viernes, 27 de diciembre de 2019

CUANDO EL FUTBOL SE TIÑE DE SANGRE




Por Joaquín Rivera Larios

Cuando escribo pienso que lucho desde la trinchera de la memoria para ganarle terreno al olvido, para iluminar las sombras del pasado y desempolvar historias de júbilo y de dolor, como aquellas desgarradoras escenas de muerte que han salpicado el redondo nacional, llevándose prematuramente figuras del balompié criollo que rubricaron con sus botines grandes gestas y elevaron con sus jugadas la adrenalina de la afición.  Sirvan estas líneas como un homenaje a esas figuras extintas del redondo nacional.     

Roberto “La Burra” Rivas es un ícono de Alianza, tanto que en el equipo blanco se decidió retirar la camisa con el número “2” a manera de homenaje. Fue Campeón con Alianza las temporadas 1965-1966, 1966-1967. Rivas era un zaguero lateral derecho, oriundo de Soyapango, que jugó los Juegos Olímpicos y el Mundial 1970, ambos escenificados en México, participando en los seis partidos en los que El Salvador intervino en dichas justas mundialistas. Se suicidó a los treinta años de edad el 8 de febrero de 1972, disparándose con un fusil en la cabeza.
                                        

La madrugada del domingo 7 de septiembre de 1980, en el fragor de la cruenta guerra civil, el zaguero Saturnino “Ninon” Osorio, de treinta y cinco años de edad,  jugador de Aguila y de Alianza, que fue parte de la alineación titular en los tres juegos de la Selecta en el Mundial de México 70, fue asesinado a balazos en Mejicanos  cuando se conducía un taxi en compañía de la señorita María Eugenia Castro Aguilar, de 26 años.  Según versiones no atendió una señal de alto que le hizo un retén inmediato al lugar donde horas antes hubo un enfrentamiento.
                    




En pleno conflicto armado la violencia continuó ensañándose con nuestro futbol. El popular delantero Ismael “el Cisco” Diaz,   que formara parte de la selección nacional y   del histórico Kinder que Juan Francisco “Cariota” Barraza armó en el Aguila,   junto a David Antonio Piñho, Baltazar Ramirez, "el Pele Zapata,  Felix “la Garrobita” Pineda. Fue asesinado de un disparo en el cuello a los 35 años de edad a la altura del Kilometro 145 de la carretera Panamericana a las 3: 00 de la tarde del 27 de febrero de 1981 por no pagar una extorsión.


                                                        
                                              
En los sesenta del siglo pasado, José Adilio “Chirilagua” Rivas fungió como interior izquierdo, cuando se jugaba con cinco delanteros, habiendo figurado en el Quequeisque de Santa Tecla, junto al portero Walberto “el Pulpo” Fernández, también brillo en el Atlético Marte, y en C.D. Millonarios. El 30 de septiembre de 1983, Rivas fue sacado a la fuerza de su trabajo a eso de las 5.30 a 6: 00 de la mañana, lo   subieron a un pick up y lo llevaron a Mejicanos, cerca de la Escuela Japón, donde lo asesinaron.
                                            

El portero del FAS, del Alianza  y de la Selección salvadoreña en los 
partidos previos a la Hexagonal de México 1977, Mauricio Humberto  “El Flaco”  Castillo,  fue asesinado el 30 de diciembre de 1984, cuando tenía 29 años de edad. Su cuerpo fue encontrado el lunes 31 de diciembre en El Portezuelo, Santa Ana. 
                                                


Un defensa central recio, temible, el único extranjero en esta lista, era el uruguayo Raúl Esnal que fue campeón nacional con el Atlético Marte en 1985, vino procedente de las filas del Wanderers de Montevídeo, fue brutalmente asesinado  el 15 de diciembre de 1993, mientras iba a entrenar en la ruta entre Ahuachapán y Acajutla. Lo alcanzó una ráfaga de ametralladora proveniente de una camioneta que pasó por su lado. El caso nunca fue resuelto.
                                                       
Cinco años después, el escurridizo y veloz delantero de FAS y de Municipal Limeño y de la Selección, Oscar "Tito" Díaz, fue asesinado en el Bar "Las Siete Copas", Barrio Las Delicias, de Santa Rosa de Lima, el 12 de diciembre de 1998. Díaz estaba departiendo con el volante de Firpo, Santos Cabrera. Fue trasladado al Hospital San Juan de Dios de San Miguel, donde falleció. Tuvo diferencias con el técnico yugoslavo, Milovan D’Joric, cuando éste conducía el cuadro nacional. En su honor el Municipal Limeño decidió retirar el dorsal 10.



                                                                                


Jesús “Chus” González Barillas nació en San Salvador  el 8 de agosto de 1952.  Volante ofensivo muy encarador, poseía buen manejo del balón. Hacia unos pases milimétricos. Tirador de los penaltis, tiros libres y de esquina  en el Independiente de San Vicente (1978-1981). Pateaba con los dos pies y era muy bueno para desmarcarse.  Jugó las temporadas 1985/1986 y 1987/1988 con el equipo de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), el cual descendió de categoría en 1985. Chus se suicidó ahorcándose en su casa en el 2001 a los 49 años de edad, como consecuencia de una decepción.
                                                


En un asalto perdió la vida el jugador de Atlético Balboa, Walter Velásquez, a manos de dos asaltantes luego de que identificara a uno de ellos cuando era víctima del atraco. El hecho se sucedió a las 6:30 p.m. del 5 de febrero de 2002, en el lugar conocido como El Perical, cercano al puente Sirama sobre la carretera que conduce de La Unión a Santa Rosa de Lima.
                                            
Las pandillas cobraron la vida del  ex defensa Luis Atilio "el Caballo" Estrada, jugador  de FAS, campeón nacional en 1984,   el 18 de  abril de 2003 (jueves santo); a  la edad de 42 años,  alrededor de las 4:30 p.m. mientras conversaba con un ex pandillero de la mara 18 que fue fulminado por una ráfaga frente al deportista. Al parecer, Estrada cuestionó a los asesinos quienes regresaron y le ocasionaron dos heridas de balas en el abdomen, para luego darse a la fuga. Fue llevado al Hospital Nacional San Juan de Dios, donde falleció horas después.
                                            
                              
Otro que sucumbió a manos de las pandillas fue William Alberto López, delantero de Alianza junio de 2005; mientras el deportista se encontraba en las afueras de su casa ingiriendo licor junto a los imputados. Tras una discusión, la víctima fue lesionada por los individuos, quienes le asestaron varios disparos con una pistola. El hecho ocurrió en el kilometro 32 de la carretera que  de Quezaltepeque conduce a la calle del volcán de San Salvador. Murió cuando era trasladado a un centro hospitalario de la capital.
                                                    

                    
La violencia que campea en El Salvador no hace excepciones y nos ha privado de futbolistas que han bañado de gloria al país, como es el caso del homicidio de Selvin González, jugador de Alianza, Once Municipal, Real San Martin,  medalla de oro en  los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2002, quien falleció el 26 de mayo de 2006 por la noche, a consecuencia de tres disparos en la espalda propinados por tres sujetos que le atacaron a quemarropa en casa de su novia.  
                                                        

El más joven de esta larga lista luctuosa es el defensa Nelson Rivera Tobías, de 19 años de edad,  seleccionado nacional sub 20 y sub 21 e integrante del Metapán, deceso ocurrido 3  octubre de 2010, luego de pasar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)  quince días a raíz de un disparo en la cabeza que sufrió el 18 de septiembre, con motivo de un asalto en la salida de una gasolinera del Congo, Santa Ana. Murió en el hospital Médico Qirúrgico del Seguro Social (ISSS).
                                        

                                        
Sonsonate ha sido escenario de homicidios colectivos. El 3 de febrero de 2012, fueron encontrado siete cadáveres embolsados en aquella ciudad,  entre ellos el de  Ladislao Nerio, quien fue volante  con los equipos de primera división Once Municipal, Alianza, Águila, Luis Ángel Firpo y la Universidad de El Salvador. Su cuerpo estaba atado de pies y manos, presentaba signo de estrangulamiento y de torturas. El cadáver del deportista fue localizado en las cercanías del Centro Judicial del occidental departamento.

                                                

    
De todos los crímenes aludidos, quizá el que ha tenido más resonancia es el homicidio del  ex seleccionado nacional Alfredo "el Chele" Pacheco, defensa de FAS, la Selección, Aguila, Metapán, quien fue asesinado la madrugada del 27 de diciembre de 2015 en una gasolinera de Santa Ana. Recibió por lo menos tres impactos de bala, dijo el reporte de Medicina Legal. El exfutbolista fue expulsado de por vida del fútbol profesional por los casos de amaños (trampa en partidos).  Según un médico forense, la víctima fue atacada  de cerca a poco más de un metro de distancia.




miércoles, 25 de diciembre de 2019

EDGAR CHACON, EL IDEOLOGO ANTICOMUNISTA OLVIDADO







Por Joaquín Rivera Larios

El  ideólogo anticomunista Edgar Chacón, Presidente del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), fue atacado a tiros a las tres de la tarde del 30 de junio de 1989, cuando se conducía con su esposa Helen Vasquez en un vehículo sobre la Calle San Antonio Abad y bulevar Miralvalle.

Testigos dieron cuenta que ocho sujetos interceptaron a la víctima cuando el vehículo hacia el alto en la intersección y dos de ellos hicieron ocho disparos a quemarropa. Su esposa, Helen Vasquez, tomó el volante del vehículo y lo trasladó al Hospital Centro Diagnóstico, donde falleció dos horas más tarde.

Chacón incremento su notoriedad en 1989, cuando siendo Comandante de la Primera Brigada de Infantería (Cuartel San Carlos) el Coronel Francisco Elena Fuentes, engrosó un batallón de civiles que se dio en llamar “Defensas Patrióticas", que armados y uniformados se les hizo desfilar en una cancha de futbol, al interior del cuartel San Carlos. Este evento fue cubierto por los medios masivos de comunicación. Posteriormente, esta iniciativa fue desautorizada por el Ministerio de Defensa.

AUTORÍA DE SU MUERTE

Hubo versiones encontradas sobre los posibles autores del homicidio de Edgar Chacón. El Diario de Hoy del 1 de julio trae a cuenta un cable de la agencia ACAN-EFE, que cita la esposa de Chacón, diciendo que ella “acusa del hecho al FMLN en complicidad con la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA)”.





Por su parte, el diario Latino (hoy Co Latino) del lunes 3 de julio de 1989 dio a conocer la versión del FMLN,  vertida a través de la emisora “Venceremos”, que consideró que la muerte de Chacón tuvo su origen “en las diferencias de fracciones internas de la extrema derecha, con apoyo de elementos de la CIA”.

Dos días antes, el Latino en su edición del sábado 1 de julio publicó que la viuda de Chacón dijo: “(…) Incluso la CIA le ofrecía (a su esposo) un sueldo de 4 mil colones para dejara de escribir en la forma que lo hacía contra el comunismo y lo querían tener a su servicio y siempre les rechazó”.

Con motivo de este homicidio, se capturó a un estudiante universitario de nombre Adolfo Aguilar Payés, para decir que se estaba investigando el caso. El Diario Latino del 17 de noviembre de 1992, publicó que para finales de ese mes estaba programada la vista pública y que el reo para esa fecha estaba internado en la sala de reclusos del Hospital Rosales, por adolecer quebrantos de salud a raíz de una huelga de hambre en que se encontraba desde hacía un mes en demanda de su libertad. 




Al instalarse la vista pública el 2 de diciembre de 1992 por el Juzgado Sexto de lo Penal, Aguilar Payés salió libre de cargos por falta de pruebas, en los homicidios de los ideólogos de derecha, Edgar Chacón y Gabriel Eugenio Payés Interiano, dado que según declaraciones de familiares publicadas en el Latino del 7 de noviembre de 1992,  Aguilar Payes era un preso político y lo único que las autoridades tenían era una declaración extrajudicial obtenida a base de torturas por la Policía de Hacienda.

DATOS PERSONALES

El ideólogo de derecha, Edgardo Antonio Chacón Arévalo, había nacido en el Hospital Rosales de San Salvador a las 17 horas y 15 minutos del 25 de agosto de 1950 y era hijo de Armando Chacón, empleado, originario de Santa Ana y de Elena Arévalo, de oficios domésticos, originaria de Sonsonate, ambos padres domiciliados en esa época en Santa Tecla. El 20 de diciembre de 1986 contrajo matrimonio con Helen Vasquez Quintero. A su defunción dejó en la orfandad a una niña de dos meses.

ESTUDIOS Y LECTURAS

Luis Heriberto Marroquín refiere en una crónica inédita que Chacón era un lector obsesivo, al punto que en la sala de su casa tenía una silla de madera, color verde, reclinada, con brazos, de reglas anchas, y tanto a su izquierda como a su derecha mantenía columnas de libros diversos, con una altura aproximada de unos sesenta centímetros cada una.





De acuerdo al relato, mientras Edgar Chacón residió en la urbe santaneca, vivía con dos tías ancianas en la once calle Poniente, entre avenida Independencia y tercera Avenida Sur, costado norponiente del cuartel de la Segunda Brigada de Infantería.

Refiere dicha crónica que hacia 1975, Edgar Chacón inició sus estudios de licenciatura en filosofía, en el Centro Universitario de Occidente, hoy Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Universidad de El Salvador (Santa Ana); según sus compañeros, en una asignatura común denominada, Filosofía General, que impartía el docente, Oscar Arturo Mendoza Arévalo (Q.E.P.D.).

Según la narración  en cuestión Chacón desplegaba excelente dominio de la filosofía y regularmente sus calificaciones rozaban la excelencia. Cuando se le preguntaba cómo había atesorado ese inmenso conocimiento filosófico, no contestaba, solo dejaba entrever una sonrisa. Acota Marroquín que con el devenir del tiempo se descubrió que se había formado en la Compañía de Jesús, pero se había retirado antes de su ordenación como sacerdote jesuita.

Alude el cronista que los amigos y compañeros comentaban que en las tertulias que se tenían en la sorbetería Ban Ban (ubicada en la Avenida Independencia Sur, cerca de su casa, ahora conocida como Pastelería Ban Ban), Chacón procuraba de encauzar las conversaciones en el sentido de cambiar el mundo y convencer a quienes le escuchaban que se unieran a él para formar un movimiento transformador. No se trataba desde luego, del movimiento popular revolucionario que empezaba a gestarse en el país.

En una ocasión, asevera Marroquín, alguien comentó que Edgar Chacón ya había pertenecido a un movimiento denominado “Los Embajadores de Cristo Rey" y que hacia algunos años habían detonado una bomba de propaganda en las gradas de la Catedral de San Salvador.

Para ingresar al movimiento de Chacón, prosigue el cronista, era necesario un proceso de supuesta formación, el cual se iniciaba por medio de la lectura del libro “Mi Lucha”, escrito por Adolfo Hitler cuando estuvo prisionero en la cárcel de Lansberg en 1924, libro que sienta los cimientos de la ideología nacional socialista alemana.

Luego debía continuarse con “La Traición a Occidente”, escrito por el intelectual rumano Traian Vasiliu Romanescu (1914 - 2007) que denunció la existencia de la conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional. Por el contenido de la lectura podría sospecharse que se trataba de un movimiento neo-nazi, pues se intentaba resucitar al nazismo y combatir a los judíos en el mundo.





De acuerdo al relato aludido, a finales de la década de 1980, Chacón comentaba profundamente sobre el desarrollo del proceso revolucionario en El Salvador y en una ocasión se le observó leyendo un libro titulado “Guerra de Baja Intensidad (GBI)” que trataba sobre las estrategias militares de los Estados Unidos contra los movimientos revolucionarios y liberadores de países que estaban siendo apoyados por los rusos y que amenazaban al imperio norteamericano.

FORMACIÓN PROFESIONAL

Chacón solamente estudió dos años en el Centro Universitario de Occidente, pues solo ese nivel existía de la carrera y luego tuvo que trasladarse a estudiar a la sede central de la Universidad de El Salvador. Luis Heriberto Marroquín echando mano de sus atestados académicos, especula que Chacón pudo haberse graduado de licenciado en Filosofía en la Facultad de Ciencias y Humanidades.

No obstante, la Prensa Gráfica en la noticia sobre su muerte del sábado 1 de julio de 1989, menciona que era titulado en Ciencias Políticas, aunque en su partida de defunción que retoma datos de su Cédula de Identidad Personal, aparece que era estudiante.

PUGNA CON LOS JESUITAS

En un artículo que se aprecia en las redes escrito por el periodista Enrique Ortego, que data el 18 de noviembre de 1989, titulado “Los jesuitas estaban en la mira” refiere que hacía un año (1988), sólo había que desplegar las páginas del reaccionario Diario de Hoy de San Salvador para encontrarse con los grandes titulares que anunciaban artículos contra la Teología de la Liberación, firmados por un desconocido Instituto de Relaciones Internacionales (IRI).

Acota Ortego que le costó encontrar las oficinas de este extraño IRI, porque se ocultaba en la sede oficial de la Cámara de Libre Empresa salvadoreña. Edgar Chacón, era el autor de aquellos artículos: “En El Salvador, la Universidad Centroamericana, regentada por marxistas de la orden jesuita es un ejemplo palpable de la complicidad de la Teología de la Liberación con el terrorismo. La complicidad de un Ellacuría con la guerrilla es innegable Este etarra vasco es uno de los principales promotores de la violencia insurreccional”.





Su animadversión hacia los jesuitas era radical, Ortego cita fragmentos de su pensamiento con respecto a estos religiosos: “La guerra de baja intensidad que nos ha impuesto la embajada de Estados Unidos y la guerra popular prolongada por la guerrilla conducen a lo mismo: la derrota del ejército salvadoreño. Los principales apoyos de la guerrilla en este país son la embajada norteamericana y la Compañía de Jesús”.

Ortego esboza la vinculación de Edgar Chacón con el empresario terrateniente, Orlando de Sola, mecenas del IRI, mencionado por otras fuentes como financista y organizador de los Escuadrones de la Muerte. Luis Heriberto Marroquín desvela en su crónica que no obstante haber sostenido en una etapa de su lucha que los judíos eran enemigos del mundo, Chacón estableció una pequeña empresa  con la ayuda de Orlando de Sola.

HOMICIDIO DE OTROS LIDERES 
DE OPINIÓN

Un año especialmente sangriento fue 1989, además de Edgar Chacón, fueron asesinados otros ideólogos y líderes de opinión: el ex comandante guerrillero Miguel Castellanos (17 de febrero) Francisco Pecorini Letona, ex jesuita e ideólogo de derecha (15 de marzo), José Roberto García Alvarado, Fiscal General de la República (19 de Abril), José Antonio Rodríguez Porth, Ministro de la Presidencia (9 de junio), Gabriel Eugenio Payés Interiano (21 de agosto), Padres jesuitas y sus dos colaboradoras (16 de noviembre), y José Francisco Guerrero, ex Presidente de la Corte Suprema de Justicia ( 28 de noviembre).

                                          



domingo, 8 de diciembre de 2019

MEMORIAS DEL PRIMER DELEGADO DE LA PDDH EN LA ZONA PARACENTRAL (III)

Por Joaquín Rivera Larios




Cuando abrió sus puertas la Delegación de San Vicente en julio de 1993, circulaban fuertes rumores que defensores públicos cobraban por sus servicios. En una reunión de autoridades, la licenciada Vilma Adela Melara, Jueza Segundo de lo Penal, increpó a la licenciada Irma Elena Paredes de Martínez, Procuradora Auxiliar Departamental que el nivel de vida de algunos defensores no correspondía a su salario. Paredes, replicó que algunos defensores ya tenían comodidades por su condición familiar.

Los rumores se difundieron tanto  al grado que me vi obligado a visitar a la Procuradora Auxiliar en su despacho, ubicado en el Barrio El Santuario,  y le dije que las mayores especulaciones se centraban en un defensor específico. Y que por favor hiciera algo para contrarrestar esta percepción, de lo contrario me vería obligado a hacer del conocimiento de la situación ante las instancias legales competentes. 

Mi gestión tuvo una secuela inesperada. Invité a un seminario de la PDDH con expositores de alto nivel (doctores Felipe Villavicencio, Florentín Meléndez, José Ernesto Criollo, Orsy Melvin Quintanilla Campos) que se desarrolló en septiembre de 1993 al abogado que más se mencionaba en los supuestos cobros indebidos y esté llegó a tirarme la invitación a la puerta delegación diciéndome en voz alta que como tenía el descaro de invitarlo, cuando lo había difamado.

En el trienio del Procurador General de la República, doctor Simón Isidro Rivera Argueta (1993-1996) tuvimos otra colisión con la Unidad de Defensoría Pública. Al parecer una directriz emanada del más alto nivel había prohibido asistir en la defensa a imputados relacionados con delitos sexuales, porque a juicio de la institución contrariaba su mandato de proteger a la mujer, a la niñez  y por extensión al grupo familiar.  En esa época el coordinador de la Unidad era el licenciado Pedro Carlos Navarro Montes. Tuvimos agrias discusiones en el sentido que esa prohibición violentada el principio de inviolabilidad de defensa y la presunción de inocencia.         

Un reo que me servía como enlace en mi trabajo de verificación en la Penitenciaria Oriental fue Roldán Antonio Castillo Campos (QDDG), un  abogado  que fue condenado por el Juzgado Primero de lo Penal de Zacatecoluca por lesiones graves en Frida Guillermina Parduci Peña, hecho ocurrido en San Luis La Herradura el 17 de abril de 1992. En el proceso que se le siguió apareció como testigo y ofendida Claudia Mariana Silva Avalos, hija del doctor Héctor Silva, después sería Alcalde de San Salvador, diputado y finalmente presidente del Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local – FISDL- 

La primera comunicación que tuve con Roldán  Castillo fue el  24 de septiembre de 1993, con ocasión de una charla que impartí  el Día del Reo (día de la Virgen de la Merced), durante el cual  me pidió apoyo para echar a andar una asociación de reos a nivel nacional. Posteriormente, me expresó su proyecto de instalar un taller de mecánica al interior del centro, iniciativa que comuniqué al Director del penal, y me dijo que no era viable tal proyecto, porque con soldadura y cierra podían romper las celdas.   

Me comentó Roldán Castillo que había sido procesado por el Juez Primero de lo Penal de Zacatecoluca, Francisco Arturo Pleitez Lemus, con quien había tenido una riña en un bar, pero éste no acepto excusarse de conocer el proceso y la recusación fue rechazada. Según consta en la sentencia de casación  CPS 02493-94 del 2 de mayo de 1994 también se le rechazó a los abogados de Roldán una solicitud de cambio de radicación de la causa.

Después de sustanciar aquel proceso, el Juez Pleitez Lemus murió acuchillado a manos de miembros de la mara Mao Mao a las siete de la noche del 3 de septiembre de 1993, cuando llegaba a su residencia ubicada en la Calle a San Antonio Abad de San Salvador. El primer Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Carlos Mauricio Molina Fonseca, visitó a familiares del juez Pleitez Lemus y les ofreció el apoyo que estuviera a su alcance.  A nivel de vox populi se especulaba que  Roldan Castillo podía estar detrás de este hecho de sangre.    

A juicio del Director de la Penitenciaria Oriental el reo modelo era el ex sargento de la Guardia Nacional,  Luis Antonio Colindres Alemán, un tipo alto, un tanto obeso, moreno, muy callado, que había sido condenado por el homicidio de las tres monjas norteamericanas de la orden Mariknoll, Maura Clarke, Ita Ford, Dorothy Kazel y la misionera laica, Jean Donovan el 2 de diciembre de 1980, en una zona rural de Zacatecoluca. Atroz asesinato que conmocionó a la sociedad estadounidense al grado de interrumpir la ayuda militar al país en una etapa inicial de la guerra.  

El ex sargento Colindres Aleman, era muy emprendedor y trabajaba muebles de madera. Se decía que adentro de la cárcel ganaba muy bien. Sin duda su disciplina de militar le servía para conducirse en la prisión. A contrario sensu,  Roldan que era compañero de celda,  me decía que  Colindres no era tan buena pieza como lo pintaba el director del penal.

En el programa “Edificando la Paz” que  la Delegación transmitió el 25 de mayo de 1995, a través de Radio Lorenzana y los circuitos publicitarios de Radio,  Stereo F.C. y Radio Mercurio, entrevisté a Roldán Castillo  y a  Edgardo Valdés Guerra,  otro interno, quienes abordaron los problemas que existen en centros penales, como los motines muy frecuentes en los noventa y a principios del dos mil, la falta de oportunidades recreativas, laborales, deportivas, los problemas de reinserción social y laboral de ex privados de libertad. El abordaje que hacían los medios en aquella época, en el que prevalecían solo los aspectos negativos de la conducta de los reclusos.   

Once años después, Roldan Castillo sería asesinado cuando comía en Carnitas Kelly sobre la Quinta Avenida Norte de San Salvador, la madrugada del 30 de noviembre de 2006. Su muerte al parecer tenía relación con un conflicto familiar derivado por el control de una empresa de préstamos y bienes raíces de su padre, Gerardo Castillo Cornejo, un viejo prestamista que según el periódico Factum poseía en 1997 un centenar de propiedades registradas en San Salvador.       


viernes, 29 de noviembre de 2019

ANÉCDOTAS DEL PRIMER DELEGADO DE LA PDDH EN LA ZONA PARACENTRAL (II)


Por Joaquín Rivera Larios



En aquella época en la cabecera departamental de San Vicente  nos correspondió tratar con varios juezas y jueces: Aída Castaneda Parada (Jueza Primera de lo Penal), Vilma Adela Melara (Jueza Segunda de lo Penal), Arcadio José Humberto Polanco García (Juez Primero de Paz), Laura Elena Chamagua de Umaña (Jueza Segundo Paz).  

A nivel de vox populi, se vinculaba a algunas funcionarias  judiciales con figuras políticas de la época, al punto que una jueza  una vez que llegue al centro judicial me llamó para decirme que un usuario del tribunal la había ofendido con expresiones con trasfondo sexual. 

Tratar con funcionarios  requiere tacto y sutileza para no herir susceptibilidades en el montaje de eventos y actos protocolarios.  Recuerdo que la jueza Aida Castaneda me reclamó en algunas ocasiones, con la suavidad y empatía que la caracterizaban,  porque  su nombre  fue consignado erróneamente en la invitación a la inauguración de la Delegación el 17 de julio de 1993. El licenciado Polanco García solía decirme que si no le daba diploma, no asistiría a los seminarios a las que lo invitábamos, porque no tendría como justificar a la Corte Suprema de Justicia la utilización de ese tiempo.

En esa misma frecuencia, el doctor Roberto Romero Carrillo, siendo magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), asistió a la inauguración de la Delegación Departamental de Chalatenango en 1994, evento al que también asistí, pero  por un olvido no fue mencionado  por el maestro de ceremonias, Julio Rodríguez (entonces jefe de Comunicaciones de la PDDH), como  autoridad que debió integrar la mesa de honor, por lo que mando una nota de reclamo a la institución.  

Una vez allá por el año 1993 platicando en su despacho con el doctor Humberto Saenz (QDDG), Magistrado de la Cámara de la Tercera Sección del Centro con sede en San Vicente, me manifestó espontáneamente el dolor que aún le embargaba por el asesinato de su hijo, licenciado Humberto Sáenz Cevallos, Secretario de la Facultad de Derecho de la Universidad, José Matías Delgado, víctima de la Masacre de Zona Rosa perpetrada el 19 de junio de 1985 por militantes del   Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). En total las víctimas fueron cuatro marines norteamericanos y nueve civiles.

El otro magistrado de la Cámara de la Tercera Sección del Centro en esa época era el doctor  Victor Manuel Marín Palomo (QDDG),  tenía un temperamento colérico. En una ocasión nos señaló en un informe lo que a su juicio era un desconocimiento craso del derecho procesal penal  de nuestra parte, por una aseveración consignada en el oficio que le envié. Era muy severo en sus sentencias para hacer reconvenciones a los jueces inferiores.  En cierta oportunidad me comentó  don Daniel Ramírez Rodriguez (QDDG), administrador del Centro Judicial, que el doctor Marín Palomo había desarticulado una protesta de los sindicatos  y les había arrancado las pancartas.

Uno de los impases más desagradables de mi gestión tuvo lugar en 1994 con el Juez  de Paz de Apastepeque,  licenciado Roberto Antonio Ramírez. Cuando llegué a la sede judicial  Ramírez interrogaba de forma prepotente a una testigo que lloraba, estaba presente en la audiencia un defensor conocido como “La Gata” Salgado. Quizá en un exabrupto al apreciar la escena le dije que no podía coaccionar a la testigo. Y él juez de manera airada me ordenó retirarme del tribunal.  Ya para esa época era vox populi que en ese Tribunal se cobraban dádivas.

Recuerdo que envié en el vehículo institucional a un grupo de personas para que interpusieran la denuncia  en el Dirección  de Investigación Judicial. Muchos años después, le consulté al Secretario de esa dependencia qué había pasado con las denuncias contra el juez Ramírez, y me dijo lacónicamente que nunca se le había logrado comprobar nada. 

El 2004, desempeñándome como  Juez Interino en el Juzgado de Segundo de Paz  Ilobasco, me encontré al licenciado Ramírez en capacitaciones de la Escuela Judicial,   con sus lentes, frente amplia, mirada sigilosa y  espeso bigote,  me pareció un tipo de aspecto poco cuidado, enigmático, silencioso, que no socializaba y parecía ausente en las clases.

El desenlace trágico del funcionario tuvo lugar en el 2008, cuando la Fiscalía General de la República lo denunció por cobrar a personas para ser contratadas como empleados y por solicitar dádivas a cambio de beneficios a sujetos procesados, la   CSJ  en trámite de antejuicio dio lugar a formación de causa para que se le procesara por los delitos de CONCUSIÓN    y COHECHO PROPIO. Estando bajo arresto domiciliar en su casa, ubicada en Zacatecoluca, Roberto Antonio Ramírez se suicidó en octubre de 2008 en un descuido de sus custodios.

Aunque su oficina quedaba en la misma cuadra que la delegación,  en la intersección de la Segunda Avenida Norte y Calle 1 de julio,  doña Blanca Lidia Ávalos de Angulo, Gobernadora  Departamental, ferviente seguidora del mayor Roberto D’Aubuisson,   me cito por telegrama  a una audiencia privada a los pocos días de asumir el cargo  y durante el encuentro su principal preocupación era la naturaleza de la PDDH y a la orientación política de la institución. En aquella época el tema de derechos humanos se asociaba al accionar de grupos de izquierda.

En el período del Alcalde de San Vicente, Edwin Edy Molina, se dieron varios despidos. Molina  fue el sucesor del reconocido abogado  Lázaro Cruz, quien al parecer fue  destituido de alcalde por el  Concejo en el trienio 1991-1994. El abogado y ex edil Cruz, representó judicialmente  a varios empleados despedidos, y en sus demandas de varias páginas  destilaba su furia con los concejales que lo cesaron, tejiendo argumentos llenos de sarcasmo e ironía, en los que pisoteaba  la inteligencia de las autoridades de la comuna.

Cierta vez unos trabajadores  me pidieron  que fuera a verificar su reinstalo en la comuna, decretado por sentencia judicial, y el edil Edwin Edy Molina (QDDG), un señor de tez blanca,  de baja estatura, de ojos zarcos, con el rostro estrujado por los años, me dijo que mi presencia era innecesaria, que era un hombre respetuoso de la ley y que  acataría la orden judicial sin mi intervención.

Salvo las bajas de personal de tropa que se disponían de manera sumamente discrecional, tuve una relación cordial con el coronel Salvador Antonio Sosa Carranza, Comandante de la Quinta Brigada de Infantería, quien asistía puntualmente a los eventos que lo invitábamos, nos apoyó con la Orquesta de la Quinta Brigada con ocasión de la Primera Fiesta de la Amistad Penitenciaria. Cuando llegaba a su despacho apreciaba una gran foto suya recibiendo el sable de subteniente en 1974 de manos del presidente Arturo Armando Molina.

La foto capta el momento del acto de celebración de la independencia que le correspondió a la PDDH en el mes cívico de 1993, desarrollado con el apoyo de la banda de paz de la Escuela Marcelino García Flamenco. Tuve el privilegio de pronunciar las palabras alusivas al acto en la Plaza del Pilar al pie de la Iglesia del mismo nombre. 

Se aprecian en la imágen el coronel Sosa Carranza a la izquierda de mi persona (vistiendo traje verde), al centro dos oficiales no identificados,  en el extremo izquierdo: Fernando Villalta (Síndico de la Alcaldía),    mis compañeras Dina del Carmen Mejía Pérez, Xenia Merino de Jacinto;  en el extremo derecho, una empleada de la Gobernación Departamental y  el Director Departamental de Correos, Gerardo Rivas Quevedo.          

martes, 26 de noviembre de 2019

EL REENCUENTRO CON LA ADOLESCENCIA A LA VUELTA DE TREINTA AÑOS

Por Joaquín Rivera Larios




La vida da segundas oportunidades. Después de tantos avatares suscitados durante 30 años, fue maravilloso tener el enorme privilegio de reunir en un mismo espacio a la promoción 86 del Colegio Bautista San Salvador (Décimo séptima promoción), generación que compartió tantas vivencias, andanzas y acarició tantos sueños bajo el cobijo de una institución centenaria, fundada en 1924, que nos proporcionó un segundo hogar.

Desde que inicio por la feliz iniciativa de la maestra estadounidense Vivian Saylor, el Colegio Bautista  ha sido un auténtico crisol que ha infundido a sus alumnos y alumnas principios y valores trascendentales que nos han catapultado en nuestras vidas y profesiones, al tiempo que nos han dado identidad como grupo, nos convocan y nos hermanan. 


Añoramos tantos elementos materiales e inmateriales que constituyen la institución que nos proveyó alimento intelectual y espiritual. De los salones de clase, de los pasillos, los patios, las canchas, afloran tantos recuerdos con sabor a nostalgia. Vuelven las imágenes de maestros y condiscípulos que ya partieron, y los imaginamos departiendo con nosotros. Y son esas añoranzas las que mueven estas celebraciones.

Gracias especialmente al valioso legado de amor y sacrificio de la maestra Saylor y la señorita Evalena McCutcheon que dirigió los destinos del colegio de 1926 a 1960, departimos en un segundo hogar que supo encauzar nuestros ímpetus juveniles. Es fabuloso repasar con la sabiduría acumulada las huellas benéficas que nos dejó un verdadero semillero de ideales, aderezados por esa carga energética y la chispeante hiperactividad de los años mozos.

Como preámbulo de la celebración de los 30 años, la tarde del 23 de octubre de 2016 tuvo lugar un acto de acción de gracias en el “auditórium Evalena McCutcheon” del Colegio Bautista, contándose con la presencia de distinguidos maestros de nuestra época: Herbert Torruella (biología), Lilian Guatemala (química general y química orgánica), Ingeniero Julio Velásquez (física y física vocacional), José Angel Marcía (matemáticas), Irma de Bonilla (subdirectora de primaria). 




Le correspondió a Rodrigo Peraza, destacado ex vocalista y coreógrafo de la Raza Band y la Fuerza Band, obsequiarnos preciosas alabanzas, entre ellas Himno de Victoria, original de Dany Berríos. Rodrigo ahora rinde honra y gloria a nuestro creador en el Ministerio de Alabanza de su iglesia. Nos compartió a su vez un breve testimonio de su conversión.

La noche sábado 23 de octubre  en el Circulo Deportivo Internacional, tuvo lugar el festejo, un tanto menos majestuoso que aquel agasajo de los veinticinco años del 8 de octubre de 2011 en el Hotel Sheraton Presidente, pero de similar forma el reencuentro de aquellos adolescentes ochenteros nos permitió revivir los remolinos de una época excepcional y las raíces infantiles y juveniles que nos anuncian que siempre hay una quimera que alcanzar. 
                                        







                                                                            


LAS DISCREPANCIAS QUE TUVE CON EL DIPUTADO ZELAYA SELIGMAN


Por Joaquín Rivera Larios 




Durante mi desempeño como Delegado Departamental de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) en San Vicente (julio de 1993-mayo de 1995), una de las figuras políticas con las que colisioné por la cercanía geográfica, fue el ingeniero Carlos Valentín Zelaya Seligman, diputado por la Circunscripción Nacional en la Legislatura 1994-1997 y reelecto para la Legislatura 1997-2000.

Era Ingeniero Agrónomo y Civil, director departamental de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), antes de recalar en el Congreso fungió como asesor del Ingenio Jiboa y Juez Segundo de Paz de la cabera departamental de San Vicente. Fue miembro de las Comisiones de Obras Públicas, de Defensa, Gracia y Excusas de la Asamblea Legislativa.

El local de ARENA en San Vicente estaba a la par de la Delegación Departamental de la PDDH sobre la segunda Avenida Norte, frente a la sede de ANTEL (a una cuadra antes de llegar a Catedral), justo en el espacio que ahora ocupa Super Selectos y como era natural se aglutinaban en períodos electorales gran cantidad de activistas que merodeaban nuestra oficina.
                                                    


Antes la vinculación de la política partidaria con la judicatura era mucho más clara que hoy. Humberto Costa, miembro del Consejo de Gobierno Revolucionario (1948-1950) y luego Vicepresidente de la República en el gobierno de José María Lemus (1956-1960), Francisco José Guerrero reconocido dirigente del Partido de Conciliación Nacional (PCN) y Vicepresidente de la República (1962), y Gabriel Mauricio Gutiérrez Castro, también  Vicepresidente de la República por el partido ARENA (1982-1984), fueron Presidentes de la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

                                                
Ello explica que Carlos Valentín Zelaya Seligman, siendo ingeniero agrónomo, haya sido Juez Segundo de Paz bajo una CSJ presidida por Francisco José Guerrero (1984-1989) y Mauricio Gutiérrez Castro (1989-1994), dado que el artículo 180 de la Constitución de 1983 no había sido reformado y establecía que los jueces paz durarían en sus funciones dos años y no exigía que fuesen abogados, por ende en esa época no formaban parte de la carrera judicial.


La primera vez que lo vi fue en el estadio vicentino, en un evento de la Quinta Brigada de Infantería, se identificó conmigo como Asesor del Ingenio Jiboa. Me comentó que a principios de los noventa había sido Juez de Paz. Zelaya Seeligman era un hombre con un carácter firme, recio, aguerrido, resuelto, que no se amedrentaba por nada ni nadie. Con sus botas y sombrero, lo vi verificar el 20 de marzo de 1994 las elecciones en Tecoluca, territorio dominado por el FMLN desde la guerra, cuando todavía estaban humeantes las rencillas del conflicto.


Luego alterné con él en un par de eventos en la gobernación departamental de San Vicente, presidida por doña Blanca Lidia Avalos de Angulo, época en la que campeaba la alcaldesa Gladys Haydee Santamaría de Jaimes. En uno de estos encuentros me ratificó la preponderancia histórica del mayor Roberto d’Aubuisson, pero según su criterio, con excepción del mayor, los militares no eran muy bien vistos en el partido, porque querían imponer su don de mando sobre los civiles.

                                            




Cierta vez íbamos a hacer una diligencia con unos usuarios que eran reconocidos miembros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), quienes subieron al vehículo institucional, en medio de un pelotón de activistas tricolores que comenzaron a zarandear el automotor como queriéndolo volcar con los asustados miembros del partido de izquierda adentro. Luego de unos minutos la turba enardecida al fragor de la campaña, se sosegó y desistió de su propósito.

Horas después del percance me reuní con el ingeniero Zelaya Seligman y me manifestó que era una acción natural en campaña, a lo que repliqué que informaría a la sede central de la PDDH de la agresión y él me contestó con un lapidario: “Haga lo que usted quiera”.

Posteriormente, tuve otra desavenencia con el diputado. Preguntó por mí y me dejó unos retratos del presidente de la República, doctor Armando Calderón Sol, yo se los recibí, agradeciéndole el gesto, pero no los colgué como el parlamentario pretendía. Una buena vez me preguntó por qué no había colgado los retratos y le explique la PDDH era independiente, que no era una entidad que estuviera bajo la égida del Órgano Ejecutivo, más bien éramos una institución de control, colocarlos era dar un mal mensaje a nuestros usuarios. El incidente no pasó a más

Como el parlamentario venía de trabajar de Asesor en el Ingenio Jiboa, algunos activistas de ARENA, tenían el sueño de entrar a trabajar en el Ingenio que era como conquistar “el sueño Americano en San Vicente”, por las altas prestaciones y salarios que estos servidores recibían en comparación con los demás trabajadores de la zona. No dudo que ayudó a ingresar al Ingenio a algunos de los militantes como expresión de gratitud por su trabajo proselitista.

Y tuvo otro gesto de nobleza: enterrar con honores a un humilde ancianito de aproximadamente noventa años, que cuidaba el local de ARENA, su ataúd fue cubierto con la bandera tricolor y en los principales rotativos se divulgó que había muerto un fundador del Partido. Tuvo la deferencia de asistir a los eventos que organizaba la Delegación de la PDDH a los que se le invitaba, entre ellos la Primera Fiesta de la Amistad Penitenciaria el 11 de febrero de 1995.

En diciembre de 1994 recibí la llamada del licenciado Luis Fernando Avelar Bermudez, Secretario General de la PDDH, pidiéndome una investigación, porque el carro del parlamentario Zelaya Seeligman, había sido ametrallado. Me reuní con el diputado, y éste me confirmó que en efecto su vida estaba en riesgo, que sabía que tenía enemigos que pretendían separarlo del tinglado político, que un hermano suyo había sido asesinado meses atrás.

Y le plantee que le pidiera seguridad a doña Mercedes Gloria Salguero Gross, entonces Presidenta de la Asamblea Legislativa, y me manifestó que si demostraba que tenía miedo, le podían pedir el cargo, que tenía que hacerle frente a las amenazas. El diputado Zelaya Seeligman viajaba en un sedan blanco, no andaba guardaespaldas, solía viajar con su compañera de vida.

Augurios de muerte se cernían sobre la humanidad del parlamentario, al punto que su compañera de vida, Andrea Umaña,  manifestó a personal de la Delegación que tenía temor de acompañarlo en sus continuos recorridos, pero aquel insistía que debía andar con él.  

La mañana del domingo 23 de marzo de 1997 El Salvador despertó conmocionado por la noticia: el asesinato el día anterior del diputado Carlos Valentín Zelaya Seligman, a causa de heridas penetrantes de cráneo y tórax, hecho ocurrido a las cuatro y treinta de la tarde,   en el Cantón Las Minas, jurisdicción de Apastepeque, San Vicente,  a la altura del kilometro 53, carretera Panamericana,  cerca del Desvío a San Vicente.




Según versiones de la señora Umaña retornaban con el Ing. Zelaya de la ciudad de Apastepeque, al llegar al cantón Las Minas, el diputado observó que el vehículo Toyota Dina placas P 136-233, color amarillo, se había salido de la vía en aparente accidente, por lo que se bajó a prestar auxilio a las supuestas víctimas, entre ellas el presunto homicida, Joaquín Iraheta Rodas, quien le disparó cuando se acercaba. Un reportaje de El Diario de Hoy del 25 de marzo de 1997  especula que el hecho pudo tratarse de una emboscada.     

El Diario de Hoy del 24 de marzo de 1997  dio cuenta que el hijo mayor del congresista del mismo nombre, llegó quince minutos después del crimen al sitio donde fue asesinado su padre. Zelaya dijo que su progenitor le comento hacía unos días que había recibido dos llamadas telefónicas, en las que le decían que iba “a ser sustituido a como diera lugar”, de su cargo como diputado reelecto. Explicó también que durante la campaña tuvo roces con miembros del FMLN y con el candidato suplente, Amado Aguiluz de ARENA.     

También llego a la escena del crimen, la Presidenta del congreso, Gloria Salguero Grosss, quien calificó el hecho como horrible y paradójicamente manifestó desconocer los peligros que corría el legislador al expresar: “No tuvimos ningún tipo de comentario de parte de él, desconocemos los motivos”. 




  
Pienso en los méritos que tienen los que sudan la camiseta por la causa de un partido político, y que muchas veces los triunfos electorales están bañados de sangre. Y entonces recuerdo al ingeniero Carlos Valentín Zelaya Seligman que equivocado o no, vivió, luchó y murió por su partido, que tuvo la gallardía de sortear peligros sin más salvaguarda que sus convicciones, su chaleco antibalas y su revólver, con la quimera de ver ondear la bandera tricolor en territorio enemigo o de hacer prevalecer a su peculiar manera la consigna del Mayor: “¡Primero El Salvador! ¡Segundo El Salvador! ¡Tercero El Salvador!”