viernes, 20 de junio de 2025

EL PODER DE LA PALABRA

 

Por Joaquín Rivera Larios


La Biblia en Proverbios 18: 21 dice: “Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.”  Y Mateo 12: 37 refiere: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” La palabra puede provocar satisfacción, contentamiento, motivación, o puede ser fuente de destrucción, muerte o disensión. Hay que administrar las palabras con prudencia o discreción, cuidándonos de las consecuencias de las mismas.

                                    


Es bueno reparar en las consecuencias o efectos de las palabras, meditar bien lo que se dice y el alcance que éstas pueden tener, tanto para el emisor como para el receptor del mensaje. Las palabras así como pueden llevar motivación, aliento, pueden herir, pueden generar daños morales irreparables.

Las palabras sacan a relucir nuestro carácter, entendido éste, entre muchas otras acepciones, como el estado de ánimo usual de una persona, temperamento. Aquellas ponen en evidencia si estamos de mal humor o felices, si somos amables o generosos, si nos domina la amargura, la envidia o la depresión, si somos pacientes, tolerantes o empáticos. Si somos optimistas o pesimistas.    



Es decir, no siempre pasan de largo sin generar repercusión como lo sugiere la cantante ítalo-argentina Silvana di Lorenzo (Buenos Aires, 1952) en la famosa canción "Palabras, Palabras" (1972).

La Biblia aconseja quien cuida su boca, cuida su alma. Al respecto, Abraham Lincoln (1809-1865) dijo: “Medir las palabras no es necesariamente endulzar su expresión, sino haber previsto y aceptado las consecuencias de ellas”.



Muchas veces percibimos las palabras como cosas vanas, superfluas, pero las palabras bien dichas, pueden generar cambios de visión, de percepción y cambios de conducta, pueden generar cambios culturales que a su vez propicien cambios estructurales. John F. Kennedy (1917-1963), al referirse a la importancia de los discursos, dijo: “Las palabras pueden hacer algo más que expresar política. También pueden expresar y crear un ánimo, una actitud, una atmósfera o un despertar”.



A veces utilizamos contra nosotros mismos un lenguaje ofensivo, soez, nos decimos tontos, inútiles, buenos para nada, y nosotros mismos con nuestra actitud saboteamos nuestros planes o sueños, hacemos declaraciones negativas, le damos la razón a nuestros detractores. Debemos manejar un dialogo interior positivo y optimista que incremente nuestra energía para enfrentar los retos de la vida.     

                           

Para los conquistadores y seductores de profesión, he aquí un excelente consejo de Isabel Allende, la escritora chilena: “Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras, el punto G está en los -oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo”.

Un discurso que recuerdo con frecuencia es “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King (1929-1968) pronunciado en Washington el 28 de agosto de 1963,  al final de una marcha multitudinaria,  una elocución muy poética e inspiradora en el que denuncia la opresión, la discriminación, la esclavitud que sufría la población afrodescendiente. Luther King destaca la libertad, la justicia y la fraternidad que deben reinar en la humanidad.




Me impacto de manera particular la frase : “Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!”  Me trae a la memoria aquella idea que los globos no se elevan por su color, se elevan por su contenido.

                            


Otro pieza retórica breve, pero  fascinante es el “Discurso de Gettysburd”, pronunciado por Abraham Lincoln el 19 de noviembre de 1963, en el que destaca el legado de valor, patriotismo y heroísmo de los que pelearon batallas épicas durante la guerra de secesión (1861-1865), enfatizando que quienes sobrevivieron deben defender los ideales que enaltecieron los caídos. Al final cierra diciendo que solo así el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo no desaparecerá de la faz de la tierra.     




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