martes, 26 de julio de 2022

LUCERO: UNA DIVA QUE IRRADIA ELECTRICIDAD

Por Joaquín Rivera Larios 

                      


A mediados de los ochenta la imagen de Lucero recorrió con gran suceso nuestras casas y vecindades e hizo escala en miles de corazones con el candor infantil que desplegó en la telenovela "Chispita" y en   “Chiquilladas”  Luego repuntó como una bella adolescente que proyectaba una imagen fresa, virginal, pura, dulce, noble, rol que cuidó su madre, al no permitirle aceptar roles de villana, lo que a su vez la apalancó en su meteórica carrera de cantante que tuvo su génesis cuando el genial y controversial Sergio Andrade, le produjo sus dos primeros discos.                                              
                                            

    
Los presentadores de espectáculos a veces inciden en el imaginario colectivo. Mi atracción por Lucero se acrecentó cuando Raúl Velasco, el recordado animador de Siempre en Domingo, la presentó en uno de sus programas como la “Brooke Shields mexicana” y esa comparación entre dos estrellas agigantó mi conexión afectiva con la actriz mexicana, apuntalada por la fascinación que sentía por la actriz y modelo estadounidense que protagonizó escenas imborrables en el film “La laguna azul” (1980). 
                                              

                
Tuvo una incursión por demás exitosa en el séptimo arte, alternando con los dos ídolos juveniles del momento, de la talla de Pedro Fernández en dos taquilleras cintas “Coqueta” (1983), “Delincuente” (1985), y con Luis Miguel en “Fiebre de amor” (1985), esta última acreedora múltiples premios y de la cual surgieron entrañables canciones como “Todo el amor del mundo”, “Decídete”, “Muchachos de hoy” y “Sueños”.
                                        

             

De su novel inmersión en la pantalla grande, destaco la tonada “Música” que interpreta en el film “Coqueta”, en la que a través de su fresca voz que se entrelaza con los acordes de una balada rock, ejemplifica la valía psicológica y social de la música, cual antídoto contra la tristeza, las penas y la soledad, como una forma de inyectarle buena vibra a la vida y fungir como abrevadero perenne del rey de los sentimientos nobles: el amor.

                                                 

   

Dos temas interpretados por Lucero me han cautivado por su melodía, dulce interpretación y contenido literario son “Tácticas de guerra” y “Electricidad”. El primero espléndidamente plantea el proceso de seducción como una guerra, en el que la estrategia y las destrezas juegan un papel prominente, para doblegar con sutil encanto la resistencia del sujeto de nuestros anhelos, de manera tal que cuando menos lo advierta se haya rendido a nuestros cortejos. “Electricidad” visualiza la atracción e como una descarga eléctrica, que a través de la voz, la piel, las miradas, la respiración ejerce efectos lumínicos, alucinógenos y magnéticos que nos dominan y envuelven con su poder sobrenatural.  
                                                


Desde mi trinchera de admirador, considero que el atractivo de Lucerito llegó a su máximo esplendor en el video de la canción “Cuéntame”, una tonada juvenil pegajosa, picante, en el que hace gala de su enorme gracia, carisma y dominio escénico. Su imagen se quedó prendida en mis pupilas, aunque no logre retener la melodía. De manera muy sugestiva en el video clip se recorre una y otra vez la geografía del cuerpo de la cantante, que luce tendido recibiendo la luz del sol, cortando casi literalmente la respiración de los espectadores.
                                         

   
                                                            
Lucero dio muestras de versatilidad, al desprenderse de la imagen pura e inocente que había enarbolado durante toda su carrera y enfundarse de manera espléndida en la piel y personalidad de Bárbara Greco “la hiena”, la manipuladora, mentirosa, despiadada, pero también provocativa, extrovertida, insinuante y extremadamente sensual villana de la telenovela “Mañana es para siempre”(2009). Fueron tórridas, violentas y fogosas las escenas de alcoba que protagonizó con Sergio Sendel, destilando sadismo en cada gesto.
                          
                                                

                          
                                                            

Lucero ha hecho las delicias del público salvadoreño en persona como lo demostró en la Teletón 2014, que tuvo lugar en el foro 5 de la Telecorporación Salvadoreña en Antiguo Cuscatlán los días viernes 16 y sábado 17 de mayo. Alternó como conductora, con Adal Ramones, Katia Carranza, Luciana Sandoval, Willie Maldonado, Daniel Rucks y el ahora extinto Gordo Max, quien en una franja del evento la corteja, diciéndole con una seriedad no habitual en él, que estaba impresionado con su belleza, que sus eran ojos bellos, a lo que Lucero  replicó que “Max no le había cambiado la graduación a sus lentes, todo lo ve bonito”.

                                              
                               
                                


         
A principios del 2014 su imagen como una artista de gran corazón, abanderada de las causas nobles, por algo fue la conductora principal de la Teletón México, se vio seriamente mancillada, cuando circularon fotos suyas con la cara manchada de sangre, junto a su novio, exhibiéndose al lado una cabra montés muerta, un animal silvestre considerado en peligro extinción. Un rotativo salvadoreño citando un medio mexicano, reveló que Televisa lo que pretendía al presentarla en la Teletón salvadoreña era ir limpiando poco a poco la imagen de la cantante. 
                                            

La última vez que deslumbró al público salvadoreño en persona fue en el Complejo Estadio Cuscatlán  el 18 de febrero de 2022, en su gira “Hasta que se nos hizo”, en la que junto a su ex esposo Manuel Mijares, dieron nuevos brillos a sus mejores éxitos. El publico salvadoreño al son de "¡beso, beso!" intentó que los artistas tuvieran un acercamiento más apasionado y  revivieran su amor.  

Además de actriz y cantante, es compositora y empresaria,  Caracterizada por su naturalidad, se pasea con fluidez entre baladas, rancheras, el pop y música de banda. Es probablemente la estrella latinoamericana más grande de su generación. No en vano le ha disputado el título de “La Novia de América” a la cantante y actriz argentina, Libertad Lamarque. Un rostro angelical, una voz melodiosa y una sonrisa que cautivan a millones de fans desde hace más de cuatro décadas.
  





                                                

















viernes, 22 de julio de 2022

EL PRIVILEGIO DE SER UNO MISMO

 Por Joaquín Rivera Larios




El mundo necesita cambios, innovación, enriquecerse con nuevas corrientes de pensamiento que arrojen luz sobre los acuciantes problemas que nos aquejan, que aporten nuevas formas de entender los dilemas que enfrentamos, concebir y emprender nuevos esquemas estéticos, políticos, comerciales, organizacionales, empresariales, deportivos para encauzar la vida de la humanidad por mejores derroteros.

                                    

Ese viraje demanda de gente con talentos especiales que no se limiten a repetir las practicas, rutinas, prejuicios, tradiciones de sus antecesores o de sus contemporáneos. A juicio del educador salvadoreño Camilo Campos (1893- 1924), la mayoría de los hombres no piensan, no imaginan, no obran por si mismos, fuerzas exteriores, voluntades ajenas los mueven, son autómatas. Triste condición esa de ser títeres.

                                                  



Tu vida es una obra de arte y tú debes ser el maestro y escultor de tu propia existencia. El mandato de ser original, conlleva al autodescubrimiento y un conocimiento más profundo de nosotros mismos. El axioma socrático de conócete a ti mismo, es el presupuesto necesario para ser tú mismo, y eso supone cultivar la autocritica, es decir, conocer no solo tus potencialidades y talentos, sino también tu oscuridad, tus zonas erróneas, para aminorarlas mediante el esfuerzo tenaz.

El deber ético de ser uno mismo, trae imbíbita la autoconfianza, es decir la fe en nuestras propias capacidades, que descansa en la actitud de pulimentar las cualidades que te hacen diferente, sobre la base del crecimiento constante que conlleva ir convirtiendo mediante un plan de acción las debilidades en fortalezas. Por supuesto que para echar a andar esos ideales de cambio, se requiere energía, pasión y constancia.
                                                                                                                                                                      


Ser uno mismo supone erigir una forma de ser en la medida de lo posible original, para enriquecer con nuestra singularidad el entorno, con aportes positivos a la sociedad en las diferentes áreas de actividad, a fin de cambiar las perspectiva sobre un tema o situación o para abrir sendas al progreso, perfectibilidad o bienestar de la de la especie humana. Solo el que se entrega por completo a una causa benéfica, puede darse cuenta de lo que es capaz. 
                                            

                                       

Vale mencionar tres jóvenes extraídos del santoral católico,  cuyo paso fugaz por esta tierra, no les impidió dejar un gran legado espiritual, por la forma excepcional con que abrazaron la fe cristiana. Me refiero a Domingo Savio (1842-1857), José Sánchez del Río (1913-1928), Carlos Acutis (1991-2006),  quienes  con su conducta, carácter, sabiduría preclara expresada en frases de gran valía,  nos dejaron un testimonio de vida luminoso propio de quienes buscan con devoción ser uno con el Supremo Hacedor.                                               



 ¿Qué es la originalidad? Hay tantas visiones y perspectivas al respecto, dado que es una noción que admite varios significados: es la base para crear algo único mediante un pensamiento independiente crítico, es el arte de descubrir la verdadera voz de uno mismo, esa voz propia y única, cualidad que nos ayuda a desarrollar nuestro propio estilo y personalidad sin plagiar a otros.     

                                        


El hilo conductor de la originalidad es la capacidad creativa, que se gesta de diversas formas, bien sea mediante la formulación de nuevas ideas y conceptos, la asociación de ideas y conceptos que regularmente generan nuevas soluciones. La creatividad descansa a su vez en la inteligencia y la memoria que encuentran campo propicio en la introspección y la soledad. José Ingenieros (1877-1925) sentenció: “El genio se abstrae, el alienado se distrae, la abstracción ausenta de los demás, la distracción ausenta de si mismo”.                                       
                                     


Cabe preguntarse, ¿por qué es tan intimidante ser original? Es porque en el momento en que intentamos seguir el camino menos transitado, hacer algo nuevo o diferente, saltar del acuario de las ideas predominantes, nos exponemos a la posibilidad de ser ridiculizados y censurados. Es el costo lógico de romper con las formas trilladas. Pero el visionario que se adelanta al futuro, tiene más posibilidades de éxito.

Solo alguien con rasgos muy acentuados de originalidad como el poeta guerrillero Roque Dalton(1935-1975), podía insuflar vientos de cambio a la literatura salvadoreña, al abordar la historia, la política, el amor, la revolución, el subdesarrollo, la guerra, la idiosincrasia de sus connacionales, 
con su peculiar estilo incisivo, irónico, humorístico, mordaz e irreverente,  llegando a convertirse en un poeta icónico y en un hombre puente de la cultura salvadoreña con el mundo. 
                                                            

La importancia de ser único la demostró con creces Diego Armando Maradona (1960-2020), quien le dio grandes satisfacciones emocionales a la afición y colmó de orgullo a sus compatriotas con sus genialidades. Sin duda un jugador inteligente, desequilibrante, punzante, que desparramaba magia en las canchas. Su fortaleza y rapidez le permitían escaparse, gambeteando a sus adversarios y llevar peligro a la meta rival, aunque lo tomaran de la camiseta.

Gracias a su picardía, virtuosismo técnico y su férreo carácter, el 22 de julio de 1986 , Maradona elevó su estatus de estrella mundial, a prócer  de Argentina, junto a José de San Martin, luego de reivindicar a su patria de la derrota en la guerra de las Malvinas al liderar el triunfo sobre Inglaterra en el estadio Azteca con dos goles memorables: el gol ilícito más famoso de todos los tiempos (la mano de Dios) y cinco minutos después haciendo regates increíbles eludió a seis jugadores, incluyendo al portero, para consumar su obra maestra considerada el mejor gol en la historia de los Mundiales. 
                                      

 
                         
                                                    
                                        
A veces me pregunto qué sería de la filosofía feminista sin Simone de Beauvoir y su obra cumbre “El Segundo Sexo”, qué sería de la industria cinematográfica de Hollywood sin su máxima diva, Marilyn Monroe, qué sería de la tecnología informática sin Bill Gates y Steve Jobs, de la lucha contra el racismo, sin Rosa Parks, Marin Luther King y Mandela, a ellos debemos que el mundo sea más confortable, menos injusto y aburrido.
                                                    
Todos estos personajes y otra legión de espíritus superiores, no fueron anulados por  el peso del ninguneo y el desdén, antes bien tuvieron la inteligencia y el carácter  de aumentar la suma de bien sobre la faz de la tierra, haciendo prevalecer sus ideales de progreso frente a fuerzas retrogradas. 



viernes, 15 de julio de 2022

EL FRACASO ES MAS ALECCIONADOR QUE EL TRIUNFO

Por Joaquín Rivera Larios





He escrito algunos textos que he publicado en forma artesanal para obsequiar a mis amigas y amigos, y algunos reparos que he escuchado emanan de mi vida personal, del éxito o el fracaso que en mi condición de autor pueda experimentar en algunas áreas de mi propia existencia.

Mi respuesta es que el éxito y el fracaso deben estudiarse y que no solo los que triunfan pueden escribir sobre el éxito, que el fracaso es un campo más enriquecedor y aleccionador. El temor al fracaso no te debe noquear. Si bien es más confortable y seguro estar en el puerto, tu barca fue diseñada para navegar.





Hay que cerrar el ciclo y sanar las heridas y magullones sufridos por los tropiezos. El fracaso es un claroscuro, tiene aspectos sombríos y luminosos, suaves y espinosos, moralizantes y perniciosos. En esta dualidad, los traspiés nos pueden llevar de la amargura de la derrota a la placidez del éxito, si se saben dar los virajes correspondientes.

En efecto, el fracaso bien capitalizado puede fortalecer el carácter y mejorar la autoestima, al salir avantes de una etapa de dolor, saborear la enseñanza que el infortunio deja y la experiencia de implementar cambios, para evitar nuevos deslices.






Nadie obtiene grandes logros, siendo pesimista. El pesimismo engendra debilidad, va de la mano de enfoques negativos de la vida, es motivo de inacción y de estancamiento, cuando no del fracaso. El optimismo genera poder, permite ver oportunidades donde los pesimistas ven obstáculos.

Hay que emprender la tarea, no dejes que el miedo te inmovilice. Solo el que no actúa no comete errores. En la medida que lo intentas una y otra vez, ahuyentas el miedo, adquieres autoconfianza y enrumbas mejor tus pasos. Sólo comete errores el individuo que actúa, que intenta conseguir un futuro mejor. “El que no arriesga, ni gana ni pierde”.










El error nos puede llevar a un descubrimiento a una innovación, a la oportunidad de explorar nuevos caminos y opciones. Estimula la reflexión y el autodescubrimiento. Hay que aprender de los yerros propios y de los ajenos. Mario Benedetti dijo: “La perfección es una pulida colección de errores”.

Ello supone asumir que el tropiezo es la oportunidad de comenzar de nuevo con más conocimiento, comprender que la realidad presenta variables que no pudimos discernir adecuadamente al momento de ejecutar un proyecto. La realidad fluctúa, cambia, presenta situaciones cíclicas, a veces no es el momento propicio para echar a andar un plan. Pero ese conocimiento solo lo da el camino recorrido y la capacidad de análisis y aprendizaje que tengamos.





Es imperioso tener confianza en tus aptitudes (habilidades, talentos, destrezas) y también saber administrar la energía frente al desánimo que genera no lograr las metas a corto o mediano plazo. Como dice el escritor Zig Ziglar: “Tu actitud y no tu aptitud es lo que determinará tu altitud”. Es decir, las aptitudes no abonan en mucho, si no tenemos un carácter fuerte para acometer las tareas, sorteando nubarrones y vicisitudes.

Es preciso levantarse de inmediato después de cada caída. El fracaso puede ser un buen maestro, nos puede ilustrar, siempre que mantengamos el ánimo en alto, la constancia en el propósito, de lo contrario diezmará nuestras fuerzas morales y nos hará desistir. Resulta muy difícil vencer a quien nunca se rinde.





Es maravillosa la moraleja que nos deja la celebre novela “El viejo y el mar” de Ernest Heminway, Premio Nobel de Literatura 1954 que relata la épica lucha de un pescador en su pequeño bote con un gran pez en medio de la soledad del mar y cómo se desvió de la costa hasta llegar a mar adentro. El hombre no está hecho para la derrota -se dijo el viejo pescador en medio de la lucha-. El hombre puede ser destruido, pero no derrotado.

A propósito de ser destruido, pero no derrotado. Traigo a cuenta la gesta heroica de William Wallace, para liberar a Escocia del yugo ingles, motivo por el cual fue ejecutado por los ingleses en 1305 en plena plaza pública, frente a miles de seguidores que pedían piedad, y sus últimas palabras fueron un grito potente de libertad que tuvo eco en futuras generaciones, como puede verse en la película “Corazón valiente” (1995), protagonizada por Mel Gibson. Se puede pensar que con la ejecución de Wallace fracaso su causa, pero fue germen e inspiración para luchas independentistas desatadas posteriormente que concretaron su cometido libertario.








No hay que permitir que nuestros detractores logren que renunciemos a la conquista de nuestros sueños. Lo que prevalece en nuestra sociedad es la crítica destructiva, la que pasa por alto lo bueno y se focaliza solo en lo malo que hayas podido hacer. Y lo que se considera malo se suele criticar de manera cruel y superficial.





Nunca imaginé que en la contraportada de la novela “Numero Cero” del escritor italiano, Humberto Eco, publicada por Editorial Lumen, encontraría una máxima que reforzaría mis alegatos de defensa frente a mis detractores:

“Los perdedores y los autodidactas siempre saben mucho más que los ganadores. Si quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo objetivo, y más te vale no perder el tiempo en saber más: el placer de la erudición está reservado a los perdedores”.




Marcelo Bielsa, el entrenador de futbol argentino que dirige la selección de Uruguay, un verdadero filosofo del deporte Rey y de la vida, dijo: "Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando."

jueves, 7 de julio de 2022

SINCERIDAD Y FIRMEZA, LA RAIZ DE TODAS LAS VIRTUDES

Por Joaquín Rivera Larios



La practica de las virtudes demanda dos cualidades indispensables: la sinceridad y la firmeza. La practica de la generosidad, el amor, la humildad, la mansedumbre, no debe ser una expresión de hipocresía, un ejercicio de vanidad, ni actos que revelen debilidad, duda o desconfianza. Hay un frase que dice que la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.



Desde luego la virtud debe brotar de un espíritu genuino, puro, integro, no puede ser un juego de apariencias, la sinceridad es la raíz, la base y savia de todas las virtudes, de lo contrario los actos humanos, aunque en apariencia sean nobles, se corrompen. La rectitud, sinceridad, buen corazón, son producidas por la mente humana, no se pueden comprar y se cultivan mediante la instrucción y la vivencia valórica.



Uno de los rasgos que caracterizan el carácter humano, es la duda, el doble o el triple ánimo, los cambios abruptos de actitud. Se ubican en una posición luego en otra según varían o fluctúan las aguas de la conveniencia; y la virtud requiere decisión y firmeza.

No se puede vacilar a la hora de rechazar una propuesta indecente, o ilícita. Los valores deben ser la brújula, hay que saber decir “No”. No hay que prestarnos a acciones denigrantes para poder sobrevivir.





La firmeza es un requisito que precede a la practica de la virtud, Winston Churchill, el Primer Ministro inglés durante la Segunda Guerra Mundial, dijo: “La firmeza es la primera de las cualidades humanas porque es la cualidad que garantiza las otras”.

Las personas veletas, suelen ser oportunistas, despersonalizadas manipulables, se dirigen a donde las lleva el viento, cultivan la hipocresía, carecen de autenticidad. No les interesa atropellar a otros para estar bien o escalar posiciones. Al respecto recuerdo aquel tema que canta Lucero: “Veleta/Ni sabes a donde vas/Ni entiendes lo que es amor/Tu única ley/El palo que te sujeta…”




Es imperativo aprender a descubrir la luz en medio de las tinieblas, aprender a distinguir cuál es la mejor opción de actuación frente a las múltiples encrucijadas y peripecias que se nos presentan en un mundo cada vez más cambiante. Hacer lo correcto requiere no solo fortaleza, sino sobre todo, sabiduría.

Hay que hacer cotidianamente un ejercicio de autoanálisis y autoevaluación de nuestras actitudes y conductas, a fin de cultivar y fortalecer nuestro mundo interior de cara a neutralizar cualquier influencia perniciosa del mundo exterior. Actuar con base en principios y valores, y no al calor de emociones malsanas, requiere ver los efectos de nuestros actos a corto, mediano y largo plazo. El mal que prodigamos a otros retorna a nosotros con más fuerza destructiva.





“Mejor es dominarse a sí mismo, que conquistar una ciudad”, rezan las sagradas escrituras en Proverbios 16: 15. Existe en la humanidad una inclinación ancestral hacia el mal, batallar porque prevalezca el bien es nadar contra corriente. La vida es literalmente una guerra frente a multiples asechanzas que merodean en nuestro entorno.

Me martilla aquella frase de Friedrich Nietzsche: “Nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía”. Ciertamente, no hay una sola persona virtuosa que pueda ufanarse de ser cien por ciento sincera, es necesario librar esa lucha en el campo de batalla de la mente, para minimizar esta lastre que contamina nuestros actos.





En una sociedad, donde la traición, la mentira y la hipocresía son rutina, no hay que permitir que los malos estímulos nos roben la paz y nos corten las ansias de alzar el vuelo. Hay que ocultar detrás de una sonrisa y de un rostro apacible, las heridas y cicatrices más profundas. El escritor argentino José Ingenieros escribió: “A los hombres fuertes les pasa lo de los barriletes, se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso"





En esta época alicaída en la que emerge la generación de cristal, muchas veces el simple hecho de demostrar solidaridad es un acto mal visto, porque siempre andamos pensando que los demás nos ayudan a cambio de algo, lo cual nos lleva a pensar se ha perdido el sentido de humanidad entre nosotros mismos.

Immanuel Kant sostuvo que el ser humano es un fin en si mismo, no debe ser utilizado como medio. Sin embargo, muchos que dicen Amar a Dios sobre todas las cosas ven como escoria al prójimo, lo instrumentalizan con mezquinos propósitos y su incapacidad de amar los vuelve analfabetas emocionales.