llegando a formar pocos años después su propia empresa.



Nunca olvidaré sus sabias e inspiradoras palabras de aliento y apoyo en coyunturas muy críticas, cuando el ánimo decae y  el panorama se torna nublado. Nos decía que debíamos tener una agenda espiritual, para cultivar la fe. Ayudaba como que si ella misma no tuviera sus propios problemas. No cabe duda que un espíritu superior guiaba sus pasos. Quizá su mayor legado espiritual se ve reflejado en sus propios hijos Eduardo Josué y Lilian Deborah, a quienes envío mis condolencias.

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Fue un corazón abierto, una mano extendida para ayudar, una fuente de fe y esperanza para nuestra familia. Sin duda una destacada empresaria, una hija amorosa, una excelente madre, una hermana altruista, una abuela inmensamente generosa, una sierva de Dios. Al marchar a la eternidad, nos deja un gran vacío, pero también un legado de lucha,  bondad y solidaridad. Que en paz descanse Marta Lilian Galvez Duarte.