jueves, 17 de septiembre de 2020

PABLO LEIVA PORTILLO, UN LUCHADOR SOCIAL DE PRINCIPIO A FIN

Por Joaquín Rivera Larios



Muy lamentable el deceso del compañero Pablo Leiva Portillo (Citalá, Chalatenango, 10 marzo 1960-San Salvador, 13 de septiembre de 2020), miembro del equipo fundacional de la PDDH, a la que ingreso el 23 de julio de 1992. Era egresado de la Maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz. 

                                                    


Desempeño importantes cargos:  ex juez de Paz suplente,  ex Jefe del Departamento de Derechos Políticos de la PDDH, ex jefe de la Unidad   de Orientación y Asistencia, ex Coordinador del área de Atenciones Inmediatas del Departamento de Denuncias, miembro fundador de ASEPRODEH, y destacado dirigente  sindical de SEPRODEHES. Al ocurrir su deceso era colaborador del Departamento de Promoción y Difusión de la Escuela de Derechos Humanos.

                                



Coincidimos en inquietudes políticas y gremiales. Lo conocí en reuniones de la juventud demócrata cristiana allá por 1991, en la que figuraba un lider de apellido Sinquir. Allí me sorprendió por su capacidad oratoria, promoviendo eventos que organizaba la juventud de ese partido.


Carlos Alvarenga recuerda: “A Pablito lo conocí en el Partido  Demócrata Cristiano (PDC). Queríamos armar la Democracia Cristiana Universitaria con unos amigos y un pedecista nos lo recomendó a él como delegado de la UES. Era un estudiante de derecho con mucha sensibilidad social, muy combativo. Desde entonces tenía un tumor en una de sus mejillas. Eso fue en 1993. Tuvo muchos años de vida”.

                                        


Formó parte de un contingente de jóvenes humanistas, idealistas, entre ellos Carlos Alvarenga, Félix Raúl Betancourt,  José Carlos Parada, el Chele Magaña (que murió en la Colinas el 2001), Juan Cazum, que añoraban transformar las estructuras  políticas, sociales y económicas, sumamente injustas que prevalecen en el país, con la coraza de la Doctrina Social de la Iglesia.    

                                            


Sus inquietudes políticas no tenían tregua. Recuerdo que anduvo recolectando firmas para la constitución de un  partido de los que surgían de la escisión del PDC. En los umbrales del nuevo  milenio quiso crear un movimiento  denominado Cambio 2000, y en el 2006 fue candidato a concejal de San Salvador, cuando Carlos Rivas Zamora, buscaba la reelección, pero no con la bandera  del FMLN, sino con la de  Cambio Democrático.


Una vez bromeando con su esposa, le pregunté: "¿Verdad que a Pablito lo quería mucho el ingeniero Napoleón Duarte?" Y ella me contesta: "No solo lo apreciaba el ingeniero Duarte, también su señora esposa, doña Inés y sus hijos Napoleón y Alejandro".

Con Pablito coincidimos después en la Asociación de Empleados de la PDDH (ASEPRODEH), de la que fue el primer Pro-secretario y desde luego fue parte de los treinta y cinco valientes fundadores de esa organización el 1 de agosto de 1997. Volvimos a ser compañeros de lucha en la Junta Directiva 2005-2007. 

                                    


Visitamos la Asamblea Legislativa en varias ocasiones en el período 2005-2007. Y observé que era muy conocido por servidores de todo rango: desde diputados hasta empleados administrativos, incluso lo conocían alcaldes que visitaban el congreso. Yo lo molestaba, porque en Habitat-Confíen, Ciudad Delgado, donde residía, cuando pasaba por los pasajes lo saludaban hasta los perros, no digamos los niños.


Sus ansias de ocupar una alta posición no tenían sosiego, Pablo no era de los que esperaban que las oportunidades llegaran a su escritorio. Fogueado en la arena política, había aprendido a cabildear y a persistir. En esa dinámica el licenciado Oscar Humberto  Luna creo el Departamento de Derechos Políticos, y lo eligió a él como primer Jefe.  En el 2015 se postuló como precandidato a consejal del Consejo Nacional de la Judicatura y se sumergió en la elección interna que tuvo lugar en la PDDH, enfrentando en la contienda a Carlos Martell Brizuela y a Antonio Aguilar Martínez.  El victorioso fue el primero, pero Pablo obtuvo una votación aceptable entre sus colegas abogados.  El 2017 se inscribió como aspirante a Magistrado de la Corte de Cuentas de la República.   

                                        



Uno de mis grandes anhelos fallidos es ir a visitar el lugar en que fue asesinado el Presidente John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas. Cierta vez visité a Pablito en su despacho atiborrado de papeles y me encuentro que estaba rodeado de revistas y periódicos alusivos al asesinato de Kennedy, todos en inglés. Aprovechó la ocasión para contarme pormenores del magnicidio y me dijo que había cumplido su sueño de visitar el edificio desde el cual le habían disparado al gobernante.



En otra ocasión me prestó dos libros uno "Mi lucha" de Adolfo Hitler y otro sobre "Guerra Política", me dijo que ambos libros eran imprescindibles para comprender la lucha por el poder. Como le interesaba mucho la figura del padre del nacionalsocialismo alemán, le presté un CD sobre el ascenso y caída de Hitler.


En una de las últimas oportunidades que platicamos me pidió ayuda para editar un ensayo sobre las historia de los derechos humanos, y se extendió hablando George Washington, primer presidente de EE.UU. Era muy amigo de Juan Ramón Bach, empresario y dirigente gremial y del destacado dirigente sindical, Felix Blanco.

                                        

Al enterarse de su deceso Ana Ruth Minero Chinchilla, otra fundadora de la PDDH, expresó:  “¡Qué lo lamento! Una gran persona...de los fundadores de la PDDH....y un luchador y guerrero. Me acuerdo que cuando empezamos en la Procuraduría el se enfermó de cáncer y los doctores Agustin García Calderón y Carlos Mauricio Molina Fonseca lo apoyaron mucho con su enfermedad.... que Dios lo tenga en su gloria y que descanse en paz”. 



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