domingo, 26 de abril de 2020

YURI, LA REINA DE LA CANCIÓN JUVENIL DE LOS OCHENTA

Por Joaquín Rivera Larios



Fue la primera cantante mexicana que secuestró mi atención cuando interpretaba  tonadas que enarbolaban un amor idílico, utópico, típico de la adolescencia: “Mi primer amor”, “Garabato”, “Tú y yo”, “Ese amor no se toca”, “Llena de dulzura”, “Si es cierto soy así” “Te amo, te amo”, “Y descubrir que te quiero”, “Hombres al borde de un ataque de celos” “Qué te pasa”, entre otras que encendían los corazones románticos de la juventud ochentera.

Poseedora de potente y privilegiada voz, fuerza interpretativa, nos cautivaba con su rostro angelical, sonrisa encantadora,  carisma y un derroche inigualable de gracia y dulzura. 
 

La “güera”, como llaman en México a las mujeres blancas y rubias usufructuó al máximo el culto que los mestizos rendimos a las bellezas de tez blanca. La veía parecida a la primera rubia que me embelesó, Farah Fwacet, la estelar protagonista de la serie televisiva “Las Ángeles de Charlie”.
                                                 
Evocar a Yuri es traer a cuenta un torbellino que hacía retumbar los escenarios, un boom de la música pop que hizo las delicias del público con sus tórridas y electrizantes coreografías y luminosos vestuarios, conjugados con los juegos de luces, elementos que en su conjunto la convirtieron en un ícono entrañable de nuestra mocedad.




Atrapó la fama en 1978 para instalarse en el corazón de sus admiradores que quedamos prendidos de su talento y energía, por lo que seguimos tributándole homenaje en la intimidad de nuestros hogares, como una auténtica reina de la canción en Latinoamérica.

                                                

Sin duda la Yuri más radiante y juvenil la contemplamos en el film "Secuestro en Acapulco" (1983), en el que comparte el plató con el quinteto venezolano “Los Chamos”, la Chilindrina y Lucila Mariscal, a su vez nos deja atónitos en el Festival de Viña del Mar 1984, donde por aclamación popular obtuvo la Gaviota de Plata. Nos cautivó también en el programa colombiano de Jorge Barón que se puede ver en YouTube bajo el título “Show del Recuerdo con Yuri”.




Escudriñando en la red sobre posibles las conexiones de Yuri con El Salvador, encontré un vídeo de su presentación en el programa Fin de Semana, conducido por Willie Maldonado, del sábado 17 de septiembre de 1988, en el que la cantante mexicana interpreta su éxito “Qué te pasa”. Se pueden apreciar las modelos Karla Barba (ex esposa del cantante Gerardo Parker) y Cecilia Rivas. 




Si bien conserva intacta su calidad vocal, ahora es un opaco reflejo de aquella chica vibrante que deslumbraba en los escenarios de Hispanoamérica, tal como revelan fotos y vídeos del segundo lustro de los ochenta hasta nuestros días.  


El programa la Historia Engarzadas de Televisión Azteca, conducido por Mónica Garza  revela sus tortuosas relaciones de pareja, sus pensamientos suicidas, la violencia que sufrió en su hogar  y la vida frívola y superficial que acompañó a la estrella cimentada en las carretadas de dinero que le proporcionaron su éxito artístico. 
                                                
                                                


Desde joven no tuvo escrúpulos para hacer publica su privacidad, al punto que el  film "Yuri, mi verdadera historia" (1997). en el que comparte créditos con Norma Herrera, Armando Araiza, María del Sol, reveló  cómo se abrió paso desde niña en el ambiente artístico hasta alcanzar el estrellato,   cómo descendió a las catacumbas del alcohol y las drogas y fue arrastrada por el frenesí sexual y cómo experimentó una aterradora soledad, en medio del glamour del éxito y la fama. 



                                        
   

jueves, 23 de abril de 2020

“DEVUELVEME A MI CHICA” DE HOMBRES G: EL MERITO DE LA ORIGINALIDAD

Por Joaquín Rivera Larios




El actor y director de cine, Thomas H. Ince, dijo: “La originalidad es solo el plagio no detectado”. Y quizá tenía razón, en el sentido que todo creativo echa mano de ideas, temas, vivencias y recursos que preexisten a su obra, quizá el mérito radica en cómo el artífice mezcla y proyecta esos elementos en su obra, cómo logra expresar o describir de manera no convencional, sorpresiva o inusual los pensamientos y emociones que se agitan en la conciencia humana.
                                                       
Quiero destacar en estas líneas el legado musical de una banda de rock española, el talento de su compositor y a su vez enaltecer algunos hallazgos de originalidad que advierto en su música. Pues bien, en 1985, me entretenía oyendo en las tardes un casete pirata de Supersonido, con los éxitos en español de ese año, sonaban fuerte “Como te va mi amor” (Pandora), “Este hombre no se toca” (Rocía Banquels), “Bazar” (Flans), entre estos temas se colaba una canción provocativa, desenfadada, innovadora en su lenguaje¨: “Devuelveme a mi chica”, de la banda española Hombres G.
 
                                                   
Una canción ingeniosa, desinhibida, también conocida como “Pica Pica” y “Sufre mamón” que alude a una experiencia devastadora por la que hemos pasado la mayoría de mortales, y es justamente el descenso al abismo que supone ver a la chica de nuestros sueños de la mano de otro que nos robó la posibilidad de concretar un noviazgo con ella.

Multiples canciones retratan la catástrofe sentimental que sobreviene a una ruptura, particularmente cuando la mujer amada encuentra cobijo en los brazos de otro, entre ellas “¿Ahora quien? ( Marc Antony), “Otro ocupa mi lugar” (Miguel Gallardo), “Donde estés, con quien estés ” (Camilo Sesto), todas con su carga de dramatismo, pero pocas composiciones pintan la debacle con pinceladas de buen humor y surrealismo.

                                            
   

Ese es el gran mérito de aquel joven llamado David Summers Rodríguez, voz líder de Hombres G, y letrista de ese tema, que supo desahogar su pena y su sed de venganza al filo de los veinte años, confeccionando una joya de la música juvenil de los ochenta: “Por el parque les veo pasar,/ cuando se besan lo paso fatal,/ voy a vengarme de ese marica,/voy a llenarle el cuello de Polvos pica pica./Sufre mamón devuelveme a mi chica,/ o te retorcerás/entre polvos pica pica…”



En la película “Devuélveme a mi chica” (1987), dirigida por el cineasta Mario Summers, padre de David, retrata fielmente los orígenes del grupo en avenidas céntricas de Madrid y la travesuras que fraguaban sus integrantes en colegios de la ciudad. El film devela las circunstancias reales que dieron vida a “Sufre mamón”, especialmente la ruptura de David con su ex novia llamada Macu. La historia, salvo eventos añadidos para darle mayor dramatización, es muy real, tanto en el ámbito emocional como en el musical. 

¿Cómo dí con “Pica Pica” de nuevo? En plena cuarentena encuentro en YouTube un concierto de covers del grupo mexicano Matute, denominado “Matute-Total rock en tu idioma ft Keny y Los Eléctricos” y me llama poderosamente la atención “El ataque de las chicas cocodrilo”, otra canción que desparrama ingenio y gracia, focalizada en las adolescentes que idolatraban al grupo y abarrotaban sus conciertos. Y al descubrir a los autores de ese tema, detecto que son Hombres G.                                                                              
                                                                               

                                                                                 
Hablamos de los ochenta del siglo pasado solo para ubicarnos en el tiempo, porque la música cuando tiene brillantez es intemporal, trasciende de generación en generación. En YouTube también encontré un concierto de los veteranos Hombres G de hoy, en la Plaza del Sol de México D. F. en marzo de 2017, alborotando a un publico joven que coreaba a todo pulmón sus canciones, demostrando que cuando las propuestas melódicas y armónicas son atractivas se pegan como calcomanías en el gusto del público sin distinción de edades.

                                            

                                          

domingo, 12 de abril de 2020

ALBERTO CORTEZ, EL CANTAUTOR QUE CONSTRUYO CASTILLOS EN EL AIRE

Por Joaquín Rivera Larios




Alberto Cortez, llamado “el gran cantautor de las cosas simples” nos dijo adiós el 4 de abril de 2019, al partir se llevó parte de mi vida. Crecí disfrutando, meditando y cultivando valores con sus exquisitas canciones, en momentos de soledad y recogimiento sus melodías me inyectaban motivación.

Caracterizado por su pluma fina y elegante, combinó de manera magistral la inteligencia con el sentimiento. Con sus poemas musicalizados ejerció una enorme influencia en mi adolescencia y juventud. En 2007 publicó en Guayaquil, Ecuador, un libro denominado “Alberto Cortez, por los cuatro costados”, que incluye una pequeña autobiografía, poemas, cartas y una recopilación de sus libros anteriores.
                                            

    
                                                
Hizo una dupla formidable de filósofos de la cotidianidad con Facundo Cabral a mediados de lo noventa, que recorrieron América   bajo el eslogan "Lo Cortez no quita lo cabral", el espectáculo tuvo tanto éxito  que fue reeditado bajo el título  "Cortesías y Cabralidades". 

Cortez fue un artista con gran sensibilidad que sentía el pensamiento y pensaba el sentimiento. Era un referente para la juventud de los setenta, ochenta y noventa del siglo pasado, el típico artista sensato, justo, ecuánime que acaricia el alma, alienta la razón y señala nobles derroteros a sus seguidores.
                                                    


Por cierto Cortez tenía la gentileza de obsequiar una presentación en la Universidad de El Salvador, cada vez que daba un concierto en el país, compartía su canto con la juventud estudiosa, sabedor que muchos estudiantes eran de escasos recursos y no tenían los medios para pagar la entrada a un concierto.

Su legado musical es vasto, pero para mi dos de sus tonadas me impactaron especialmente, al punto de convertirse en lemas de vida: "Siempre hay algo más", que me elevaba el ánimo cuando flaqueaba y “Castillos en el aire” que nos invitaba a abrazar sueños quijotescos.

                                                    


Cortez es autor de insuperables canciones como “El árbol y yo”, que rescata el amor por la naturaleza, visualiza al árbol como un entrañable amigo, casi un hermano, confidente de aventuras íntimas, el que nos acompañó en etapas tan queridas como la infancia y adolescencia, que una vez agotadas las recordamos con un dejo de melancolía. En 1970 el gobierno mexicano adoptó y utilizó “Mi árbol y yo”, para una campaña nacional de reforestación.

                                                            
En la línea temática de "Castillos en el aire", otro tema finamente hilvanado  es “Mi bicicleta luz”, que también ejemplifica la importancia de cultivar los sueños "inviables", utopías que se consideran irrealizables, de romper la rutina, aun bajo el riesgo que nos califiquen de “locos”. En ambas tonadas nos exhorta a atrevernos a marcar la diferencia, a renovar nuestro pensamiento continuamente, a liberarnos del hastío, a no cesar en el empeño de explorar nuevos horizontes.

                                                

En su haber se cuentan lindas melodías que nos inspiran a luchar por un noble ideal, a no desmayar, a ir siempre a la vanguardia, desafiando los obstáculos, en medio de un entorno adverso que boicotea nuestros sueños, entre ellas: “Arriba la vida”, “Camina siempre adelante” “Siempre hay algo más”, “A partir de mañana”.

En su vasto repertorio figuran también primorosas canciones como “Miguitas de ternura” y “Juan Golondrina”, que entrañan un vehemente llamado a dar amor a personas socialmente excluidas, que sufren regularmente un cruel rechazo, y en el menor de los casos la indiferencia, como los niños desamparados que pululan por el mundo implorando caridad, las muchachas de la noche que asoman por las esquinas ofreciendo su piel como producto de intercambio y el abuelo solitario y  cansado que da de comer a las palomas en la plaza.

                                                        


Una preciosa y conmovedora tonada es “A mis amigos”, que nos coloca como deudores de nuestros amigos, quienes tienen la monumental benevolencia y la infinita paciencia de perdonarnos el mal humor, las dudas, las vanidades, los temores, las espinas más agudas, la negligencia, las discusiones por tonterías, y pese a ello, nos prodigan abrazos, ternura, y lo que es mejor aún, comparten con nosotros las facturas que nos presenta la vida paso a paso.

                                        

                                                    
En el singular tema “Pequeño burgués”, hace una magistral radiografía de un prototipo de persona bastante común en la sociedad de consumo, que se vanagloria, egocéntrico por excelencia, hace alarde de lo que no es y no tiene, suele cultivar los valores aparentes (lujo, belleza, confort, marcas de prestigio), el cinismo (la hipocresía), la doble moral, la mudanza de posiciones o criterios, según las conveniencias.

                                
Una de sus tonadas más trascendentales es “Cuando un amigo se va”, dedicada a su padre, a quien Alberto vio por última vez desde la cubierta del barco, cuando lo despidió en el Puerto de Buenos Aires, agitando un pañuelo blanco. Al recibir la noticia de la muerte de su padre daba un concierto en el Hotel Hilton de Madrid y al terminar la presentación salió a recorrer muchísimas calles en solitario. Al retornar de su andanza dispuso escribir el emblemático tema. Esta canción junto a “Gracias a la vida” y “Alfonsina y el mar”, son consideradas según encuesta de un periódico de Chile, como las tres mejores canciones en castellano del Siglo XX. 









Las canciones de Cortez son un soplo de moralidad, en un mundo contaminado por la inmundicia y los vicios, donde campea la ley de la selva y en ese sentido, una de las tonadas que más escuché en mi juventud fue “Hasta cuando”, en la que denuncia la corrupción de los líderes políticos, religiosos, de los abogados, el terror que propalan ciertas ideologías, la perdida creciente de valores, que conducen al globo terráqueo a la ruina material y moral.

                                                                

    
En su canción “Una vueltita más”, lanza un grito contra la creciente carrera armamentista, denunciando que las superpotencias habían dividió en dos esferas de dominio nuestro planeta.

Alberto Cortez  alzo su vuelo a la eternidad justo a los 79 años,  dejándonos de herencia un bellísimo cancionero. Sin duda se mudó a sus castillos en el aire, pero asegurándose un rincón en el alma de sus miles de admiradores, quienes cada día le llevaran una rosa imaginaria, reviviendo el romanticismo y los ideales que aquel "aprendiz de quijote" propaló. 

                                    

jueves, 9 de abril de 2020

EL DEBATE PRESIDENCIAL ENTRE EL MILITAR Y EL INTELECTUAL

Por Joaquín Rivera Larios




En 1964 el doctor Fabio Castillo Figueroa, Rector de la Universidad de El Salvador (UES) viajó a la Unión Soviética y firmó un convenio la Universidad Lomonosov, para traer profesores rusos al país. Recibió virulentos ataques de la derecha y tuvo férreos detractores, entre ellos Enrique Altamirano Madriz, que fuera Director de El Diario de Hoy.

Hacia 1966 el gobierno militar del Coronel Julio Adalberto Rivera a través de su Ministro de Interior y posterior presidente General Fidel Sánchez Hernández acusó a Fabio Castillo de ser un comunista por haber firmado un convenio con la Universidad soviética, mediante el cual vendrían profesores rusos a la UES para contribuir al desarrollo científico de la institución. 




El Rector defendió el acuerdo amparándose en el derecho que la asistía a la UES de establecer convenios que sirvieran para su desarrollo. Al final el convenio entre las universidades no pudo ejecutarse, pues el gobierno no permitió la entrada de los profesores que vendrían( Periódico virtual El Faro. net, “Defensa de Fabio Castillo a la autonomía de la Universidad de El Salvador”, publicado el 15 de febrero de 2015).

Al respecto Waldo Chávez Velasco relata que a Fabio Castillo se le ocurrió invitar a profesores comunistas a la UES. El ministro del Interior, el entonces coronel Sánchez Hernández, negó la visa de ingreso. Fabio, enfureció, lo desafió a un debate público, el primero en la televisión del país, tal como consta en una crónica publicada con motivo del fallecimiento de Sánchez Hernández el 1 de marzo del 2003 en El Diario de Hoy

                                                            
         
                                                            
Chávez Velasco añadió que la mayoría no tenía dudas sobre quién ganaría el enfrentamiento. Un “chafa” —como llaman a los militares— contra un médico no tenía la menor posibilidad de ganar. Ante la sorpresa de los telespectadores, Fidel le propinó a Fabio una paliza memorable, con argumentos y razones.

Cuando se enfrentaron ambos eran candidatos presidenciales, Castillo Figueroa por el Partido Acción Renovadora (PAR), fundado en 1949 y el coronel Fidel Sánchez Hernández, del Partido de Conciliación Nacional (PCN), fundado en 1961.

                                                                    
Por su parte, el periódico virtual Diario Latino. Net refiere que contrario a lo que la izquierda esperaba, el militar se impuso a la dialéctica marxista del entonces Secretario General del Partido Comunista Salvadoreño y Rector de la Universidad y ganó ampliamente las elecciones de marzo de 1967. (Diario Latino. Net,  “Lo que se espera del debate del domingo” 17 de marzo del 2015). 




Prosigue el Diario Latino. Net. que el formato del debate entonces permitió que los candidatos se dijeran hasta de lo que se iban a morir, frente a frente, sin trancas de ninguna naturaleza. Finalmente el mal carácter de Fabio le hizo perder los estribos y sucumbió ante el militar al que la izquierda llamaba “chafa ignorante”. Los resultados se vieron en las elecciones que tuvieron lugar el 5 de marzo de 1967.
                           
                                                                            
Carlos Federico Paredes Castillo, sobrino de Castillo Figueroa, sostiene en un mensaje que me envió por Messenger que Fabio dimensionó el futuro de la educación, Fidel se concentró en mostrar que el Rector había firmado un convenio con la Universidad de Lomonosov y lo sacó al final de las deliberaciones, dando a entender que lo hizo sin contar con la autorización del Consejo Superior Universitario (CSU), cuando sí tenía el aval de este organismo. El militar cerró las intervenciones, sin que el Rector tuviera espacio de respuesta.  



A juicio de Paredes Castillo en el debate quedó la impresión que Fabio había tomado decisiones sin estar autorizado. De acuerdo a esta opinión, Fidel tenía una ventaja que respetaba la inteligencia de Fabio, por el contrario éste despreciaba el cociente intelectual de su interlocutor militar.

Contrario a lo que a veces se piensa en la sociedad civil que los militares son matones con una pobre formación académica, Sánchez Hernández era en aquel momento uno de los oficiales más capacitados de El Salvador. En 1945 estudió Armas Blindadas en Fort Knox, EE.UU. Luego lo nombraron delegado de Naciones Unidas en Corea, en tensa situación militar y política.                                                                
                    
                                                    
                                                                               
Fidel fue becado a España, donde se diplomó en la Escuela de Estado Mayor de Madrid. De España pasó a París como agregado militar a la Embajada de El Salvador. En 1960, fue nombrado agregado militar y aéreo en Washington D.C., donde fue presidente y vicepresidente de la Junta Interamericana de Defensa. Me comentó mi profesor de Derecho Administrativo que fue vicepresidente en esa época, doctor Humberto Guillermo Cuestas, que Fidel hablaba inglés y francés.


    
                                                                          

 
    

Por supuesto Castillo Figueroa también era un profesional con una preparación privilegiada: se graduó de Médico en la UES en 1947, fue director de médicos residentes del Hospital Rosales de 1948 a 1949, realizó estudios de Fisiología en la Universidad Cantonal de Ginebra de 1949 a 1951 y luego en las Universidades de Cornell en Nueva York y Pensilvania en Filadelfia, enfocándose en el área de Fisiología.






martes, 7 de abril de 2020

LAS MUJERES EN LA MILICIA


Por Joaquín Rivera Larios




Hurgando en la web la historia del programa Fin de Semana “el clásico del entretenimiento", dirigido por Willie Maldonado,  que fue transmitido por los Canales 4 y  2, me encuentro en la galería de modelos que desfilaron en ese espacio, con la bellísima Sally Denisse Ruiz, Primera Finalista de Miss El Salvador 2003 y Reina de las Fiestas Agostinas de San Salvador 2000. 

Me llamó la atención que Sally Denisse, de 1.67 m., cabello rojizo, ojos café, del signo Géminis, aparentemente tímida, antes de estudiar Comunicación Social en la Universidad José Simeón Cañas, abrazaba el sueño de ser piloto, para ello se enroló como cadete en la Escuela Militar Gerardo Barrios, viéndose obligada al retiro por una operación a raíz de una hernia de disco.

El Diario de Hoy en un suplemento dedicado al concurso "Miss El Salvador 2003” transcribe las palabras de la candidata: “Me gusta todo lo que genera adrenalina” y luego añade: “En el 2000 pude conocer la cabina de un avión y me dije: ‘Quiero eso para mí’. Pero no en aviones comerciales, donde está todo bajo control, me gustan los aviones de combate”. 


La mujer ha estado presente desde la creación de la Fuerza Armada de El Salvador, desempeñando funciones logísticas y de apoyo; en 1971 incursionó en el Servicio de Sanidad Militar, formándose en México en la Escuela Militar de Enfermeras y Escuela Médico Militar. A su regreso se incorporaban a la institución castrense con  el grado de subteniente.  



En la actualidad las  tres ramas de la Fuerza Armada salvadoreña (Ejército, Fuerza Aérea y Fuerza Naval), se han visto engrosadas por la presencia femenina, a nivel de mujeres Oficiales, Suboficiales y de Tropa, habiendo ingresado por primera vez señoritas en la Escuela Militar Capitán General Gerardo Barrios el 15 de enero de 2000 (45 señoritas formaron el contingente inicial), graduándose como subtenientes la primera promoción el 2003.  En el 2005 se graduó la primera promoción de licenciadas en Administración Militar.   Asimismo, en el 2011 el primer grupo de mujeres soldados se juramentó en la Brigada de Artillería.


En el 2016 la institución armada asciende a la primera mujer con el grado de Sargento, en la categoría de suboficiales, concluyendo que cuenta con personal femenino formado en las categorías de: Oficiales, Suboficiales y Tropa. 

No es extraño que las mujeres destaquen en el ámbito castrense, cuestionando así “la esencia androcéntrica” del ser militar, prueba de ello es que en el 2004 la primera antiguedad de la Escuela Militar de nuestro país, que equivale al primer lugar de su promoción, correspondió a Marlene Chicas, que era la sargento del batallón de cadetes, posición que logró entre 52 cadetes en total (incluidas 8 señoritas), tal como como lo revela un reportaje de El Diario de Hoy del 14 junio de ese año titulado “Una mujer es la número uno”. 
                       
                                

El proceso de feminización de los ejércitos en Latinoamérica ha permitido que en varios países mujeres hayan liderado los ministerios de defensa, así: Nilda Garré (2005-2010) en Argentina, María Cecilia Chacón (2011) en Bolivia, Michelle Bachelet (2002-2004) y Vivianne Blanlot (2006-2007) en Chile; Marta Lucía Ramírez de Rincón (2002-2003) en Colombia; Guadalupe Larriva (2007), Lorena Escudero Durán (2007) y María Fernanda Espinosa (2012-2014) en Ecuador; Martha Ruiz Sevilla (desde 2014) en Nicaragua; Azucena Berrutti en Uruguay (2005-2008) y la almirante Carmen Teresa Meléndez (2013-2014) en Venezuela.

En ejércitos irregulares, como la guerrilla salvadoreña, también tuvieron protagonismo varias mujeres a nivel de comandantes, entre ellas: Guadalupe Martínez, Nidia Díaz, Lorena Peña, Norma Guevara, Melida Anaya Montes, Clara Elizabeth Ramírez, las últimas dos fallecidas. Las tres primeras dejaron constancia de sus vivencias en libros de testimonios: “Cárceles clandestinas de El Salvador” (Guadalupe), “Nunca estuve sola” (Nidia),  “Retazos de mi vida” (Lorena). El relato de Lorena Peña es particularmente desgarrador, porque sus dos hermanas mayores Virginia y Ana Margarita se incorporaron a la guerrilla y murieron en el fragor del conflicto.



Hay aspectos castrenses que revisten morbo y excentricidad, como la Guardia Amazónica, que protegía al dictador libio Muamar Gadafi, una fuerza de seguridad personal integrada por doscientas mujeres, elegidas sobre la base de requisitos imprescindibles: ser joven; entre 18 y 25 años, medir al menos 1,70 m., contar con atractivo físico destacable y carecer en absoluto de un carácter excesivamente femenino. Este cuerpo  élite muy llamativo y bien entrenado paseaba con el dictador por el mundo en todos sus viajes. 



La historia ha invisibilizado o al menos demeritado el valor de las mujeres en la línea de fuego. Para citar solo un ejemplo, entre muchos otros, traigo a cuenta a la prócer ecuatoriana, Manuelita Saenz, considerada pionera del feminismo, a quien se le ha llamado “la Libertadora del Libertador”, porque  amó y  admiró profundamente  a Simón Bolivar y a su vez  lo salvó de un intento de asesinato en septiembre de 1828. La participación de Manuelita fue crucial en las batallas decisivas para alcanzar la independencia de Ecuador y Perú, ya que no solo se batió a tiro limpio bajo fuegos enemigos, sino que le brindó a Bolivar apoyo político, se ocupó de los heridos y de la provisión a las tropas.

Aunque algunos sostienen que la incorporación de las mujeres en los ejércitos más que una reivindicación en términos de igualdad con los hombres, ha vuelto a aquellas una pieza más del engranaje militarista, yo pienso que atenúa el arraigado machismo y que si bien todavía campea la discriminación por razones de género, ellas le comunican en alguna medida a una profesión marcada por la rudeza, la fuerza, el verticalismo, el autoritarismo, los valores inherentes a la feminidad: delicadeza, sensibilidad, el humanitarismo y un sentido peculiar de inteligencia.




jueves, 2 de abril de 2020

ROBERTO FRANCO, EL GRAN TITIRITERO DESAPARECIDO

Por Joaquín Rivera Larios 



Hubo un suceso que marcó un antes y un después en mi niñez y adolescencia y es ver en escena el teatro de Títeres Pequebu, dirigido por el joven maestro Roberto Franco. Eso ocurrió en diciembre de 1979 en la Librería Hispanoamérica (que estaba frente a la plaza Morazán). Fue una magnifica presentación que me llenó de sueños y de magia.

Inspirado en ese montaje, meses después sin mayor formación armé un teatro de títeres en mi casa, con Epy y Blas, los figuras del programa de TV Plaza Sésamo, que me compró en Simán Centro (el único que había) mi hermana Gladys. Mi hermano Álvaro me hizo el guión. Me auxilió mi gran amigo de infancia Eduardo Uribe Lemus. Cobré diez centavos por la función y la sala de mi casa se llenó de niños.

                              



 
        
El montaje de Franco martilló mi mente y quise mandar a hacer un teatrino similar con una armazón de madera, revestida de tela, pero nunca logré reunir los diez colones que el carpintero de la vecindad me cobraba. Me quedé con los brazos cruzados, anhelando imitar a Franco.

Franco popularizó en nuestro medio las marionetas. Llevó su arte a las áreas marginales y las escuelas. Como fruto de sus enseñanzas El Salvador presenció el surgimiento de otros grupos: Cipitin, Los Ruiseñores, Chanchavalancha, ¡Ja, Já!, Bubulú y Calabaza.

                                        
El extinto escritor Rafael Menjivar Ochoa, relata en su obra “Tribulaciones y asteriscos” que encontrándose en México en 1979 conoció al titiritero Roberto Franco, a quien el Bloque Popular Revolucionario envió al Distrito Federal y le encomendó que buscara a su padre, el economista Rafael Menjívar. Refiere el autor que acompañó al titiritero con su guitarra y que trabajar con éste fue de las cosas más divertidas que le han pasado. Sabía su oficio y fue todo un éxito. Relata que tenía dos títeres principales: la rana Aurora (roja y de pelo amarillo, los colores del Bloque) y la rana Mateo, verde como cualquier rana. (Citado por Pineda Roberto, Las Luchas de los Movimientos Populares en El Salvador 1810-2010, Ediciones Prometo Liberado, San Salvador, 2014, Pág. 82)

                                                    
La foto publicada a continuación corresponde al grupo de teatro Tuchan (Nuestro Pueblo) y fue tomada en el Teatro Nacional el 29 de noviembre de 1980, el día que presentaron la pieza para títeres "El gallo, el rey del mundo". Los que participaron en el montaje y aparecen en la foto son, al frente: Jorge Avalos, Napoleón Selva, Gabriel Guzman (QEPD) y Anny (QEPD, muerta en combate en 1981), atrás Edwin Pastore, Roberto Franco (QEPD), Susana Moreno Parada y persona desconocida.






En junio de 1984 me encuentro a mi amigo, el escritor Álvaro Darío Lara, con quien habíamos publicado el periódico estudiantil "El Cervantino" un año antes, mientras ambos estudiábamos en el Instituto Cultural Miguel de Cervantes. Álvaro publicó de manera artesanal el boletín cultural "Pregón" que se la atribuía a la Asociación de Trabajadores del Arte y la Cultura (ASTAC). 

Al hojear la primera edición del boletín correspondiente a agosto-septiembre de 1984, me estremeció la noticia que el gran titiritero Roberto Franco había desaparecido en noviembre de 1983 frente al Teatro Nacional, el espacio cultural al que tantas veces hizo brillar con su gran talento.

                                               
             
Recuerdo perfectamente que leí varias veces un conmovedor poema que el extinto escritor Ricardo Lindo le dedicó al gran titiritero en "Pregón". Y mis sueños de titiritero se llenaron de nostalgia. Aún resuenan en mi memoria algunas de las sentidas palabras que Ricardo le dedicó al amigo desaparecido:

"...yo derramo mi voz ya sin lágrimas junto a ti, /Roberto Franco, titiritero, /alegre compañero de aventuras, / rey encendido en medio de amables luces, / que crecían en la noche fantasmal de invierno/ mientras inventabas algún mágico viaje..."