sábado, 31 de agosto de 2019

EL SANTO: MI ÍDOLO DE INFANCIA

                                                    


Por Joaquín Rivera Larios

Por encima del Hombre Araña, Superman, inclusive Mazinger Z, Martin Karadagian y los Titanes en el ring, hubo un héroe del pancracio, que me dejaba absorto cuando lo veía irrumpir en el cine o en la televisión: era El Santo, el enmascarado de Plata, la máxima figura de la lucha libre mexicana que concitaba miles de espectadores donde se presentaba que al unísono coreaban su nombre al verlo aparecer con su deslumbrante mascara y capa, en cada patada voladora, lance desde las cuerdas, llave, candado o barrida.
                                        
                                                
Cada vez que salía una película se anunciaba en la cartelera de los cines locales o en la televisión, me invadía la poderosa inquietud y ansiedad de ver al héroe justiciero que enfrentaba solo momias, monstruos, extraterrestre y toda suerte de villanos, trataba con caballerosidad a los más bellas damas y protegía con nobleza y calidez a los desvalidos. 



No obstante que se apreciaba en la pantalla grande su veteranía, sus movimientos se veían tardos y lerdos, carecía de la agilidad, la prestancia física y el porte atlético de otros luchadores más jóvenes como Mil Máscaras, toda la parafernalia que lo rodeaba, su agradable voz, su atractivo atuendo, sus vehículos, las bellísimas actrices que lo rodeaban, lo hacían un producto visual muy atractivo.

Mis juguetes favoritos eran muñequitos desgonzados de plástico con los que jugaba a la lucha libre sobre una caja de madera, les ponía máscaras con tiro y hacía los lances y las acrobacias propias de este deporte con pizcas teatrales. Iba a la jugueterías de Librería Hispanoamérica, SIMAN Centro y a Metrocentro, pero nunca encontré un muñequito de Santo, ni de Blue Demón, bien confeccionado, con un cuadrilátero, como los imaginaba en mis sueños infantiles. 
                                              

 
                                           
                                            
Cuando frisaba los 7 años, un día de 1975, con mi hermana Gladys fuimos al Cine Deluxe, a ver la película “Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo” (1973), un film de acción y terror que me provocó horrorosas pesadillas, al recordar escenas del Conde Drácula cuando aparecía en la espesa noche con su rostro pálido, penetrante mirada de las que matan, grandes colmillos, aproximándose lentamente al cuello de su bella víctima, y de fondo la tétrica música de suspenso. 


Al apreciar en YouTube los testimonios de personas de su entorno cercano, se advierte que en El Santo, el personaje se fundió en la persona. Fue un caballero, generoso, sencillo, humilde, respetuoso, celoso defensor de su anonimato, tanto en su vida privada como en el cuadrilatero y la pantalla grande. Respetó absolutamente su profesión, rindió culto a su personaje, como ahora lo hace el público que lo ha elevado a la categoría del héroe popular mexicano más importante de la segunda mitad del Siglo XX. 
             
                                                        

                                               

Por El Santo, Titanes en el Ring, los relatos de mi padre y hermanos mayores, aprendí a amar la lucha libre en mi remota niñez, y eso me llevó a ser un espectador infaltable los domingos por la tarde desde las graderíos de madera o desde un agujero que había en el amplio portón de madera de la Arena Metropolitana, cuando no podía pagar el entrada, deleitándome con los lances y acrobacias de figuras como Ray Manzur, The Rayman, The Tempest, John Gil Don, el Conde Rojo, el Tapatío, Ciclón Cuscatleco, El Bucanero, Sordo Modo Cruz, Zaz I. 




Buceando en la red, las visitas que el Santo hizo a El Salvador, me encontré con una foto del Enmascarado de Plata con el comediante, Aniceto Porsisoca en la portada del suplemento Septimo Sentido de La Prensa Gráfica del 12 de abril de 2009. El lugar del encuentro de los dos íconos del espectáculo es lúgubre, parecen ser los camerinos desvencijados de la extinta Arena Metropolitana. 

Descubrí que Santo se presentó el sábado 5 de septiembre de 1960 en el Cine Popular (hoy ex cine Libertad), en una cartelera nocturna donde también participaron Blue Demon y Huracan Ramírez y entre los salvadoreños intervinieron Zas I y Kaly Valdez. El ídolo azteca hizo dupla con su compatriota Huracán Ramírez, para enfrentar a Jorge Allende y Sugi Sito. En la pelea  semi estelar otro luchador legendario, Blue Demon enfrentó a su coterráneo Silver Fox.      



Luego detecté que Santo se presentó en El Salvador, el mismo día miércoles 12 de enero de 1966 que el presidente México Gustavo Díaz Ordaz arribó al Aeropuerto de Ilopango, siendo recibido por el presidente Julio Adalberto Rivera y por una multitud de cerca de treinta mil salvadoreños. Según comentarios en Facebook el luchador azteca enfrentó en una sola lucha al Olimpico. 

Un día de febrero de 1984, mientras cursaba primer año de bachillerato, al hojear un periódico matutino fui estremecido por una impactante noticia “la muerte había vencido a El Santo”, tan solo diez días después de haber revelado su rostro en el programa “Contrapunto”, que abordaba el tema “Lucha libre, maroma, teatro o deporte”, conducido por Jacobo Zaludovski. El 5 de ese mes y año, mientras el ídolo ejecutaba un acto de escapismo en el teatro Blanquita, víctima de un infarto, cayó hincado, se toco el área del corazón y se desplomo frente a su público, para no levantarse nunca más.                                                  

   
    

La personalidad más cimera del cine fantástico mexicano, tiene ahora una estatua y un museo en su ciudad natal en Tulancingo, Hidalgo y una efigie en el Museo de cera de la ciudad de México y sin lugar a dudas, un espacio prominente en el imaginario colectivo. Y yo como tantos niños de los sesentas y setentas lo evoco como una de las más entrañables figuras que recrearon el ilusorio mundo de mi infancia, cuyos recuerdos me acarician como oleadas de aire fresco.


                                                    


domingo, 11 de agosto de 2019

DÚOS SALVADOREÑOS QUE DEJARON HUELLAS

Por Joaquín Rivera Larios




En 1992 apareció en escena Rucks Parker, un dúo integrado por el animador y arquitecto, Daniel Rucks y el cantante y músico, Gerardo Parker, quienes nos obsequiaron bellas canciones, con poéticas metáforas y sugestivos títulos, entre ellas “Mi bestia interior”, “Suena como Mozart”, “Tres cuartos de nada”, “Ráfagas de luz”, “Todo por ti”, “Quereme”, “Sistema”,  “Mermelada de tristeza”, “Cómo quisiera que no existieras”.  Otras canciones un tanto polémicas, como “Me llega más tu mamá” y “Telarañas en la mente”. El dúo estuvo activo hasta 1997.

                                                                




Daniel Rucks ya se había destacado como compositor desde los ochenta con ingeniosos temas: “La máquina de hacer pájaros” “Tobías y el aeroplano” “Los tontos no olvidamos jamás”, “Mundo inalámbrico”, “Pensalo dos veces Martín”, las tres primeras interpretadas por el grupo Nahutec y las dos últimas por Jaime Turish. “Pensalo dos veces Martin”, es el tema   representó a El Salvador en  el Festival OTI de 1986, que se llevó a cabo en Chile, por cierto es la canción salvadoreña que ocupó el más alto puesto en la historia de ese certamen, ubicándose en el cuarto lugar.

    
                                                                                                                            




El dúo femenino Almas Gemelas inició su trayectoria artística en 1998, interpretaban música pop. Para 2005 su discografía sumaba tres álbumes: Díaz oskuros en el Barrio (2002), El Klan de la Dizkordia (La Primera Reunión) (2003), El Teatro Plebeyo (2005). Sus nombres son Beatriz—la de cabello oscuro— y Lorena Valdés—que tiene el cabello castaño—, dúo cien por ciento salvadoreño. Beatriz es periodista y Lorena publicista, fueron el rostro y la voz de la Teletón El Salvador 2004. Popularizaron canciones como “Gracias”, “Que bonito fuera”, "Colchita de tripas", “Rayito de sol”, “Yo no era así”, “A buscarte voy”. 
                                            


Son hijos de padres salvadoreños que emigraron a Bélgica, donde nacieron. Los hermanos José Antonio y Andrés Morales componían canciones desde niños y en el 2006 formaron el dúo Shaka y Dres. Su música es una fusión de ritmos como hip-hop, reggae positivo, rap francés y sonidos salvadoreños y europeos. 
                                            


En 2013 viajaron a Nicaragua para grabar una versión electrónica de “Pobre María” en colaboración con Carlos Mejía Godoy. Han dado a luz dos álbumes “Pas de penique” (2011) y “Demasiados recuerdos" (2015). Con el auspicio de TELEVISA grabaron un vídeo del tema “Como la ves” con la cantante mexicana Yam. Entre sus éxitos figuran: “Cambio Climático”, “Hay una niña”, “Sola”, “Filosofía de Amor”, “C’est moi que t'aime”, “No quiero estar contigo”.



   

viernes, 9 de agosto de 2019

MARÍA FELIX, LA DIVA CON CARÁCTER INDOMABLE

Por Joaquín Rivera Larios



Me gusta la presencia, la arrogancia, la altivez de María Félix, la máxima diva del cine mexicano, cómo se inventó a sí misma, cómo construyó un personaje que enamoró, cautivó a muchas generaciones. Me fascinan sus sabias palabras sobre el rol de una actriz: “A una actriz no se le investiga, se le inventa, porque una actriz es ilusión”.

La grandeza es ilusión, nadie llega a una cima, si no lo sueña intensamente, dormido y despierto, nadie llega a ser campeón, si no abraza la ilusión de serlo. Félix era una maniática del esplendor, una mujer que creó su propio clima, su propia atmósfera. Todos debemos crear y reforzar una buena personalidad, y enriquecer con nuestra individualidad el entorno. 





María decía que no le fascinaba la cercanía con el poder político o económico, sino que lo que más le fascinaba era la aristocracia del talento, y reconocía los aristócratas del talento, por sus obras (sus libros, sus cuadros, su música), añadió que el talento deslumbra, y que se pega. Siempre he creído que el arte no remunera, pero es increíble la capacidad de un artista para tocar los sentimientos, para elevar los ideales, para despertar nobles sentimientos.

Dejó instalada en la mente de sus admiradores, la imagen de mujer fuerte, indomable, cruel, implacable, que protagonizó filmes como “Enamorada” (1946), “La Diosa arrodillada” (1947), “Doña Diabla” (1949), y “la Generala”(1970), y que se daba el gusto de pisotear a placer el machismo mexicano de su época, quizá más acentuado que el actual.




Personificó como nadie a “la mujer fatal a la mexicana”. Desde “doña Bárbara” (la devoradora de hombres) que encarnó en un film de 1943, representó a la “súper hembra" bellísima, aplastante, seductora, que emplea sus atributos para desquiciar a los hombres, manipularlos y despreciarlos… De ahí que sin duda su recia personalidad, ha servido para apuntalar reivindicaciones feministas.



                                       

 
                
Además de rodear su figura de un halo de misterio (ocultó celosamente su edad), le imprimió a su personaje cuerpo, carácter, pasado y volumen psicológico y conductual, observando cierta coherencia entre las acciones y reacciones de su personaje de femme fatale (mujer fatal) y su vida privada. Fue tan grande el mito que construyó en vida, que Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, escribió sobre ella: "María Félix nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí misma… la gran creación de María Félix es ella misma".




Una mujer que no quiso sumarse a sus compatriotas Lupe Velez, Katy Jurado y Dolores del Río que brillaron en la Meca del Séptimo Arte, al punto se dio el lujo de rechazar a Hollywood, argumentando que “siempre me ofrecían papeles de campesina india y yo no nací para llevar canastas”. Prefirió armar maletas e irse a hacer cine a Europa.

Me cautivó el dominio de sí misma que proyectaba Félix, el control que mostraba tener de las situaciones. En una entrevista televisiva que los hombres que tuvo los escogió ella, y que nunca le dijeron no, y que ella tuvo siempre la iniciativa en el juego de la seducción. Carlos Monsiváis decía que los papeles se las adaptaban a su temperamento. Su recio carácter y la seguridad en sí misma eran asombrosos, a grado tal que se le llamó “Mujer con corazón de hombre”.



La belleza y la sabiduría la confieren a la mujer un doble poder, es más, la sabiduría combinada con la hermosura, se vuelven irresistibles. María Félix, utilizó la sabiduría para construir su mito y edificar su firme personalidad, al punto que sostuvo en una entrevista: “A base de tontería no se puede mantener un lugar. Yo tengo cincuenta años en el mismo. Si fuera tonta no hubiera durado a pesar de la hermosura. Así lo creo. La imbecilidad no lleva a ningún lado”.





                                        

Es indudable que el ramillete de frases que nos legó María Félix nos ilumina al momento de tomar posición sobre algunos temas, especialmente sobre las escabrosas relaciones de pareja. La Doña dijo: “Para vivir con un hombre necesito verlo como un gigante. No me preocupa si lo es para los demás, lo importante es que lo sea para mí”. Y sobre el amor dictó una severa máxima: “La manera de amar a alguien es aceptarlo tal como es, es lo que yo hago con Antoine, no es fácil pero solo amar a los pendejos es fácil”.




Asocié inmediatamente las dos máximas que anteceden, al ver “Jobs” la película (2013), protagonizada por Ashton Kutcher, que retrata la vida el genio de la computación, Steve Jobs, fundador de Apple, y percibir la enorme hostilidad que ejerció contra su novia de secundaria, Cris-Ann Brenan (Ahana O’Relly), cuando ésta salió embarazada, incluso llego a desconocer por un tiempo el fruto de esa relación. Me pregunto sobre lo difícil que es amar y comprender a un gurú en cualquier rama de actividad, dado que su intelecto ve y vuela mucho más allá de lo que pueden imaginar quienes le rodean.

                                                

    
                                            

La originalidad es importante, ser único es imprescindible, especialmente en el ejercicio de cualquier expresión artística. Al respecto me fascina una frase de María que revela su arrolladora y peculiar personalidad: “Sabemos que una mujer original no es aquella que no imita a nadie, sino aquella a la que nadie puede imitar. Ser inimitable, no te quepa duda, es una cuestión de imaginación, nada más”.









El Salvador no estuvo exento de la adoración que recibía la diva mexicana por doquier. La Prensa Gráfica del domingo 31 de agosto de 1952 dio cuenta del alboroto que ocasionó un día antes el descenso en el Aeropuerto de Ilopango del avión que trasladaba a María Félix, procedente de Buenos Aires, con destino a la Ciudad de México. Según la nota, mientras el avión era revisado,  Félix tuvo que ser llevada a una sala especial de migración, porque un remolino de fanáticos la quería tocar. La actriz viajaba con su joven hijo, Enrique Álvarez Félix; y tres secretarias: Julia Aleu, Esperanza Gómez e Isabel Barrera. Era la primera -y última- vez que se le vio pasar por acá, entre Apulo y el cerro de San Jacinto.






miércoles, 7 de agosto de 2019

FACUNDO CABRAL, UN FILÓSOFO DE LA COTIDIANIDAD

Por Joaquín Rivera Larios

                                                                                


Una de las grandes ironías de la vida es el fulminante fin de Facundo Cabral, poeta humanista, trovador errante, filosofo autodidacta, precursor de las canciones de auto ayuda, embajador de la Paz de la UNESCO, a manos de estructuras del crimen organizado centroamericano en junio del 2011 en la ciudad de Guatemala. Por una coincidencia cruel del destino su cuerpo inerte fue asistido por bomberos, servidores que dieron título a una de sus temas más emblemáticos: “Yo quiero ser bombero”.

Cómo pudo morir entre sangre y violencia, alguien que fue un portavoz de la paz y la concordia. Cómo pudo pasar así al parnaso de grandes latinoamericanos, un cantor y contador de historias que tantos augurios había hecho de la muerte y que incluso llegó a decir de manera premonitoria: “Algunos no tienen la muerte que merecen; y otros no merecen la muerte que tuvieron.” 
                          
                                                      

 
            
Una muerte que para dolernos más, ocurrió en una patria hermana: Guatemala, la madre tierra que vio nacer al novelista Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura 1967, al cuentista Augusto Monterroso, Premio Príncipe de Asturias de Literatura 2000 y al cantautor Ricardo Arjona, que ha vendido más de treinta millones de discos a lo largo de su carrera y llena estadios a placer en Latinoamérica.
                                      

 
    

Comenzamos con la muerte, para relatar la vida. Cabral era la filosofía pura envuelta en melodía, un contador de historias que extraía sabiduría pura y hondas y reveladoras reflexiones de la cotidianidad. Solo un cantor que se forjó en la fragua del sufrimiento desde la más temprana infancia, que había pasado por la orfandad, un reformatorio de menores, el analfabetismo, que sufrió el escarnio de la dictadura militar y el viacrucis del exilio, podía hacernos pensar y sentir tan alto, con humor, sarcasmo y bellas melodías.
                                                
                                                  

 
        
Sin duda ese espíritu errante voló más alto, cuando proceso una pérdida irreparable de su esposa Barbara e hija en un accidente aéreo en 1978 pero igual siguió adelante y reaccionó diciendo .....Levantate y Anda”

Por su estilo errante, y su forma desprendida y desapegada de ser, reacio a los compromisos que oprimen al ser humano y por manejar sus presentaciones de manera espontánea, sin formatos rígidos, fue llamado "Esclavo de la libertad", al punto que llego a expresar: "Ni siquiera el amor es tan honorable, para perder en su nombre a la honorable libertad". También dijo: "El amor es vida, expansión, no compromiso, ni deber, ni obligación, sino celebración y toda celebración libera. Por eso es imposible que haya amor sin libertad".
                                                          
 
        
                                     
El dolor, la tragedia, las privaciones le permitieron enseñarnos a valorar con los cinco sentidos este milagro llamado vida. Facundo cita en una de sus mejores entrevistas una frase contenida en El Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos, lo que no se ve es lo importante. Por lo que no se ve sucede lo que vemos".
          
He escuchado mensajes de Cabral en YouTube y rescato una de sus frases: ”Si no tienes la solución eres parte de lo que criticas”. En efecto, la crisis de cualquier país demanda critica constructiva, señalar lo bueno, lo malo y hacer una propuesta. La critica negativa es parte del problema. Las criticas insanas, oportunistas, perversas, sesgadas, que buscan sacar raja política, distorsionan la realidad, nublan el panorama y empañan la visión que se requiere para resolver la crisis.

                                        

Hay frases de Cabral que de manera descarnada, desnudan crudas realidades: “Le tengo miedo a los pendejos porque son muchos y pueden elegir al presidente”. Ciertamente, la ignorancia es la gran verdugo de nuestros pueblos en nuestras incipientes democracias, ya que en resumidas cuentas los pueblos tienen los políticos que merecen.

Cabral también dijo:"Mi hermano fue comunista hasta que el capitalismo le dio una oportunidad", otra frase que desnuda la doble moral imperante en sociedades tercermundistas, máxima que evidencia que más allá de las ideologías y caretas políticas, la gente se divide por intereses más que por ideologías.



                                        
                                        
Dos canciones insignias retratan la identidad artística de Facundo Cabral “No soy aquí ni soy de allá” y “Pobrecito mi patrón”, en ambas se refleja dos rasgos de su inigualable personalidad: su espíritu viajero y su desprendimiento por las cosas materiales, destacando con frases como “Solo lo barato se compra con dinero” y “Ser feliz es mi color de identidad”.

En una interesante entrevista Jaime Bayly (1991), le pregunta a Facundo que opina de los comentarios relativos a que estaba un poco loco, el trovador dice que así también opinaba su madre Sara, quien dijo que su hijo tenía la locura de Moisés que tuvo una intuición y salió con miles de esclavos en busca de la tierra prometida, la locura de Juan el Bautista que con dos amigos insultaba a Herodes que era como insultar sólo al Ejercito de Estados Unidos, sostuvo que ella había cuidado que no se metiera con la aburrida cordura de la sociedad. 


                                        
                                            
Facundo consideraba al igual que el poeta Walt Whitman que la palabra, la poesía, el canto podían cambiar el mundo y la sociedad. En un recital en Quito el 2004 que se puede apreciar en YouTube, Cabral relataba que después del guitarrista y cantautor Atahualpa Yupanki, él era mejor persona, que era más sensible después de la cantante y compositora Violeta Parra, autora del célebre canto “Gracias a la vida”, porque le afinaba el corazón.

El tiempo avanza y a su paso implacable sepulta la memoria. Pero de algo podemos estar seguros, es que el panteón del olvido no será un lugar para Facundo Cabral, quien como Mercedes Sosa, Violeta Parra, Atahualpa Yupanki (su mentor artístico), Victor Jara, Alberto Córtez, seguirán resonando en las conciencias de las nuevas generaciones, gracias a piezas musicales y literarias que enarbolan el amor sin límites y la solidaridad.






martes, 6 de agosto de 2019

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ, FIEL A SU PERSONAJE “EL PUMA”




Por Joaquín Rivera Larios

La balada en Latinoamérica durante los años ochenta, estuvo dominada por un artista con un porte y una estampa inconfundibles, cuyo corte de pelo y semblante le valieron el calificativo de “Puma”, dotado de un fuerte temperamento, con un torrente de voz potente, enriquecida de múltiples matices, que al mismo tiempo desgarra, acaricia y emociona. El sucesor legítimo de otra leyenda del canto venezolano, llamado Felipe Pirela.

No solo oírlo cantar es un deleite, sino también percibir la elocuencia de su conversación. Al reparar en sus dones artísticos vemos claramente la huella de sus máximos ídolos: Carlos Gardel, Pedro Infante y Elvis Presley. De José Luis recuerdo bellas canciones positivas que nos invitan a la solidaridad y a la fraternidad, tales como “El himno a la alegría”, y “Agárrense de las manos”, estremecedores temas románticos como “Dueño de nada”, “Voy a perder la cabeza por tu amor”, “Por si volvieras”, “Te conozco”, “Surgió el amor”.





Su madre luchó contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, lo que la condujo al exilio en Ecuador, junto al cantante y otro hermano de éste, eso lo dejo una inquietud, un propósito por el destino no solamente de Venezuela, sino de Latinoamerica y todo el globo terráqueo. 

En un entrevista con Jaime Bayly (2014) habló del expresidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, a quien le atribuyó una habilidad y capacidad impresionantes. De todos los presidente y príncipes que trató y conoció, lo impresionaron Luis Alberto Lacalle de Uruguay y Carlos Menem de Argentina, a este último lo admiraba por su verso, glamour, sencillez y afabilidad.

                                                    
Sobre su misión de vida como comunicador social, expresó que no buscaba poder, solo transitar por aquí, tratando de no dañar a nadie, al lado de los que están construyendo, sumando y edificando. En una entrevista con Maite Delgado (1995) expresó: “Quiero transmitir amor, fe y esperanza. Yo soy un transmisor de vibraciones, de emociones, de energía, de decirle a la gente deja tu lecho y anda”.







En un programa televisivo de Venevisión muy revelador “Horangel y los doce del signo” (1994), conducido por el astrologo argentino Horacio German Trigall “, se condensó el perfil de El Puma: “Disciplinado y ambicioso, melancólico inconformista, lo atrae lo difícil, vive prisionero de si mismo”. En este espacio el cantante habló sobre su madre, su infancia la influencia de su representante de Toti Maselli, sus inclinaciones política, su opinión sobre Julio Iglesias, el otro gran cantante de los setenta y ochenta.
                                       
José Luis que es el último de once hermanos, explicó en el programa que para sostenerse y ayudar a su familia hizo muchas tareas desde pequeño: lavó carros, lustro zapatos, cargó bolsas en el mercado. Rememoró que su madre suplió con amor la falta de juguetes y ropa, le enseñó a escuchar el silencio, que lo enviaba por mandados muy lejos, en ese trajinar desahogaba su timidez y ensimismamiento


cantando tonadas de Pedro Infante y Carlos Cardel a las piedras por la línea del tren.





Es increíble el frenesí, la euforia que provoca en los artistas la interacción con el público desde el escenario, la cual desata una energía que les altera la adrenalina, para entenderlo probablemente habría que estar en sus zapatos. “El Puma” sostuvo en una entrevista en el programa “Los Imposibles” de Venevisión, que el escenario tiene una adrenalina espectacular, porque aunque no tomes nada y estés cansado, éste te levanta, al punto que cuando sales de allí, sientes que mides como cinco metros de estatura, te crees Superman en un bordo, un volcán, para bajarte de allí tardas dos o tres horas.


Rastreando en la red los contactos que ha tenido José Luis con El Salvador, encontré en la red una página de La Prensa Gráfica del 10 de octubre de 1981, en la que se anunció la posible presentación de El Puma en nuestro país antes del fin de ese año, gracias a gestiones  del promotor artístico salvadoreño, César Reconco. Junta la noticia aparecía junto a la noticia una foto de El Puma con Reconco, en un estudio de televisión de Caracas, donde acababa de concluir  la filmación de la telenovela "El Ídolo".
                                    
       

Gracias a gestiones directas del entonces presidente José Napoleón Duarte (1984-1989), José Luis Rodríguez lideró el elenco de artistas internacionales, que dieron realce a la cuarta Teletón 20-30 celebrada los días 29 y  30 de noviembre  de 1985 en el Teatro Presidente. A dicho elenco que se integraron el presentador argentino Raúl Astor y vedette francesa Brigitte Aubé.  El evento rebasó la meta, alcanzando una recaudación de dos millones treinta mil seiscientos siete colones.        

                                                
En compañía de mi hijo Joaquín Eduardo, acudí el sábado 13 de enero de 2007 a un concierto que tuvo lugar en el Estadio Jorge “Mágico” González, en el marco del décimo quinto aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, evento que contó con la presencia estelar de José Luis Rodríguez “El Puma”, y del máximo exponente de la música salvadoreña, Álvaro Torres.




Nunca olvidaré que cuando mi hijo vio al Puma sobre el escenario me dijo “¡Papá, allí está Carlos Gardel!”. Le había hablado tantas veces a mi hijo del cantante argentino de tangos que fue el ídolo de su abuelo, que asociaba su nombre de manera automática. José Luis entonó nuevamente “El himno a la alegría” y “Agárrense de las manos”, tal como lo hizo el 16 de enero de 1992 al pie del Monumento a El Salvador del Mundo, justo el mismo día en que se suscribieron los Acuerdos.

Su estatura de cantante internacional llegó a ser tal que superó el veto de Televisa, por haber abandonado por diferencias con la producción la novela “Tú o nadie” en 1985, que protagonizaría con Lucía Méndez. Cuenta en su libro “El Puma y yo”, la respuesta tajante que le dio Emilio Azcarraga Milmo, dueño del consorcio, mientras el magnate surcaba en su yate costas de Grecia. El descontento fue tal que Lucía Méndez dijo en un programa televisivo que el Puma era cantante, no actor y que éste necesitaba más de Televisa que Televisa de él.




En ese mismo libro relata el impacto político que tuvo su participación en el Festival de Viña del Mar 1988, en plena dictadura del General Augusto Pinochet, cuando un público de treinta mil personas lo ovacionó por varios minutos, exigiendo a gritos que le entregaran otra Gaviota, luego de que ya había recibido una. Ese incidente motivó una frase memorable de El Puma, que se interpretó como un llamado al régimen: "A veces hay que escuchar la voz del pueblo, a veces...". Fue tanta la resonancia de sus palabras que el líder opositor en ese momento Patricio Aylwin, quien en 1990 sucedería a Pinochet en la presidencia, lo fue a despedir al aeropuerto.



Explica José Luis Rodríguez en su libro que su apelativo que ha sido como su segunda piel, lo utilizó por primera vez en la exitosa telenovela “Una muchacha llamada Milagros”, producida por Venevisión en 1973 y protagonizada con José Gabardina y Rebeca González. Narra que se se reunió con la guionista Delia Fiallos, en el Restaurante Los Violines de Miami, y le propuso encarnar el personaje de Omar Contreras, un individuo enigmático y misterioso, cuyo mote se inspiró en la canción de Sandro “Mi amigo El Puma.” Prácticamente el ídolo argentino fue el creador del personaje que lo ha acompañado hasta hoy.

Como el Puma dice las chicharras mueren cantando y el que nace chicharra no tiene otro destino, fiel a esas ideas ha cantado incluso conectado a un tanque de oxígeno, tal como lo hizo Sandro de América, fallecido en enero de 2010. Son artistas consagrados que han estado decididos a morir de pie en un escenario.



Cuando pensamos que no volvería por estos lares, después de un complicado transplante de pulmón, el Puma, volvió a la carga en su gira “Agradecido Tours” y cautivó por enésima vez al público salvadoreño el jueves 25 de julio de 2019 en un hotel capitalino. El reloj marcaba las nueve de la noche y un público eufórico no paraba de corear “el Puma”, “el Puma”, “el Puma”. De pronto las luces de la sala se apagaron y entre aplausos y ovaciones apareció José Luis vestido con un elegante traje oscuro. Al abrir el espectáculo dijo: “Valió la pena, porque ganas no me faltan para recorrer las ciudades. ‘El Puma’ está aquí”.