
Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de Literatura 1990, escribió: “En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación”. Una persona que nos atrae echa a volar nuestra imaginación, provoca estados de alucinación, literalmente nos hace levitar.
Por eso el enamoramiento es un arma de doble filo, porque por un lado nos eleva con vivencias gratificantes, pero por otro, nos hace perder la perspectiva de la realidad. Al final nos enamoras de una construcción ideal que nuestra mente ha elaborado. Regularmente le comunicamos a ese ser que nos embelesa más atributos y dones de los que realmente posee.
Por eso el enamoramiento es un arma de doble filo, porque por un lado nos eleva con vivencias gratificantes, pero por otro, nos hace perder la perspectiva de la realidad. Al final nos enamoras de una construcción ideal que nuestra mente ha elaborado. Regularmente le comunicamos a ese ser que nos embelesa más atributos y dones de los que realmente posee.

El enamoramiento es un proceso que engloba aspectos físicos, químicos, fisiológicos, psíquicos, culturales, sociales, que interactuando juntos, producen una sensación de fascinación hacia una persona, la cual a su vez provoca que la necesitemos a ese ser y lo prefiramos por encima de las demás. Supone una secuencia de percepciones y sensaciones complejas que con frecuencia es difícil de racionalizar.
LA ALUCINACIÓN
El enamoramiento es la primera fase del amor marital, recordemos los pensamientos y sentimientos que se arremolinan es esa etapa idílica con la letra de "Estar enamorado", otra bella canción de Manuel Alejandro:
“Si confundes, tu cuerpo con tu alma…es que estás enamorado, es que estás enamorado. Si recuerdas los versos de tu infancia…es que estás enamorado…si percibes el llanto más callado… …si percibes el roce de unas manos, es que estás enamorado, enamorado. Estar enamorado es, descubrir lo bella que es la vida. Estar enamorado es, confundir la noche con los días. Estar enamorado es, caminar con alas por el mundo. Estar enamorado es, vivir con el corazón desnudo. Estar enamorado es, contemplar la vida desde arriba…”
"¿Cómo fue?" la canción de Diego Alberto de Gregory retrata lo inexplicable del fenómeno: “Fue una luz/Que iluminó todo mi ser/tu risa como un manantial/regó mi vida de inquietud/Fueron tus ojos o tu boca/fueron tus manos o tu voz/ fue a lo mejor la impaciencia/ de tanto esperar/ Tu llegada mas no sé/No sé decirte como fue/ No sé explicarme que pasó/pero de ti me enamoré.”
Erich Fromm (1900-1980) sostiene que la sensación de enamorarse solo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Explica que dos personas se enamoran cuando han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio. En otros términos, para que surja la atracción mutua debe haber cierta paridad o equivalencia entre los valores y potencialidades que proyecta cada uno de los enamorados.
SINTOMAS
En el campo fisiológico se manifiesta a través de sensaciones como cosquilleos en el estómago, lo que algunos llaman metafóricamente mariposas revoleando en el estómago, pulso acelerado, sudoraciones, estados hipnóticos, palpitaciones, el rostro se ruboriza, pérdida de memoria o dificultad para hilvanar las ideas.
Cabe añadir que se da una especie de encantamiento, de alucinación, de embeleso, que provoca estados ilusorios, también puede generar reacciones diversas: hiperactividad, exultación, locuacidad, que son el resultado de cambios químicos que modifican sustancialmente nuestra manera de ser y de responder ante los estímulos. Algunos de los síntomas que anteceden pueden ser indicio de esquizofrenia intermitente.
BELLEZA EXTERNA
Si bien la belleza externa es con frecuencia una buena carta de presentación, y genera indudablemente la descarga eléctrica inicial que produce la atracción física, la cual normalmente no basta para enamorarse, por ubicarnos en la fase superficial de la relación. Para enamorarse se requieren otros atributos o rasgos de personalidad, que hagan trascender la relación de la atracción física a la atracción afectiva y finalmente pasar a la conexión o integración intelectiva. Por eso decía José Ortega y Gasset: “La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.”
Se ha planteado que la belleza material es la que simpatiza a la ojos y llena el corazón, pero este don que deleita los sentidos supone un proceso de cuido permanente, ya que no es una condición invariable, a grado tal que se le ha comparado con una mariposa que revoletea y no se queda quieta, ya que siempre cambia de paradero. El cuerpo físico experimenta cambios y deterioros, por el contacto con diversos agentes naturales o artificiales, mantenerlo siempre lozano y radiante, demanda esfuerzos constantes.
LA NECESIDAD DE SABIDURIA
Este proceso de enamoramiento, requiere sabiduría, porque al magnetismo que genera la belleza física deben sumarse atributos rasgos de personalidad que deben cultivarse. Como bien decía Henrik Ibsen (1828- 1906), dramaturgo y poeta noruego: “La belleza es el acuerdo entre la contenido y la forma”.
No obstante, los componentes que constituyen la atracción varían de una relación a otra. Hay relaciones donde los componentes intelectual y afectivo, pueden tener una incidencia anterior y superior al aspecto físico. Es factible enamorarse de alguien que no sea un prototipo de belleza física, pero que proyecte belleza interior. De ahí que en casos especiales, la bondad, la inteligencia u otros atributos espirituales, pueden ser la chispa inicial que active el proceso de enamoramiento, así lo describe Ricardo Arjona en su memorable canción de los años noventa “La mujer que no soñé”:
“La de lentes la pasada de moda/la aburrida, la intelectual/que prefiere una biblioteca a una discoteca/es la que me conquistó. /La que todos tachan de fea y en el metro no le ceden lugar/la que es más que una presea para enseñar…/Es algo más que apariencia su belleza es por dentro/ Sigue apuntando sus sueños hacia el firmamento/ He venido a parar con la mujer que no soñé jamás,/pero también jamás fui tan feliz”.
EL CLAROSCURO DEL FENÓMENO
En medio de la fascinación, debemos ver el claroscuro de ese ser que nos mueve el piso, sopesar no solo sus cualidades, si no también sus rabietas, sus desvaríos, sus horas de crisis y no permitir que la atracción que sentimos permita atropellos a nuestra dignidad en la relación. Es decir, no permitamos que el proceso de enamoramiento nuble totalmente nuestro buen juicio.

Al respecto Mario Vargas Llosa (1936-2025), otro Premio Nobel latinoamericano, reflexionó: "Nunca digas que amas a alguien si nunca has visto su ira, sus malos hábitos, sus creencias absurdas y sus contradicciones. Todos pueden amar una puesta del sol y la alegría, solo algunos son capaces de amar el caos y la decadencia".
Con frecuencia pienso en la belleza física como una herramienta engañosa, capaz de inducir a error al ser humano. Proverbios 31: 30 “Engañosa es la gracia y vana la hermosura”, se refiere a que esos atributos tan admirados, codiciados y pasajeros, son vanos si no son acompañados de una humildad profunda y un temor a Dios. Esta reflexión me remite a Dalilia y Jezabel, antiheroínas de la Biblia que utilizaron sus encantos con propósitos maléficos