Por Joaquín Rivera Larios
Lady Gaga (Nueva York, 1986), la cantante pop dijo: “Algunas mujeres eligen
perseguir a los hombres y otras mujeres eligen perseguir sus sueños. Si te
preguntas qué camino seguir, recuerda que tu carrera nunca se despertará y te
dirá que ha dejado de quererte”. Desde mi perspectiva masculina interpreté esta frase por un largo período como que el amor a
una mujer puede ser vano, ésta nos puede
fallar o no corresponder, en cambio, el amor a una carrera siempre da frutos
positivos.
Sin embargo, cuando veo en los periódicos o en los tribunales tantas personas en problemas, por el ejercicio de un trabajo o profesión, a veces actuando de buena fe, pienso que también el ejercicio profesional nos puede hacer una mala jugada. Nos pueden engañar, calumniar, ofender, instrumentalizar para hacer un daño, un fraude o tender una trampa. Frente a estas asechanzas, tengamos presente que para quienes abrazan la fe en Dios, siempre hay una luz al final del túnel.
Debemos pedirle discernimiento al Creador, para detectar el mal, tan bien retratado en el Salmo 91, en el cual se relacionan las diversas manifestaciones que pueden tener las fuerzas malévolas. No debo tomar venganza por las ofensas o daños inferidos, aunque parezca ingenuo o insensato para los incrédulos, hay que interiorizar que la venganza y la justicia pertenecen a Dios, quien es el árbitro final, a tenor de Romanos 12:19.
Lo que no queda
es ejercer un oficio o una profesión pidiéndole, unción, revelación y dirección
al Supremo Hacedor. Y desde luego actuar
como dijo Abraham Lincoln (1809-1865), en su discurso del 4 de marzo de 1865: “Sin malicia
para nadie, con caridad para todos”.
Por los golpes que he sufrido y lo que he visto asumo que
ejercer un oficio o profesión sin poner a Dios en el centro de nuestro
quehacer, puede ser contraproducente. También he reflexionado en el tema ética
profesional y honorarios, en lo concerniente a hacer un trabajo sin recibir una
justa remuneración. Este punto me remite a Colosenses 3:23-25: “Hagan lo que
hagan, trabajen de buena gana, como para el señor y no para nadie en este
mundo, conscientes que el señor los compensará con la herencia”.
Otro tema es la verdad en el ejercicio profesional, debemos ser veraces, no debemos falsear, no debemos fabular, la mentira tiene patas cortas. No debemos sobredimensionar los hechos ni envenenar los relatos. Debemos tener fe en la victoria o en el triunfo, pero no generar falsas expectativas.
La verdad tarde o temprano sale a la luz, los pecados ocultos tarde o temprano se conocen. Marcos 4: 22 nos enseña: “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido y salir a la luz”.
Fui Juez de Paz y fui fiscal, ambos cargos fueron incomodos,
no me sentía bien acusando o enviando a prisión a tantas personas, algunas
probablemente inocentes. Aunque tuviese una investidura estatal, me sentía indigno
de juzgar o acusar. Ahora viendo en retrospectiva aquellas experiencias, traigo
a
cuenta Mateo 7: 1-2: "No juzguen, para que no sean
juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la
medida con que miden, serán medidos".
No profeso la fe católica, pero me llamó profundamente la atención el libro "Camino" (1934) de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), fundador del Opus Dei, en el que preconiza uno de sus postulados fundamentales: "para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse en su trabajo, y santificar a los demás con el trabajo".

Una imagen martilla mi mente permanentemente es la de mi padre anciano leyendo en las madrugadas y tomando apuntes de lo que leía, iluminado por una lampara en su tocador, desde luego leía libros seculares. Hoy estoy aquí, igual que mi padre, con algún texto de derecho, o expediente, pero también con la Biblia a un lado, porque ésta ahuyenta el pecado, me permite edificar sobre la roca y aferrado a ella, no pereceré.
La vida es extenuante, los tropiezos y los obstáculos suelen volvernos pesimistas, el éxito supone ir en fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. La fe en Dios nos da una energía casi sobrenatural, para levantarnos después de cada caída y vencer el desánimo. Necesitamos mucha energía para apalancar nuestros proyectos, con el viento en contra. Las Sagradas escrituras nos enseñan : “Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas, correrán y no se fatigarán; caminarán y no se cansarán" (Isaías 40:31 NVI).
Las asechanzas, las pruebas, los peligros están a la orden del día, podemos tener percances siguiendo los caminos del Señor, pero lejos de él, los peligros de tropezar se incrementan. Le pido a Dios que me transmita amor para compartir, aún a los que me desean el mal, pues como dice Romanos 3: 31: “Si Dios es con nosotros ¿Quién contra nosotros?”
Hace treinta y dos años mi sueño mientras deambulaba por los
tribunales de San Salvador era ser un ligante, ganar casos en los estrados
judiciales, hacer valer la justicia en situaciones particulares. Ahora, tras
coronar 32 años en la función pública, cobra nuevos brillos el mismo sueño de mi
mocedad. La conexión con los tribunales viene desde que recorría el centro
judicial de la mano de madre, que tenía una capacidad prodigiosa para discernir
los procedimientos legales. Tengo en mente Romanos 8:28: "Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien..."
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